El entramado levantado por la ‘Constru’ en los últimos siete años dominaba el tráfico de cocaína en el departamento de Putumayo. | Foto: Archivo Semana

JUDICIAL

El despiadado proceder de una banda criminal

Aterradoras conversaciones dejan entrever cómo operaba la principal banda de tráfico de cocaína del sur del país.

5 de noviembre de 2014

La ‘Constru’ es reconocida por las autoridades como una de las bandas criminales más importantes del sur del país. Dicha organización, dedicada principalmente al narcotráfico, llevaba a cabo sus negocios junto con despiadados métodos que incluían extorsiones, desapariciones forzadas y homicidios selectivos, entre otros ilícitos.

Pero les llegó la hora. El pasado miércoles fueron capturados 18 de sus miembros y, gracias al trabajo de los organismos de seguridad, quedó al descubierto su despiadado proceder por cuenta de los audios presentados por la Fiscalía General de la Nación en la extensa audiencia de control de garantías.

El entramado levantado por la ‘Constru’ en los últimos siete años dominaba el tráfico de cocaína en el departamento de Putumayo y, según lo recopilado por el ente acusador, se mantuvo una alianza criminal con el frente 48 de las FARC, lo que les franqueó el camino para controlar ese comercio ilícito en Puerto Caicedo, Puerto Asís, Orito, San Miguel, Valle del Guamuez y en la capital, Mocoa, no sin antes intimidar a sus pobladores.

Su principal cabecilla es Héctor Orlando Bastidas Bravo, ‘Bonito’, que impartía órdenes a unos 30 secuaces cuya labor era acopiar estupefacientes y llevar a cabo ajustes de cuentas. No contentos con ello, la red conseguía ingentes recursos mediante la extorsión a comerciantes y a pequeños competidores en el mundo del narcotráfico, a quienes les cobraban ‘gramaje’ y les ofrecían seguridad.

Además, ‘La constru’ sostenía nexos con la banda criminal de los ‘Rastrojos’ en Nariño y Cauca, para la comercialización de estupefacientes e intercambio de servicios criminales. A los 18 capturados se les imputaron los delitos de concierto para delinquir con fines de narcotráfico, homicidio agravado y extorsión.

Aterradores diálogos


En las conversaciones conocidas por Semana.com se oye a ‘Peruano’ -cabecilla de la organización en el municipio de San Miguel- extorsionando a una de sus víctimas. También se oye cómo coordina con ‘Mi Niño’ el asesinato de Romelio Ortiz, quien era un habitante de calle reconocido en todo el municipio.

Según las investigaciones de la dirección de Crimen Organizado de la Fiscalía, el móvil del homicidio fue impieza social. Ellos, crudamente, narran entre risas cómo mataron a la víctima y cómo quedó su cuerpo tras su muerte.

En una primera llamada se oye a ‘Peruano’ extorsionando a una comerciante del municipio. En ella le pide 50.000 pesos por cada día que se pase de pagar una cuota que le fijan al mes por no atentar contra su integridad. Pero hay más.

En la segunda conversación, el cabecilla llama a ‘Mi Niño’, otro de los integrantes de la banda, y le ordena que vaya y “queme a ese hijo de puta y váyase de una”. La víctima sería Romelio Ortíz. En una tercera conversación entre estos dos integrantes, ‘Peruano’ describe a la víctima: “Es un negro todo feo, viejo, es un gamín, es un loco”.

Luego es ‘Peruano’ quien le avisa al sicario cómo está vestida la víctima para que no se cometan errores. “Papi, ya va llegando, hay uno que va con una cerveza en la mano y una gorra blanca, a ese dele, dele”.
Después de terminar el homicidio, el jefe hace una llamada que resulta repugnante. Entre risas, llama al homicida y le pregunta: “¿Ya listo, cuántos les pegó?” A lo que el sicario responde: “Ya, cuatro”.

La última conversación entre los criminales es aún peor. Los dos, muertos de la risa, hablan con frialdad del asesinato. ‘Peruano’ le pregunta a ‘Mi Niño’: “¿Si quedó muerto ese h. p., le pegó en la cabeza, ojo haya quedado vivo ese h. p?” El sicario, descaradamente se ríe y le dice que está “hablando con un profesional”. Entonces, ‘Peruano’ le cuenta que el ‘Cucho’ y ‘Rafa’, dos miembros más de la banda, están felices con el crimen. El diálogo termina en risas.