JUSTICIA

El dramático juicio de Luis Alfredo Ramos

El juicio contra Luis Alfredo Ramos se convirtió en toda una novela. La decisión que tome la Corte Suprema en su caso es vital para el futuro del uribismo.

24 de enero de 2015
| Foto: fotografía: DANIEL REINA

En su primer día de audiencia en la Corte Suprema, Luis Alfredo Ramos no pudo contener las lágrimas. Cuando estaba haciendo un recuento de su trayectoria pública, dijo que si no fuera por su detención habría podido reemplazar a Juan Manuel Santos. “Yo soy un excandidato presidencial procesado y seguramente hubiese sido el del Centro Democrático, por encima de Óscar Iván Zuluaga”, afirmó, conmovido.

Las palabras de Ramos sonaron exageradas, pero para muchos uribistas tienen lógica. Hasta antes de su captura, el barón electoral de los paisas había tenido una vertiginosa carrera. Empezó como concejal de Sonsón  y llegó a ser alcalde de Medellín, ministro, embajador, presidente del Senado y gobernador. Por eso, cuando puso su nombre a consideración del uribismo para la contienda presidencial se decía que, al ser el único que contaba con maquinaria, tenía mucho chance de ganar.

Sin embargo, las declaraciones de varios testigos en un juicio que tenía abierto en la Corte Suprema por paramilitarismo lo sacaron de la contienda presidencial. El pasado mes de agosto, dos meses antes de la consulta uribista, la Corte Suprema ordenó su captura. Lo paradójico es que ahora esos mismos testigos pueden ser claves para que logre que el alto tribunal lo absuelva.

A Ramos la Corte lo investiga por el delito de concierto para delinquir agravado por haber participado en una reunión en enero de 2005 a la que también asistieron los jefes paramilitares Alberto Guerrero, excomandante del Bloque Cacique Pipintá y Ernesto Báez, líder del Bloque Central Bolívar. La cita tuvo lugar en la finca Bellanita, propiedad de Hugo Albeiro Quintero, un empresario del transporte condenado por paramilitarismo. En la audiencia, Ramos se defendió diciendo que asistió para hablar de la desmovilización de las autodefensas invitado por el congresista Óscar Suárez Mira. Aclaró que Báez no estaba allí en la clandestinidad, pues el gobierno le había dado un salvoconducto por los diálogos de paz.

No obstante, lo que Ramos quiere demostrar en el juicio es que es víctima del ‘carrusel de testigos’. Para eso, contrató a Gustavo Moreno, un reconocido abogado y tratadista en ese tema. Hay tres testigos que si logra desvirtuar le darían un vuelco a su proceso. Tiene casi ganado el primero. Se trata de Carlos Enrique Areiza Arango, a quien el exgobernador describió como un “timador profesional, estafador, ladrón y mentiroso”.

Su defensa ha podido demostrar que Areiza cuenta con más de 12 alias y que ha intentado engañar desde el DAS hasta la Iglesia. Contra él cursan al menos 11 procesos penales y está condenado por extorsión a 90 meses de prisión. Se dice que la Fiscalía podría llegar a un preacuerdo con él en los próximos días. Además, existe una carta firmada a finales de 2014 en la que él mismo Areiza confiesa que declaró falsamente contra Ramos. En esta  asegura que el congresista Iván Cepeda  le dio 100 millones de pesos para ese fin. Cepeda asegura que esa carta es “producto de la imaginación y un montaje”. La familia de Ramos no descarta que el congresista sea víctima de Areiza.

El segundo es Andrés de Jesús Vélez, quien dará su versión a la Corte esta semana. Este ni siquiera estuvo presente en la reunión, sino que asegura que Miguel Arroyave, el fallecido líder del Bloque Centauros, le comentó que iba a apoyar a Ramos. Vélez fue el testigo clave en el caso por paramilitarismo de otra expresidenta del Senado, Nancy Patricia Gutiérrez. Seis años después, la Corte archivó el proceso por falta de pruebas y la Justicia le imputó a Vélez el delito de falso testimonio.

La última ficha que podría jugar a favor de Ramos es Juan Carlos ‘el Tuso’ Sierra, quien aseguró que le dio 10 millones de pesos para su campaña. El Tuso es un narco que se ‘coló’ en la Ley de Justicia y Paz, pero fue expulsado pues se comprobó que no era el brazo político de las autodefensas ni financiaba candidatos, como había dicho. Ernesto Báez lo desmintió ya en otro juicio. Sierra ha dado dos declaraciones contradictorias en el caso de Ramos.

Con estos argumentos el exgobernador espera ganar su juicio.  Los testigos falsos no significan necesariamente que sea inocente, pero sí harían muy díficil una condena contra  él. Su caso es emblemático no solo por la pugnacidad que siempre ha existido entre la Corte Suprema y el uribismo, sino porque en últimas, Luis Alfredo Ramos (luego de que se exiliaron María del Pilar Hurtado, Andrés Felipe Arias y Luis Carlos Restrepo) es uno de los pocos de esa colectividad que en este momento está dando la cara a la Justicia.