POLÍTICA
El fracaso de la Centro Esperanza, ¿por qué no funcionó esa alianza?
Los líderes de ese sector anunciaron que ese proyecto no va más y que cada uno decidirá a qué candidato apoyar o qué rumbo tomar.
La coalición de la Centro Esperanza anunció este lunes 30 de mayo, luego de la derrota de Sergio Fajardo en la primera vuelta con 888.585 votos, que no continuará. “La coalición Centro Esperanza ha cumplido con los fines políticos para los que fue constituida, por lo que cada uno de sus sectores y movimientos decidirá sobre su futuro, dentro de las más cordiales relaciones entre nosotros”.
Muchos han interpretado que con esta sentencia el proyecto político se acabó. “Hoy se terminó”, reconoció Sergio Fajardo en las últimas horas confirmando esas especulaciones. ¿Qué pasó con esta alianza que en algún momento generó entusiasmo en los sectores de centroizquierda en el país?
La Centro Esperanza fue una de las primeras alianzas en conformarse para estas elecciones. Una de las principales reflexiones que dejaron las elecciones de 2018 a este sector es que si se hubieran unido, tal vez hubieran logrado pasar a Petro y en la segunda vuelta Fajardo le habría podido ganar a Duque. Esa idea salió de las cuentas en las que se decía que si se hubiera sumado la candidatura del exalcalde de Medellín con la de Humberto de la Calle, que generó gran entusiasmo en ese sector, hubieran podido ganar.
Con esa idea, un grupo de disidentes liberales que se apartaron del expresidente César Gaviria decidió unirse a Sergio Fajardo, que históricamente ha mantenido distancia del presidente del Partido Liberal.
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De la Calle y Juan Fernando Cristo, dos reconocidos líderes santistas, se unieron con Fajardo para conformar esa alianza. Allí también llegó Jorge Enrique Robledo, que se había apartado de la izquierda en 2018 y quien ya había acompañado a Fajardo hace cuatro años. Robledo logró incluso salirse del Polo y conformar su partido Dignidad.
El encuentro entre estos líderes generaba tanto entusiasmo que más políticos fueron llegando. Otro actor fundamental en esta coalición era la Alianza Verde, uno de los partidos que venían creciendo, especialmente en los sectores más jóvenes, y que gracias a eso logró sacar una de las votaciones regionales más importantes en 2019, entre ellas la Alcaldía de Bogotá con Claudia López y la de Cali con Jorge Iván Ospina. Todo estaba dado para estas elecciones.
Sonó también el nombre de Alejandro Gaviria y el entusiasmo incrementó. Muchos veían en el entonces rector de la Universidad de los Andes una posibilidad de tener un candidato aparentemente alejado de la política y que a la vez podía entender el malestar del país. Fue tal la expectativa de su candidatura que mantuvo la incertidumbre durante varios meses, tanto así que líderes de todos los sectores, entre ellos Gustavo Petro y hasta el expresidente César Gaviria fueron a su casa a invitarlo a su alianza. Todos lo querían en su sector.
Finalmente, Gaviria tomó la decisión de aspirar a la Presidencia, y aunque inicialmente se fue con el Partido Liberal, luego les tiró la puerta y llegó a la Centro Esperanza. Para sumarle otra candidatura de peso, Ingrid Betancourt volvió al país, luego de haber vivido varios años en Francia, alejada de la contienda política y tras haber sido víctima de secuestro de las Farc. Muchos líderes de ese sector vieron en Ingrid una figura que podría sumar, unir y congregar más votos por esa percepción positiva que tenía en prácticamente todo el país. Además, Betancourt obtuvo otra buena noticia y fue una nueva personería jurídica para la alianza, su partido Verde Oxígeno.
Algo similar les pasó a los hermanos Juan Manuel y Carlos Fernando Galán, que lograron revivir el Nuevo Liberalismo, con el entusiasmo que genera la figura de su padre, Luis Carlos Galán, y una trayectoria política que ellos han venido construyendo. Todo estaba dado.
Con la unión de estas fuerzas y el inconformismo de la ciudadanía, algunos pensaron que se trataría de una fuerza electoral que tendría todas las opciones de gobernar. Pero ese proyecto fracasó.
Según los analistas, hay varias razones por las que no funcionó. Una de ellas fueron las peleas internas que se registraron. Ingrid Betancourt criticó a Gaviria por tener “maquinarias”, Robledo tampoco estaba de acuerdo con esos apoyos, Juan Manuel Galán sacó a relucir unos temas que Carlos Amaya tuvo que aclarar, y así todos se golpearon con todos, a pesar de que desde la campaña la estrategia de comunicaciones y marketing político siempre fue buscar mostrarlos unidos y que generaran “esperanza”, un sentimiento que nunca lograron despertar.
Sin embargo, lo que muchos interpretan que más le faltó a la Centro Esperanza fue entusiasmo. Las fotos en las que salían sus integrantes con caras largas y canas no generaban emoción y no conectaban con la ciudadanía. Había pocos liderazgos femeninos. Los videos en los que no había expresión tampoco sumaron.
El votante de centroizquierda siempre estuvo ahí, pero nunca se sintió identificado. Unos cuantos fieles a ese pensamiento, y ante la falta de candidaturas que los representaran votaron por Fajardo en la primera vuelta del pasado domingo, y con eso lograron que alcanzara el 4 % necesario para la reposición de votos, una pequeña victoria para Fajardo y los demás líderes en medio del fracaso.
A Fajardo lo dejaron solo de cara a la primera vuelta. Esos eran los rumores que corrían por la campaña a una semana de acudir a las urnas. Algunos líderes molestos expresaron lo dinámica y ramplona que puede llegar a ser la política en esos momentos decisivos. Aunque varias figuras políticas decían que estaban con Fajardo, la verdad es que ya estaban en otras campañas, mientras que otros sí decidieron hacer público que ya no estaban con el candidato. La falta de apoyos de las bases se evidenció en la votación de Fajardo, que logró solo 165.501 votos más que en la consulta del 13 de marzo.
En medio de todo, en la derrota, Fajardo se mostró tranquilo y aún no ha aclarado si continuará aspirando a cargos de elección popular o dará un paso al costado. Mientras tanto, se espera que otros líderes de ese sector estén en los tarjetones de las próximas elecciones, y en ese sentido la contienda regional del próximo año puede ser una plaza importante para medirse. Allí podrían competir algunos de este sector.
Con la decisión de dejar en libertad, varios de los líderes de la Centro Esperanza y las bases ya están con alguno de los dos candidatos que se disputan la llegada a la Casa de Nariño: Rodolfo o Petro. Otros llegarán, por ejemplo, Carlos Amaya que ya había anunciado que si se daba ese escenario, apoyaría al ingeniero. Gaviria le reconoció al Financial Times su preferencia por Gustavo Petro.
La centroizquierda ahora está a la espera de nuevos liderazgos que generen entusiasmo y que represente las necesidades del centro político del país. Atrás quedaron las épocas en las que candidatos como Mockus recogían con contundencia el fervor de ese sector. Lo que sí es claro es que la Centro Esperanza ahora solo será una anécdota de un proyecto político que tuvo todo para congregar un importante electorado, pero que fracasó.