POLÍTICA
El fenómeno Rodolfo Hernández: estas son las claves de su éxito
¿Cómo logró un candidato sin estructura y sin conocer la totalidad del país competir por la Presidencia contra Gustavo Petro?
Rodolfo Hernández demostró en las elecciones presidenciales del 29 de mayo que es el fenómeno político más relevante de la historia reciente del país. Su participación en la contienda de 2022 cambió la forma de hacer proselitismo en Colombia y confirmó que se puede conquistar la Casa de Nariño sin los partidos políticos, sin alianzas y con una campaña de bajo costo.
Hernández es el único candidato que se dio el lujo de no participar en las consultas interpartidistas del 13 de marzo y de desaparecer del espectro político, cuando viajó durante dos semanas a Europa a encontrarse con el papa Francisco. Regresó, resurgió como el ave fénix en las encuestas y se quedó con el boleto para competir en una segunda vuelta frente a Gustavo Petro.
En las últimas tres semanas, antes de la primera vuelta presidencial, el más veterano entre los competidores supo leer el descontento de los colombianos con la institucionalidad y el continuismo. Otro ingrediente que se sumó al coctel victorioso del candidato fueron los halagos que recibió de la izquierda extrema. Figuras del Pacto Histórico, como Gustavo Bolívar, lo inflaron como una especie de globo y después se les convirtió en un problema que amenaza con arrebatarle de las manos la Presidencia a Petro.
Hernández es un candidato diferente, rechaza al uribismo y al petrismo, y promete acabar con la polarización.
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Es un santandereano recio, que habla con franqueza, sin filtros, y puso en marcha una estrategia digital para conectarse, región por región, con los colombianos.
Su discurso repetitivo contra la corrupción caló. El rostro, acercándose a las cámaras y pidiéndoles a sus electores que lo miren a los ojos y prometiéndoles que no los defraudará, ha tenido éxito. Hernández demostró que no se necesita conocer el país para entender las necesidades de la gente. Por esto, en Palocabildo, Tolima, el pueblo al que señaló de tener un nombre feo, lo votaron 2.097 electores, mientras que 982 lo hicieron por Petro.
Tampoco conocía Vichada, como admitió en una entrevista, y en ese departamento obtuvo 1.030 sufragios más que el candidato del Pacto Histórico.
La campaña del político santandereano también demostró que el voto es, ante todo, una decisión que se basa en la emoción. Y, en eso, Rodolfo lleva la delantera.
SEMANA conoció que, a comienzos de 2022, la campaña adquirió en arriendo un software mexicano, pero administrado por un colombiano, que funciona como una especie de multinivel y le permitió al candidato tener en sus manos la información de sus seguidores.
La plataforma se llama Wappid y desde ahí se desplegó la red llamada rodolfistas.com, que funcionó como una especie de multinivel hasta la primera vuelta presidencial. La estructura de mercadeo les permitió a los seguidores del candidato inscribirse y registrar amigos y conocidos. Al final, sumaron más de 400.000 colombianos.
El grupo fue masivo. La red los clasificó por regiones y otras categorías, y los repartió entre más de 1.000 grupos de WhatsApp, que administraron diez personas de la campaña. Allí recibían información diaria de la agenda de Rodolfo y movilizaban a la ciudadanía para volcarse a las transmisiones del candidato, amante de las cifras digitales.
Ahí está gran parte de la explicación de por qué un político con menos seguidores en Twitter, Facebook e Instagram que Petro acaparó las redes sociales y alcanzó, en más de una ocasión, hasta el millón de reproducciones en un solo video de Facebook.
En cualquier día y hora, los mensajes de Hernández aparecen en las plataformas. Graba tiktoks divertidos, que ponen a hablar al público del candidato, quien luce entre emoticones e imágenes coloridas que llaman la atención. Esa es la intención.
El terremoto populista, como lo ha llamado la prensa internacional, es simplista. El domingo pasado, mientras que Petro apareció en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, “símbolo de la politiquería en Colombia”, según el argentino Ángel Beccassino, asesor del ingeniero, Rodolfo Hernández no quiso tarima ni electores al frente suyo. Le habló al país solo, desde un teléfono celular y en la cocina de su finca. Esa fue una petición del propio candidato.
Tampoco quiso asistir a debates porque le cuesta sintetizar una propuesta en dos minutos y está convencido de que en esta etapa de la campaña ni le suman ni le restan. No llenó plazas públicas como Petro, pero sí caminó más de diez ciudades, donde le habló de cerca a la gente.
Esa estrategia lo convirtió en un fuerte competidor por la Casa de Nariño, pero no es suficiente. La oposición quiso vestirlo como una especie de mutación del uribismo, pero él ya se desmarcó de dicho sector político.
Aun así, el veterano con pensamiento joven transita en una especie de terreno movedizo, en el que debe repeler los ataques de sus enemigos y, de paso, la política tradicional, que se quiere subir en la ‘Rodolfoneta’, una estrategia que podría ser arriesgada. De sus movimientos dependerá que cruce la recta final.