VALLE
El falso pastor que hacía parte de una banda de sicarios en Cali
En las noches, Diego Banguero asistía a la iglesia Rey Jesús Cali para rendir testimonio de cómo Dios había cambiado su vida, pero en el día lideraba una temible banda criminal, según la Policía. Este martes fue capturado.
A las afueras de la iglesia cristiana Rey Jesús Cali, en pleno corazón del Distrito de Aguablanca, muchos de los transeúntes paran por algunos segundos y le toman fotos a la fachada. La efímera fama de este templo se debe al anuncio de la captura, este martes, del supuesto pastor del lugar.
Preguntan, comentan, sacan la foto y siguen. Más temprano, la Policía difundió el nombre del centro religioso. Ahí, según el parte oficial, Diego Banguero fungía como líder espiritual en las noches. Llegaba con traje limpio y Biblia en mano, la cual estaba acondicionada para transportar su arma y evadir los controles policiales.
En el día el panorama era diferente: presuntamente coordinaba en el barrio Ómar Torrijos, oriente caleño, la operación criminal del grupo Doble A, una temible organización criminal señalada de cometer varios asesinatos, hurtos e intimidaciones a través del préstamo ‘gota a gota’.
El falso pastor tiene el don de la palabra. Si bien asistía al templo religioso, allí no era guía espiritual, según comenta el líder religioso Andrés Valencia. En las noches, Banguero se mostraba arrepentido por su pasado delictivo; desde hacía siete años entregaba testimonio de cómo Dios había obrado en él. Los feligreses le creían y en las calles nadie sospechaba.
En el día, alineaba las fichas para que nada saliera mal. Las autoridades no tienen precisión sobre la fecha en que Banguero regresó al crimen después de haber purgado una pena en prisión, pero sí le achacan, por ejemplo, la participación en al menos 12 homicidios en compañía de la Doble A, estructura que tiene una vigencia criminal de más de ocho años en la capital del Valle.
Andrés Valencia, el verdadero pastor de la iglesia Rey Jesús, recuerda que conoció a Banguero en una jornada de socialización con jóvenes pandilleros del Distrito de Aguablanca. Acababa de recobrar la libertad y argumentaba que había recibido varias visitas de Dios. “Él es un tipo que habla bastante y nosotros creímos en su cambio”, comenta el líder espiritual.
El carisma de Banguero, y su don con la palabra, le dieron toda la credibilidad ante la comunidad religiosa, lo peligroso fue que muchos en el Ómar Torrijos creían que efectivamente ejercía como pastor en ese centro religioso, y asimismo lo asumieron las autoridades, que en la comunicación del hecho informaron la detención de un líder espiritual. “Aprovechaba su condición para evadir los controles policiales”, dijo el general Manuel Vásquez Prada, comandante de la Policía Cali.
No le gustaba ver predicar mujeres
Pero las autoridades no estaban del todo equivocadas, pues Banguero llegó a predicar desde el púlpito de la congregación, servicio que solo pueden lograr algunos pocos. En una de sus prédicas grabadas en video, Banguero hace alarde de su manejo de la audiencia: camina por los pasillos con micrófono en mano y relata detalladamente el cambio en su vida cuando conoció a Jesús. Unas 150 personas lo miran fijamente y él los invita a valorar lo poco que tienen. Llora y los feligreses lo arropan con un sonoro aplauso.
El video es de 2017 y es evidencia de una de sus últimas participaciones en la iglesia. Después no regresó a los cultos, pero se mantenía en contacto con miembros de la congregación y con el mismo pastor. “Lo que nos dijo era que no volvía porque no le gustaba ver a mujeres subirse a predicar en pantalón”, recuerda el pastor Valencia. Banguero, como muchos conversos, posaba como seguidor radical y fiel a la palabra de Dios.
Le pidieron volver, pero no aceptó. Eso iba contra sus valores y la fe. Banguero abandonó la iglesia con la promesa de llevar su testimonio más allá de los muros del templo. Por varios meses utilizó su perfil de Facebook para difundir oraciones, paralelo subía fotos en motos de alto cilindraje.
Doctrina criminal
Los investigadores de la Policía llegaron a Banguero por cosas de Dios. No era a él a quien buscaban, ni tampoco hacía parte del organigrama criminal de las comunas 13 y 14 de Cali. Sin embargo, seguimientos e interceptaciones de llamadas confirmaron la participación del falso pastor y diez personas más.
En los once operativos de captura fueron incautadas cuatro armas de fuego utilizadas en 12 homicidios, uno de ellos -y el que despertó el interés de las autoridades- contra un taxista a mediados de 2017 en el barrio Ómar Torrijos. Además, el ataque a varios menores de edad, quienes se encontraban por ese lugar tras presentar las pruebas Icfes y fueron amenazados con disparos por estar en una frontera invisible.
El brazo más radical de la organización estaba a cargo de alias Krilin, un sangriento gatillero detenido en 2011 por homicidio agravado, porte de armas, municiones y explosivos y que tiene un prontuario criminal de 20 años, pero que ha gozado de detención domiciliaria. “Amenazaba a la ciudadanía para evitar que lo denunciaran. Es un hombre temido en el sector”, indica el general Vásquez.
Krilin y el falso pastor controlaban los hilos de la organización. Recientemente ingresaron al mundo del tráfico de estupefacientes; "enviaban emisarios para vender droga al menudeo en entornos escolares y parques", según la Policía.
El negocio en pocos meses dobló las ganancias con el asesinato de otros expendedores del sector. El tiempo de bonanza coincidió con el retiro de Banguero de la iglesia. Los montos oscilaban entre $60 y $80 millones mensuales recogiendo el dinero de los cinco puntos donde distribuían estupefacientes. Las ventas promedio eran de 35 mil dosis al mes.
El dinero era bien distribuido entre Krilin y el falso pastor. Ambos montaron -paralelo a la oficina de expendio de droga- un negocio de electrodomésticos fachada, donde en realidad realizaban préstamos ‘gota a gota’ con intereses del 20 por ciento.
Entre todos los miembros de la banda suman 35 antecedentes judiciales por homicidio, fabricación, tráfico y porte de armas de fuego, secuestro simple, hurto calificado y agravado, amenazas a testigos, tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, así como tentativa de homicidio.
Antes de abandonar la iglesia, Banguero tuvo un rol destacado en la obra de teatro anual del templo. A pesar de que eran muchos los papeles, él quiso personificar al criminal de la historia. Su actuación, recuerda el pastor Valencia, fue auténtica y uno de los puntos altos de esa puesta en escena. Era un papel que ensayaba a diario entre versículos y violencia.