NACIÓN
El drama de los colombianos que no pueden pagar un vuelo humanitario
Miles de connacionales están viviendo una tragedia en el exterior por cuenta del coronavirus. Para muchos es imposible costearse un tiquete de más de 300 euros. ¿Cómo regresarán?
La llegada de la pandemia fue inesperada para miles de turistas alrededor del mundo. Pocos pensaron que el nuevo coronavirus se convertiría en una crisis sanitaria sin precedentes en cuestión de semanas y siguieron disfrutando de su viaje. Otros, por su parte, salieron del país hace algunos meses para buscar un mejor futuro y ayudar a mantener a sus familias en Colombia.
Independiente del motivo, es claro que para centenares de colombianos fue imposible regresar al país por el cierre de fronteras, tanto en Colombia como en el resto del mundo, y quedaron atrapados en cerca de 40 países.
Muchos de ellos ya han gastado sus ahorros o el dinero que tenían disponible en alimentación y arriendos para poder sobrevivir en esta época. Por esta razón no tienen suficientes ingresos o no tienen, en absoluto, para pagar un tiquete de regreso al país.
Los vuelos dispuestos por la cancillería, a pesar de ser de carácter humanitario, son operados por aerolíneas comerciales, así que los pasajeros deben pagar el pasaje para viajar en ellos. Los tiquetes, que están entre los 300 y los 700 euros (o incluso más) se salen del presupuesto de muchos colombianos que están haciendo todo lo posible por regresar a su país. La cancillería, en cabeza de Claudia Blum, reportó que para el 1 de mayo tenían a 9.594 connacionales inscritos en la página web para poder conseguir un vuelo humanitario.
El Gobierno ha expresado en reiteradas ocasiones que es imposible traerlos a todos inmediatamente porque no hay recursos suficientes para ello, aunque han hecho sus mayores esfuerzos. Hasta el momento, la cancillería ha logrado repatriar a más de 2.200 colombianos que estaban varados en el exterior en más de 40 vuelos humanitarios.
Sin embargo, para muchos esta situación se vuelve más dramática con los días, pues cada vez tienen menos dinero, a algunos los están sacando de sus hospedajes por no pagar y, si a duras penas tienen para comer en el exterior, es poco probable que tengan el dinero suficiente para pagar un tiquete de más de dos millones de pesos.
Para quienes no son de Bogotá la situación es aún más complicada porque si toman el vuelo humanitario deben, además, pagar el hospedaje en un hotel de la capital en el que pasarán los 14 días de aislamiento obligatorio. Estos deben ser de un listado que les entrega el Gobierno y los precios para el total de la estadía pueden estar entre 800.000 pesos y más de un millón, más los gastos de alimentación que no están incluidos en todos. Muchos logran conseguir el dinero para el vuelo, pero si no pueden pagar el hospedaje no pueden viajar.
Es el caso de Jennifer, Blanca, Íngrid e Israel. Las tres colombianas están atrapadas en el exterior y no cuentan con los recursos suficientes para comprar el tiquete de un vuelo humanitario. Israel logró regresar en un vuelo humanitario proveniente de Madrid el pasado 1 de mayo, pero ahora está consiguiendo el dinero para pagar el hospedaje para los 14 días de aislamiento obligatorio.
Pagó el 25 por ciento inicial, pero ya le están pidiendo pagar la totalidad de la estadía. Además, con el agravante de no saber cómo va a regresar a Cali, pues la Cancillería no se ha comunicado con ellos para permitirles al menos regresar por vía terrestre a su ciudad.
Los aeropuertos están desolados alrededor del mundo debido al cierre de fronteras y cacelación de vuelos por la pandemia. Foto: AP
Jennifer Chaparro es una de las colombianas que viajó a Madrid, España, en búsqueda de un mejor futuro. Tiene cuatro hijos, tres menores de edad y la mayor de 18 años, quienes se quedaron en su casa en Soacha mientras ella les mandaba algo de dinero. Vendió su moto, con la que vendía mercancía, para comprar el tiquete a España.
Llegó al país ibérico el 17 de febrero y consiguió un trabajo que le permitía mantener en buenas condiciones a sus hijos en Colombia. Trabajaba repartiendo publicidad y ganaba 25 euros al día, pero con la llegada del coronavirus a este país, uno de los más golpeado por la pandemia a nivel mundial, la despidieron para “no exponerla”. Se quedó sin ingreso alguno y ha sido prácticamente imposible conseguir un trabajo, pues todo está paralizado. Mientras tanto, su angustia crece cada día porque sus hijos están quedándose sin qué comer y les ha sido imposible recibir los mercados de la alcaldía.
Vive donde otra colombiana quien le dio una mano al ver su difícil situación, pero según le contó a SEMANA ya están teniendo problemas con el arrendatario, quien les pide que se vayan. Además, hay días en los que no tiene qué comer y en esas condiciones es imposible conseguir 300 euros para pagar el vuelo humanitario en Iberia.
La cancillería había expresado que trabajarían con las embajadas y consulados para brindar ayuda a los connacionales en situación vulnerable y asistirlos temporalmente mientras se encuentran en el exterior. Pero Jennifer tampoco ha recibido ayuda para sus necesidades básicas mientras resuelve su situación.
“He ido a la Cruz Roja, al ayuntamiento, pero no nos dan ayudas. Una iglesia cristiana fue la única que me ayudó con un mercado. Llamamos a la cancillería porque nos habían dicho que estaban dando un bono de 120 euros para alimentación, pero nos dijeron que el Gobierno no daba eso, porque para recibirlo debíamos estar empadronados. Luego nos mandaron a una ONG y tampoco nos ayudaron”, le contó la colombiana a este medio.
Blanca Aponte, por su parte, se encuentra en Guayaquil, el epicentro del coronavirus en Ecuador. Está en compañía de su esposo, quien llegó desde el 12 de diciembre al país vecino. Blanca llegó el 2 de marzo para acompañarlo, pues luego de un atraco quedó sin documentación. Tenía pensado quedarse una semana, pero después fue imposible comprar un tiquete de regreso, ya que con la crisis se quedaron sin ingresos.
“Necesitamos que alguien nos escuche y nos colabore para regresar, tenemos a nuestros tres hijos pequeños en Colombia con su abuelo y ellos nos necesitan. Aquí estamos atrasados en el pago del arriendo y estamos muy angustiados. Hemos hablado con la cancillería, el consulado y la embajada, pero no tenemos respuesta de nada. Nos han dicho que hay vuelos humanitarios que tienen costo de 500 dólares, pero no tenemos recursos para pagarlos”, contó Blanca a SEMANA.
Íngrid Guerrero es una cucuteña que al igual que a Jennifer y Blanca, el coronavirus la puso contra las cuerdas. Llegó por turismo a España el 21 de enero y se fue a visitar a sus primas en Francia, tiempo en el que perdió su tiquete de regreso que inicialmente era para el 3 de febrero. Cuando volvió a España, el Gobierno decretó el estado de emergencia y la Unión Europea cerró fronteras. Se comunicó con la aerolínea para comprar un nuevo tiquete, pero fue demasiado tarde, estaba atrapada en Valencia, España.
Ha averiguado vuelos humanitarios, pero para viajar tiene que pagar tiquetes de más de 400 euros. Además, como es de Cúcuta, debe pagar un hotel en Bogotá para cumplir con el aislamiento obligatorio de 14 días. Algunos en Chapinero cobran 55.000 pesos la noche con las tres comidas incluidas, lo que en total suma más de 700.000 pesos.
A Íngrid ya se le están acabando los ahorros con los que logró irse de viaje y a duras penas puede costear su manutención en euros por estos días. Por lo cual tampoco ha logrado reunir los 400 euros del tiquete y los 700.000 pesos del hotel, algo que en total suma casi dos millones y medio de pesos.
Ante esta situación, la cancillería y los voceros de los colombianos en el exterior, como el representante Juan David Vélez, han expresado que están haciendo lo posible por traer a casa a los miles de connacionales varados en el exterior, pero les es imposible cubrir los gastos de estos vuelos, ya que no cuentan con los recursos suficientes.
Sin embargo, colombianos como Blanca, Íngrid y Jennifer, quienes están en una situación de vulnerabilidad, le ruegan al Gobierno para poder conseguir algún tipo de ayuda por parte de los consulados o embajadas, al menos para su alimentación en estos días, pues su situación se vuelve cada vez más crítica.