POLÍTICA
El extremo centro de Duque agita el debate en el uribismo
La apuesta del presidente de alejarse de los extremos tiene satisfecha a la centroderecha, pero indispuesta al ala radical del Centro Democrático.
La confesión ideológica del presidente Iván Duque, quien dijo que se ubica en el extremo centro, abrió una discusión en el uribismo de cara a las elecciones de 2022. El mandatario aseguró que “el futuro está en el centro” y con esa declaración no solo se desmarcó de los extremos, sino que le mandó un mensaje a su partido, el Centro Democrático, una organización más volcada a la derecha y con distintas vertientes.
¿Por qué Duque se declaró de extremo centro a un año y medio de culminar su periodo y justo cuando el país se alista para el debate preelectoral? Realmente no es la primera vez que lo hace y en la campaña de 2018 aseguró que él se ubicaba en el centro. Sin embargo, a la luz de hoy, su declaración tiene diferentes lecturas y ha sido aplaudida por los moderados del uribismo, pero criticada por el ala radical.
En el Centro Democrático, al igual que en otros partidos, hay divisiones. Para la colectividad, retener el poder en 2022 no será sencillo. El expresidente Álvaro Uribe va a liderar la escogencia del candidato y buscará que mida fuerzas luego en una consulta más amplia de la centroderecha, en las elecciones legislativas de marzo de 2022.
A quienes le han seguido los pasos a Duque desde sus primeros años en la política no les sorprendió que haya reiterado que es del extremo centro, aunque su agenda de Gobierno comparta tesis de la derecha: se declara provida ante la propuesta para legalizar el aborto, se opone a legalizar las drogas, insiste en fumigar con glifosato y de tiempo atrás ha sido un crítico de las reglas de juego de la JEP.
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Durante su paso por el Senado, Duque fue uno de los uribistas menos radicales. Algunas de sus posturas en el Congreso, en la época de Santos, generaron malestar entre un grupo de congresistas de su partido, pero esa moderación le permitió en 2018 conquistar a un electorado amplio y diverso, más allá de las bases uribistas.
“En mi partido hay un sector de derecha radical muy marcado, pero la gran mayoría de militantes y sobre todo de simpatizantes del uribismo están en el puro centro”, dijo el senador Ernesto Macías. Él recuerda que cuando Uribe tomó la iniciativa de crear el Centro Democrático, Duque propuso inicialmente que se llamara Puro Centro Democrático.
La senadora Paola Holguín piensa igual y sostiene que el movimiento albergó a dirigentes no solo de derecha, sino también del centro e incluso de la izquierda, como Carlos Valverde, exintegrante del Polo Democrático, y Everth Bustamante, exmilitante del M-19.
No obstante, hay cierto sector del uribismo que considera la reciente declaración de Duque como la confirmación de un hecho que salió a flote desde el primer día del gobierno: la fractura entre el presidente y la derecha radical que contribuyó con su elección en 2018. Ese grupo se siente decepcionado, entre otras razones, porque quería ver a un Duque más vehemente contra el acuerdo de La Habana y más decidido en impulsar una reforma que acabe la JEP.
Pero el presidente no ha dado un timonazo fuerte buscando modificar lo pactado con las Farc, como lo prometió en campaña. Su mensaje ha sido más institucional en ese sentido y “tibio”, según un líder del partido que pidió la reserva de su nombre y quien se atreve a calificar su Gobierno como “la continuidad de Santos”. ¿Qué cambio sustancial le ha hecho al proceso de paz?, se preguntó. “Ninguno”, respondió él mismo.
En el Gobierno, desde Emilio Archila, consejero presidencial para la Estabilización y Consolidación, hasta la canciller Claudia Blum, defienden los acuerdos, anotó la fuente. Frente al orden público, el ala radical del Centro Democrático cree que al mandatario le ha faltado una mayor contundencia y continuar con la bandera de la “seguridad democrática” de Uribe.
Por eso exigen hechos concretos más allá de la mano dura que anuncia Duque en sus intervenciones contra el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia. Sobre las Farc, estiman que le falta presionar más a los exjefes guerrilleros para que entreguen la totalidad de sus bienes y las rutas del narcotráfico.
Otra prueba de que Duque se desmarcó de un sector de su propio partido fue su decisión de reglamentar la eutanasia en Colombia. El ministro de Salud, Fernando Ruiz, radicó el proyecto de ley en el Congreso y revivió una polémica que ya suma 20 años.
Una señal más reciente del distanciamiento fue la negativa a apoyar una propuesta del partido y del propio Uribe para reducir la jornada laboral. Este año también se desmarcó de un tercer intento de un sector del uribismo para acabar con la JEP, tras dos derrotas en el Congreso.
Macías y Holguín coinciden en que después de las elecciones se gobierna para el país y no para el partido. Eso ha llevado a que algunos congresistas sientan que tienen poca representación en la Casa de Nariño, pese a que los cuatro grandes ministerios, Interior, Defensa, Hacienda y Cancillería, están en manos de personas de las entrañas de Uribe: Alicia Arango, Carlos Holmes Trujillo, Alberto Carrasquilla y Claudia Blum.
“Nosotros somos el partido de Gobierno, pero el Gobierno no nos reconoce como tal”, se quejó la senadora Paloma Valencia en entrevista con el exministro Fernando Londoño, uno de los más duros críticos de Duque.
Los senadores Ernesto Macías, María del Rosario Guerra, Fernando Araújo y Honorio Henríquez, además de los representantes Edward Rodríguez, Jennifer Arias y Juan Manuel Daza conforman un grupo fiel de escuderos.
Hay otro sector que apoya al presidente, pero que ha venido marcando diferencias. Ahí están Paloma Valencia –quizás la más distanciada–, Paola Holguín, María Fernanda Cabal, Alejandro Corrales, Gabriel Velasco, Santiago Valencia y Gabriel Jaime Vallejo. Eso sin contar con otros pesos pesados del Centro Democrático como el precandidato Rafael Nieto y el exministro Fernando Londoño, que desde hace rato rompieron con Duque.
“El presidente es una persona respetuosa, conciliador, de consensos, que acepta la crítica”, reconoce la senadora Holguín. Hoy no es posible que el Centro Democrático se fracture, mientras Uribe esté al frente. Pero las fisuras saltan a la vista. El movimiento arrastra consigo el desgaste natural del Gobierno y la gran duda es cómo llegar unidos a las urnas en 2022. El próximo año promete ser difícil. El Gobierno, por ejemplo, presentará una reforma tributaria necesaria, pero impopular frente al electorado. Eso podría aumentar las tensiones que vienen de tiempo atrás.
Para ganar gobernabilidad en el Congreso, algo que no tuvo en su primer año, Duque se acercó a otros partidos y forjó una coalición que le ha dado resultados. Eso implicó darles juego a otros movimientos que no lo acompañaron en las elecciones, como Cambio Radical. El ala más dura hubiera preferido un Gobierno ciento por ciento uribista, pero la realidad política es distinta y eso ha llevado a que el presidente se aleje de los extremos y se ubique en el extremo centro.
Para 2022, el uribismo es consciente de que necesitará sumar a sectores de la centroderecha para tratar de pasar a una segunda vuelta. Por esa razón, figuras como Federico Gutiérrez, Juan Carlos Pinzón o Dilian Francisca Toro podrían aterrizar en la consulta de esta corriente junto con el candidato que elija el Centro Democrático. Difícilmente un candidato ubicado en los extremos tendrá chance, ya que, según las afinidades ideológicas de los colombianos, más de la mitad se ubica en el centro del espectro político.