Investigación
El extraño operativo que salpica al Gaula del Ejército y que terminó con la muerte de un joven campesino y la desaparición de otra persona
Un cuerpo torturado y enterrado, la relación entre investigadores de la Fiscalía e informantes, un operativo militar, un desaparecido y la lucha de bandos del narcotráfico son los ingredientes de una historia de horror que se escribe en Arauca.
El fétido olor que emanan los cuerpos en descomposición llamó la atención de la comunidad que vive cerca de la finca Guarataros, en la vereda San José de Lipa, zona rural de Arauca, el pasado 4 de febrero. Además, fue el detonante de un misterio horroroso que estremeció a civiles y militares, a pesar de que la población ya está acostumbrada a la frialdad del conflicto armado. Arauca es uno de los departamentos más violentos de Colombia, durante 2022 se registraron cerca de 300 homicidios y en lo corrido de este año van más de 50, la mayoría de ellos sin denuncias.
El caso de esta nueva víctima que estaba enterrada en el campo es diferente. Su familia denunció su desaparición el 28 de enero, según ellos, en medio de un operativo que realizó el Gaula Militar en el que decomisaron 30 pimpinas con 150 galones de acetona, una motocicleta, 117 cartuchos de diferentes calibres y dos celulares, información que publicó el mismo Ejército Nacional.
La moto incautada era de Edwin de Jesús Gómez Monsalve, el mismo que estaba en una fosa de 50 centímetros de alto, un metro de largo y 60 centímetros de ancho, y aparecía con una pierna fracturada, una mano lesionada con un químico que le habría generado desprendimiento, tortura en los testículos y dos impactos de bala a la altura del abdomen, como lo relató a SEMANA la abogada que representa a su familia.
La última vez que vieron a Edwin con vida fue ese mismo día del operativo a las nueve de la mañana. Según testigos, llegaron cinco hombres de civil presentándose como personal del Gobierno (no aclararon exactamente a qué entidad pertenecían), tampoco tenían orden de allanamiento, estaban con chaleco antibalas y armas cortas.
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“¿Dónde está la caleta?”, preguntaban con voz de mando mientras golpeaban y ataban a los que estaban en ese lugar para encerrarlos en un espacio que tiene la casa de la finca ganadera. En ese momento Edwin, que era jornalero en el lugar, estaba desayunando y tan pronto vio lo que estaba pasando salió a correr. Detrás de él iban dos de los hombres, que llegaron en una camioneta gris, y esa fue la última vez que lo vieron.
SEMANA conoció uno de los testimonios entregados a la Personería de Saravena (Arauca), pues quienes presenciaron la escena temen por su vida. En el relato, describen que los hombres llegaron disparando hacia la casa, en la que había un menor de 4 años de edad.
“Nos encerraron en el cuarto boca abajo, luego entró uno y me agredió físicamente (…) yo reconocí al que me amenazó, era el señor Julio César Fontecha, yo lo veía con la broma del ganado, y ese día no llevaba nada que lo cubriera”, se lee en la queja a la Personería.
El hombre mencionado es conocido en la región como un ganadero que meses atrás había sido atacado, al parecer, por miembros del ELN y que le habrían robado algunas reses. Además, tiene esquema de seguridad del Estado porque ha sufrido amenazas y atentados.
También, este medio encontró unos procesos penales en los que Fontecha es protagonista al ser señalado como testaferro de las Farc. Las autoridades le preguntan en medio de un interrogatorio a alguien que argumenta ser baquiano (guía en la región): “Manifieste a la unidad judicial si conoce el motivo por el cual los integrantes de la guerrilla del ELN realizaron este tipo de acciones delictivas en contra del señor Julio César Fontecha Romero”.
El hombre respondió: “Lo que yo escuché, porque lo comentaban los guerrilleros que me llevaron para guiarlos (…) era para buscar a Julio César Fontecha, ya que este era testaferro de la guerrilla de las Farc y trabajaba con esa gente; que este señor manejaba incluso hasta droga de las Farc y que, como están en conflicto las guerrillas, iban a quitarle todo, pero no sé detalles de eso”.
Pero, ¿qué tiene que ver este hombre con el operativo militar que se registró el pasado 28 de enero? Al parecer, en todo. Los testigos describen que mientras él estaba amenazándolos, llamaba a un investigador y le daba detalles de lo que estaba pasando, incluso se atreven a decir que daba indicaciones de lo que las autoridades debían hacer.
Lo que conoció este medio con fuentes extraoficiales es que Fontecha es un informante de un investigador del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía y llamó para informarles lo que estaba pasando. Incluso los hombres de la camioneta, entre ellos Fontecha, sacaron un dron para sobrevolar la finca, mientras tanto se alcanzó a ver que de la camioneta sacaron a un hombre que llevaban esposado y con la cabeza cubierta.
Amenazaban a quienes estaban en la casa para que les dijeran dónde se encontraban las pimpinas (caletas de drogas) y que si no lo hacían, se los iban a llevar presos como al hombre que tenían en su poder. A ese hombre algunos lo identificaron como un trabajador de otra finca que responde al nombre de Jackson Leandro García González, de 30 años, que fue visto por última vez por su mamá ese mismo 28 de enero, cuando salió de la casa a trabajar sobre las siete de la mañana desde el caserío Panamá hacia el sector de Lipa.
Yeliksa González, madre del desaparecido, cuenta a SEMANA que su hijo salió en su moto como de costumbre, con jean, camiseta negra y cholas (chanclas). Los testigos cuentan que la mañana de ese sábado del allanamiento todo fue caos y hubo mucha confusión.
Pese a que escuchaban a Fontecha hablar constantemente con quién él llamaba “teniente”, solo hasta las dos de la tarde llegaron los militares uniformados, que eran miembros del Gaula; algo que llama la atención porque fueron ellos los que incautaron insumos del narcotráfico, pero su misión es la lucha contra el secuestro y la extorsión.
Este medio conoció de manera extraoficial que en realidad el Gaula Militar llegó al punto por solicitud de un investigador del CTI (el mismo que tenía como informante a Fontecha), él y las llamadas del mismo Julio César habrían alertado que su vida estaba en peligro, pues aseguraba que supuestamente lo iban a secuestrar, siendo un hombre protegido por el Estado. Así que por eso llegó el Gaula al lugar.
Estando allá, efectivamente Fontecha empezó a darles indicaciones de por qué lugar se habrían ido los supuestos captores y les marcó la ruta que los llevó a encontrarse con las pimpinas y las caletas, una situación que por responsabilidad militar tenían que atender.
Surgen varias dudas: ¿a qué hora y con qué arma asesinaron a Edwin de Jesús? ¿Qué participación tuvo el Gaula Militar en el crimen? ¿Por qué Fontecha se sentiría tan seguro al presentarse como miembro del Estado e impartir indicaciones a los investigadores? ¿Realmente los investigadores de la Fiscalía han hecho todo lo posible para esclarecer el caso?
Este suceso se conoció hace un mes, cuando apareció la moto de Jackson Leandro García González, enterrada entre matorrales y con evidencias de posible violencia. Pese a que los familiares llamaron a la Fiscalía para que hicieran el levantamiento y así seguir una pista sobre el paradero del joven, aún no han enviado a un investigador para realizar el procedimiento. Mientras tanto, su madre solo atina a decir en medio de la angustia: “Les suplico que le respeten la vida. ¿Díganos qué es lo que quieren? Y a la Fiscalía por lo menos muestren un poco de interés en ayudarnos”.
El caso se ha convertido en un enigma en Arauca, no se sabe si alguna de las guerrillas, en su lucha por el control del narcotráfico, ‘cuadró’ el crimen y el allanamiento de las autoridades el mismo día con el fin de enlodar a la institución o si, por el contrario, existe la complicidad entre ellos. Bajo el argumento de que todo es materia de investigación, Fuerzas Militares, Fiscalía General de la Nación y Personerías guardan silencio. Se está a la espera de los resultados de exámenes de Medicina Legal que evaluarán el cotejo balístico, entre otras características del crimen. Hasta la fecha no hay un solo capturado por esta historia.