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EL MISTERIO DE LA AVIONETA

Faltan muchas piezas para completar el rompecabezas del robo del Turbo Commander de la base de CATAM.

4 de abril de 1988

No fue un pájaro. No fue Superman. Fue un avión Turbo Commander 1000 el que protagonizó la semana pasada un episodio digno de las más elaboradas películas de aventuras, como aquellas en las que el reportero Clark Kent se ve obligado a desdoblar su personalidad para poder descifrar un misterioso caso. Del propio terminal militar adyacente al aeropuerto Eldorado de Bogotá fue sacado, en medio de una balacera, un avión que había sido trasladado a esas instalaciones meses antes, precisamente porque se consideraba que en ese lugar, a pocos metros de donde permanece el avión presidencial 001, no sería fácil que volviera a coger vuelo.
A las 11 y 40 minutos de la noche del martes 1°, un hombre vestido de oficial de la FAC llegó al puesto de vigilancia situado a la entrada del Comando Aéreo de Transporte Militar, CATAM, saludó como todo un oficial y para no dejar dudas, en tono enérgico y regañón le informó al guardia de servicio que venía en cumplimiento de una operación secreta. El guardia replicó que no tenia ninguna orden al respecto y el supuesto oficial optó entonces, previo insulto, por gritarle que era él quien daba las órdenes. Esto amilanó al guardia quien permitió así el ingreso del visitante, después de ponerse en posición de firmes y llevarse la mano a la frente en señal de saludo.
Con paso firme de militar, el falso oficial se dirigió hacia donde estaba estacionado el Turbo Commander, con la matrícula plagiada HK3398X que originó su retención, lo abordó y puso en marcha una de sus turbinas. Calentó ese motor algunos minutos y luego de avanzar unos metros sobre la plataforma a una velocidad aproximada de 40 kilómetros por hora, se detuvo para recoger a otro hombre, también vestido de oficial, y cuya presencia en CATAM sigue siendo un misterio. En ese instante, los centinelas sospecharon que algo raro estaba pasando y trataron inútilmente de interceptar el avión que, para ese momento, ya habia prendido su otra turbina. Entre confundidos y temerosos, los BUardiaS se decidieron a disparar. Primero lo hicieron al aire y luego contra el aparato, mientras uno de ellos daba la voz de alarma a la torre de control.
Según la versión divulgada por la FAC, los tiros de los centinelas alcanzaron la nave y averiaron el tren de nariz y el costado derecho del fuselaje. No obstante, el avión continuó su carreteo, mientras uno de los asaltantes respondía al fuego de los guardias. Pocos minutos después y en medio de una noche relativamente despejada, el avión emprendió vuelo, mientras el centro de control aéreo de Bogotá daba aviso a las distintas bases del país sobre el robo del Turbo Commander. Aunque las versiones oficiales afirman que todo esto sucedió en menos de un minuto, SEMANA pudo establecer con fuentes bien informadas del caso, que el avión finalmente decoló pasadas las 12 de la noche, unos 20 minutos después del ingreso del uniformado a la pista aérea. "No fue precisamente una operación relámpago, pues un avión de esos no se prende y se calienta tan rápido", aclaró un funcionario de Eldorado. Otras fuentes aseguran que en la operación actuaron unas 10 personas, que se encontraban desde hacía varías horas muy cerca del avión, al que habían estado preparando para el robo, previsiblemente con la complicidad de "alguien de adentro".

DONDE LAS AGUILAS SE ATREVEN
Lo único absolutamente claro es que hacia las 12 y 5 minutos, la nave se perdió en el firmamento y los radares de Eldorado le perdieron pronto la pista. Sólo cuando los ocupantes del avión (que podrían ser más de los 2 ya establecidos si se tienen en cuenta algunos testimonios recogidos por los investigadores del caso) intentaron aterrizar en el aeródromo de Mariquita en el Tolima, la base militar de Palanquero, la primera del país, fue alertada.
Después de algunos análisis de la situación que incluyó la ubicación del aparato robado en la pantalla de radar de Palanquero, se ordenó el despegue de dos T-33 y de un C-47 artillado con una ametralladora punto 50, hacia las 12 y media pasadas. Y comenzó entonces la maniobra de persecución, que fue descrita a SEMANA por un funcionario de la Aeronáutica Civil, como un episodio que bien hubiera podido ser incluido en la película "Dónde las águilas se atreven". En efecto, el Turbo Commander supo muy pronto que lo venían siguiendo y realizó varias piruetas evasivas que prolongaron la cacería durante cerca de una hora. En concreto, se sabe que el aparato tomó en un principio y a toda velocidad, el rumbo que suele seguirse para ir a Panamá. Existe también la posibilidad de que estuviera buscando una pista para aterrizar en cercanías de Necoclí, sobre la costa este del Golfo de Urabá, donde las autoridades han detectado la existencia de varias pistas privadas. "La verdad -reconoció a SEMANA una de las fuentes de las autoridades- es que perdimos el avión durante algunos minutos. Sólo se le pudo volver a localizar cuando, inexplicablemente, reapareció en la zona del Magdalena Medio, cerca a la región de Doradal".
Hacia las 2 de la madrugada y acosado por la acción de los 3 aviones de la FAC que lo seguían persiguiendo, el aparato aterrizó finalmente en una pista ubicada, según las primeras versiones, en la famosa finca cuya propiedad es atribuida a Pablo Escobar, la hacienda-zoológico de Nápoles, en donde al parecer fue esperado por una docena de carros que, con sus farolas encendidas, hicieron las veces de señales de iluminación de la pista. Las naves de la patrulla persecutora lanzaron bengalas para iluminar la zona y uno de los aviones militares, efectuó un vuelo rasante y activó en varias ocasiones su ametralladora. En los mismos carros que alumbraron la pista para el Turbo Commander, huyeron del lugar quienes 2 horas y media antes habían encendido sus motores en la base de CATAM.
Pero otras versiones recogidas en los alrededores de Puerto Triunfo, cerca a la hacienda Nápoles, por los investigadores del caso, indican sin embargo, que la llegada del grupo de la FAC que venia persiguiendo el avión robado, se produjo en realidad 15 minutos después del aterrizaje de éste, y que el vuelo rasante se hizo cuando ya el Turbo Commander ardía en la pista y en el lugar sólo quedaban algunos empleados, que fueron los que resultaron supuestamente heridos. Algunos testigos aseguran incluso que vigilantes de la hacienda Nápoles respondieron el fuego, lo que llevó a los aviones de la FAC a arreciar su ataque en un tiroteo en el que se supone que una mujer embarazada resultó muerta. La finca fue allanada pasadas las 3 de la madrugada, en una operación rastrillo en la que participaron efectivos de las Fuerzas Especiales de la FAC, así como personal adscrito a la XIV Brigada.
Al día siguiente de los hechos ocurridos en torno al avión, sucedió algo más insólito todavía. El propio Pablo Escobar, en hoja membreteada con su nombre, su firma y su huella dactilar estampada, envió una carta a los medios de comunicación en la que afirmaba, entre otras cosas, que la pista no pertenecía a la hacienda Nápoles y que estaba en capacidad de demostrarlo con las escrituras, que no había sido un avión sino 2 los que aterrizaron en esa pista, y que, "los aviónes militares de la FAC procedieron a abalear de manera salvaje y sanguinaria las instalaciones de la hacienda Nápoles, dejando como saldo varios muertos, entre ellos una mujer en embarazo y un número aproximado de 15 heridos". Pero además anunciaba que demandaría al Estado y que "no descansaremos hasta que estos miserables sicarios oficiales, asesinos de personas inocentes, paguen con todo el rigor de la justicia tan execrable crimen".
En cuanto al verdadero propietario de la pista, la discusión puede resultar inútil. Se sabe que los miembros del cartel nunca, o casi nunca, colocan sus propiedades a su nombre. La zona donde está ubicada la pista aparece a nombre de Elkin Correa, según confirmaron las autoridades a SEMANA, pero eso nada cambia. Más grave en cambio es la denuncia sobre los "varios muertos, entre ellos una mujer en embarazo", punto sobre el que Escobar parece particularmente interesado, como lo demuestra su anuncio de que demandará a la nación.
Los sucesos de la hacienda Nápoles no pudieron ser constatados por los periodistas, ya que no les fue permitido ingresar al lugar. La información corrió exclusivamente por cuenta del Ministerio de Defensa, quien hizo llegar a los noticieros de televisión un cassette en el que se apreciaba el estado en que quedó la avioneta y la forma como los militares procedieron a inutilizar la pista. Las versiones de las distintas entidades oficiales no coinciden en algunos aspectos. Se llegó incluso a presentar una que otra contradicción entre el comando de la Fuerza Aérea y el Ministerio de Defensa, en medio de la confusión horas después de los hechos. Esto se ha prestado para algunas especulaciones y lo que parece claro es que todavía no se ha contado la verdad.

DE PEREIRA A BOGOTA
Aunque el hecho de que un avión sea robado en medio de un tiroteo del terminal militar del primer aeropuerto del país, en su carreteo hacia la pista de despegue se detenga a recoger a un pasajero, luego sea localizado en los radares de la FAC y perseguido por aviones de guerra, hasta que aterriza en una pista adyacente a la finca del hombre que el gobierno norteamericano considera jefe del cartel internacional de la cocaína, son hechos que de por sí pueden calificarse como episodios de película, existen otros elementos que parecen sacados de un guión cinematográfico.
El moderno y muy sofisticado en su equipo Turbo Commander apareció como por arte de magia, al lado de un Super King 200, de matrícula HK3397X (el primero tenía matrícula HK3398X), el 19 de enero en el aeropuerto Matecaña de Pereira. Nadie supo explicar cómo habían llegado allí. Cuando las autoridades risaraldenses, que decidieron retenerlos debido a que tenían matrículas que legalmente pertenecían a otros aparatos, preguntaron a los empleados del Matecaña sobre su origen o propietarios, no pudieron obtener más que evasivas. Lo mismo le sucedió al juez de Pereira a cuyas órdenes quedaron las aeronaves. Lo que sí fue evidente muy pronto, es que su dueño deseaba recuperarlos. Varios intentos de robo de las naves fueron descubiertos durante los 20 días que permanecieron en el Matecaña. A raíz de uno de esos intentos, 4 personas fueron detenidas, pero poco después quedaron en libertad, en algo que las autoridades están investigando ahora, a raíz de los sucedido el martes en la noche. Finalmente, la gobernación de Risaralda decidió poner los aparatos en manos de la Fuerza Aérea, que resolvió trasladarlos a la base de CATAM.
En cuanto al robo del martes a la medianoche, SEMANA llevó a cabo algunas averiguaciones con conocedores del funcionamiento de la base de CATAM. Estas fuentes afirman que en el operativo debieron participar personas que tenían un alto grado de información sobre cuestiones internas de la base, e incluso no descartan que, aparte de la posible complicidad de algunos miembros del personal que esa noche.estaba de servicio, el robo haya sido llevado a cabo por oficiales activos, o cuando menos, por oficiales retirados ya de la Fuerza Aérea. "Lo cierto es que desde cuando llegó ese avión a CATAM -agregó una de las fuentes- fue varias veces carreteado por la plataforma, lo que hizo que el martes en la noche, muchos no se extrañaran de que fuera encendido y movido". Lo anterior explicaría que la reacción de la guardia de la base sólo se haya producido cuando se evidenció que la nave se dirigía a la pista de despegue, así como también el hecho de que el aparato estuviera "en forma" para volar, como cualquiera que se hubiera mantenido en plena actividad.
Según algunas versiones que también están siendo estudiadas por las autoridades, los disparos de la guardia de CATAM no hicieron blanco en la avioneta, ya que hay quienes aseguran que el tiroteo sólo comenzó cuando el avión estaba despegando, muy lejos de las instalaciones de CATAM. Esto explicaría también que la avioneta haya podido volar cerca de 2 horas, lo que hubiera resultado casi imposible si hubiera sido averiada en Bogotá, como aseguró la versión inicial de la FAC.

EL MOVIL
Pero los misterios que rodean el robo del avión no sólo tienen que ver con el operativo del martes, con lo sucedido en la hacienda Nápoles o con el origen del aparato. El interrogante que muchos se plantean es, como en los mejores casos de Perry Mason, cuál fue el móvil que llevó a la mafia a tratar de recuperar un avión, en un episodio que no sólo afrenta a las Fuerzas Armadas, sino que dificilmente se justifica para los grandes narcos, teniendo en cuenta que para ellos comprar un avión es casi tan fácil como lo es para los demás mortales comprar un vestido nuevo. De hecho, son muchos los aviones retenidos por sospechas de narcotráfico, y ninguno desencadenó en el pasado, semejante operación.
Resulta obvio entonces que el Turbo Commander tenía algo muy, pero muy especial. SEMANA pudo establecer que, aparte de ciertas características técnicas que lo hacían muy valioso, se trataba de un aparato que, aunque aparentemente es igual a muchos otros aerocommanders, cuenta con una particularidad que para los narcotraficantes es de inmenso valor. Se trata de una memoria computarizada de rutas de alto nivel de sofisticación. Si se tiene en cuenta que según los análisis que han hecho las autoridades colombianas y norteamericanas, la clave del éxito del Cartel de Medellín, más que las cantidades de droga contrabandeada, son precisamente las rutas ideadas para ingresar la droga a los Estados Unidos, lo que escondía el Turbo Commander era un verdadero tesoro. No tanto porque la mafia no conozca sus rutas y necesite repasarlas en las memorias de los computadores de sus aviones. Sino porque la retención del avión por las autoridades colombianas creaba el riesgo de que esas rutas fueran descubiertas y quedaran en manos de la DEA. Es posible que en el mes y medio de retención, esto no haya sucedido, debido a que para acceder a esas memorias, es necesario, como en cualquier computador, conocer las claves. Pero mientras el aparato estuviera incautado, el riesgo de que las rutas quedaran al descubierto era demasiado alto para los narcotraficantes, quienes habrían resuelto robarlo, aunque en el episodio terminaran destruyéndolo, como en efecto sucedió.
Mucha tela queda entonces por cortale a este caso. ¿Hubo complicidad del personal de CATAM en el robo del avión? ¿Por qué fueron liberados los sospechosos del intento de robo de la nave en Pereira? ¿Por qué razón el avión era continuamente carreteado en la plataforma de Bogotá? ¿Qué fue exactamente lo que sucedió en la hacienda Nápoles? En fin, lo que está claro es que esto es un trabajo para Supermán.