NARCOTRÁFICO

La historia del hombre que lavó 20 millones de dólares para la mafia

Por años apareció como un exitoso empresario. Pero en realidad era uno de los mayores lavadores de dinero de la mafia. Esta es su historia.

24 de marzo de 2018

Ricardo Cuenca tenía instalada en su mansión de más de 700 metros cuadrados uno de los más impresionantes y modernos sistemas de vigilancia. Le costó un poco más de un millón de dólares y abarcaba una compleja red de más de 20 cámaras que cubrían todos los rincones de la casa, ubicada en uno de los sectores más exclusivos de Armenia y valorada en más de 6.000 millones de pesos. Sobra decir que todos los vidrios eran blindados.

Para sus vecinos, Cuenca, a pesar de sus escasos 36 años de edad, había logrado amasar una considerable fortuna por medio de varias campañas. Lo conocían ampliamente en los altos círculos sociales del Eje Cafetero y Valle del Cauca como el propietario de un grupo empresarial conformado por firmas de construcción, turismo, hoteles, servicios de aseo y fábricas de ropa. En varios lugares del país tenía más de 50 propiedades valoradas en más de 50.000 millones de pesos. Con estas cifras y ese perfil a muy pocos de los habitantes de su conjunto residencial les extrañaba esa obsesión por la seguridad. Sin embargo, el martes de la semana pasada muchos de ellos se dieron cuenta de que detrás de ese amable y millonario vecino en realidad se escondía un curtido mafioso, considerado uno de los mayores lavadores de dinero del narcotráfico de las últimas décadas.

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Ese día, integrantes de la Dijín lo arrestaron al salir de su mansión. Culminaba así una operación que esa unidad de la Policía venía adelantando desde hace más de un año atrás junto con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés). “Los procesos judiciales entre Colombia y Estados Unidos y los de colaboración policial en los dos países permitieron estos resultados que debilitan las finanzas de esa organización de narcotraficantes”, explicó a SEMANA el director de la Dijín, general Jorge Luis Vargas.

Cuenca ingresó al mundo de la mafia a los 17 años. Allí lo llamaban con el alias de Pinky. En los siguientes dos decenios se convirtió en el hombre clave de las finanzas de uno de los hombres fuertes del temido cartel del Norte del Valle: Jaír Sánchez, alias Mueblefino. Este hombre, capturado en 2015 y extraditado un año más tarde, en su esfuerzo por colaborar con las autoridades estadounidenses, contó entre otras muchas cosas los detalles de su operación mafiosa y, sobre todo, cómo y quién lavaba su dinero. Ahí surgió el nombre de Pinky, quien quedó en el radar de las agencias antinarcóticos.

El grupo al que pertenecía Pinky logró despachar más de 250 toneladas de droga hacia México y Estados Unidos en asocio con el cartel de Sinaloa y los Zetas. Contaban con una flota de 14 lanchas rápidas y varios semisumergibles con los cuales enviaban los cargamentos por el Pacífico.

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Mandaban el dinero que recaudaban por esa mercancía desde México hacia Estados Unidos y luego a Colombia. Pinky había creado una red de empresas que incluso tenían sedes en territorio estadounidense y en España. Una de ellas, de maquinaria y otra, de venta de ropa para niños. Escondidos en los aparatos y las prendas camuflaban millones de dólares en efectivo que pasaban los controles aduaneros como exportaciones desde Norteamérica hacia Bogotá o Cali. Una vez tenía en su poder ese dinero, Pinky lo inyectaba en las más de 20 sociedades que conformaban su grupo empresarial. En menos de 5 años logró lavar de esta forma más de 20 millones de dólares producto del narcotráfico.

Su antiguo jefe y otros narcos detenidos en Estados Unidos contaron todo en ese país. De ese modo, comenzó el fin de la carrera criminal de Pinky, hoy solicitado en extradición. El mismo día de su arresto las autoridades también detuvieron a otros cuatro lugartenientes de este lavador de la mafia. Así terminó el imperio del hombre de los 20 millones de dólares.