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¿Cómo podría moverse el mapa de la guerra con el anuncio de Iván Márquez?
Los comandantes guerrilleros que anunciaron su rearme combinan perfiles políticos, bélicos y delincuenciales relevantes. Además, dejaron claro que buscarán alianzas con disidencias de las Farc y Eln.
El anuncio de varios excomandantes de las Farc de retomar las armas tiene el poder de reconfigurar el mapa del conflicto en algunas zonas de Colombia. Esto, por cuenta del peso de los hombres que aparecen en ese video. Iván Márquez, El Paisa, Jesús Santrich y Romaña son cuatro de los más importantes jefes de la desmovilizada guerrilla, que combinan, entre ellos, cualidades que hacen más peligroso su mensaje: poder para traficar drogas y armas, experiencia en operaciones bélicas, discurso político, ascendencia sobre las tropas y conocimiento de varias de las zonas en disputa en el país.
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La fuerza del rearme de estos comandantes depende de las alianzas que puedan trazar y de los hombres, desarmados hoy, que puedan convocar para que regresen a la guerra. Y de la repartición del territorio que, con el acuerdo de paz, ajusta más de dos años en disputa. En el mensaje, Márquez habla de la intención de juntarse con otros exmiembros de las Farc e incluso con el ELN. Y uno de los comandantes del ELN, alias Uriel, respondió dándole viabilidad a esa propuesta.
Sobre las disidencias de las Farc
Las disidencias de las Farc tienen alrededor de 2.000 hombres en cerca de un centenar de municipios de todo el país. La cifra varía un tanto dependiendo de la fuente pero oscila alrededor de ese número. La mayoría están concentrados en el suroriente del país, donde operó el Bloque Oriental, el más poderoso de las extintas Farc. Allí, las disidencias más fuertes son las de lo frentes 1, 7 y 40, comandadas por los máximos líderes, hasta hoy, de la disidencia: Gentil Duarte, Iván Mordisco y John 40.
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Estos comandantes, bajo la batuta de Gentil Duarte, como lo reveló hace un año la revista SEMANA en una edición titulada El Plan para refundar las Farc, son los que más han promovido la intención de rearmar la guerrilla. Para esto, han enviado emisarios a otras zonas del país, para contactar a otras disidencias, incluso armaron un fondo económico para fortalecer nuevas estructuras. Aunque son cabecillas relevante (John 40, por ejemplo, era uno de los narcos más importantes de las Farc), ni Duarte ni Mordisco ni John 40 tenían la influencia y tradición suficiente para mover a disidentes en zonas que no fueran suyas. Pero eso puede cambiar si se alían con los nuevos comandantes rearmados. Sin embargo, hoy esa alianza aún no está clara.
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Tanto Márquez, como Santrich, el Paisa y Romaña tuvieron mucha más visibilidad en la guerra, y en regiones, además del oriente, como el occidente y el norte del país, lo que les podría servir para convocar combatientes de otras zonas. Por otro lado, Márquez dijo en su mensaje que estaba en la región del Inírida, en donde operan las disidencias de John 40. Es decir, en los territorios que hacen parte de la disidencia del Bloque Oriental y en la frontera con Venezuela, país donde se ha escondido por meses, según información militar. Esa zona suroriental ha estado en una relativa tranquilidad desde la firma del acuerdo porque las disidencias allí se han enfocado más en recobrar la fuerza que en combatir o atentar.
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El otro gran foco de disidentes es el suroccidente: Nariño, Putumayo, Cauca. Esta región ha estado en un mayor grado de disputa. Incluso, los disidentes se han enfrentado entre ellos. Este año, por ejemplo, en Tumaco y sus alrededores, el mayor enclave cocalero del mundo, se han enfrentado tres grupos conformados por excombatientes: el de Contador, las Guerrillas Unidas del Pacífico y el Frente Óliver Sinisterra, el que fundó Guacho y hoy está bajo el mando de comandante Gringo. En esa zona del país, por ejemplo, estuvo Romaña tras el proceso de paz. Las Farc lo enviaron allí en su momento precisamente para que pusiera orden a ese caos, pero las mismas disidencias lo sacaron con amenazas de muerte.
La posible alianza con las disidencias que han estado bajo el mando de Gentil Duarte aún no está clara. Un punto a definir sería, por ejemplo, cómo quedarían las jerarquías, si la alianza se diera, entre los comandantes que llevan ya un par de años en las disidencias y los que acaban de anunciar que retoman las armas. Márquez y Santrich tienen un perfil más político, y podrían atraer a las armas a los excombatientes. El Paisa y Romaña tienen un perfil más bélico y enfocado en el narcotráfico, lo que podría fortalecer militar y económicamente a las disidencias.
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En cuanto a la propuesta de aliarse con el ELN, que Uriel avaló, tampoco hay nada claro. Los elenos rondan los 2.000 hombres en armas y están diezmados. Alrededor del 80% de su tropa está ubicada sobre zona de frontera con Venezuela, especialmente sobre Catatumbo y Arauca, y muchos de ellos se han refugiado en el país vecino. Pablito y Antonio García, comandantes de esa guerrilla, están en Venezuela, según el Gobierno colombiano. Sin duda, el refuerzo de hombres de alto perfil en las Farc fortalecería a los elenos, pero esas alianzas de grupos armados han demostrado a lo largo de la historia que no se traducen tan fácilmente en la práctica. La lista de grupos armados en el país incluye a muchos otros: Pelusos, Clan del Golfo, Puntilleros, Caparrapos. Y habrá qué ver cómo se comportan los recién rearmados frente a cada uno de ellos y cómo se insertan en las dinámicas delincuenciales de cada región.
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Lo claro es que las características de los comandantes que anunciaron su rearme, a la cabeza de Márquez, son suficientes para que su llamado se considere como un verdadero riesgo de seguridad. Su fuerza depende de cómo barajen las cartas frente a los otros grupos armados.
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