Un despliegue de la fuerza pública pocas veces visto tuvo lugar este fin de semana en Barranquilla, luego de que se denunciara en la mañana del viernes el secuestro del empresario Rodolfo ‘FIto’ Acosta y de su esposa, Katya Barrios, cuando transitaban por un exclusivo sector del norte de Barranquilla.
Una vez conocido el plagio, que ocurrió luego de las 7:30 a.m., unidades del Gaula de la Policía y del Ejército ejercieron una fuerte presión sobre los captores por el corredor suroccidental de la ciudad, donde los 49 investigadores -17 de ellos traídos de otras partes del país- suponían que se hallaban las víctimas. El objetivo, según el comandante de la Policía Metropolitana, general Mariano Coy, era evitar que a los Acosta “los trasladaran a otro lugar de la región”.
El mismísimo alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, repudió el plagio y estuvo al tanto de la operación durante las casi 30 horas de secuestro del empresario, del que poco se conoce. Según las informaciones de los medios de comunicación locales, que siguieron el caso ampliamente el fin de semana -el diario El Heraldo le dedicó su portada dominical- la pareja se dirigía en una camioneta de alta gama a cumplir con cuestiones de la empresa familiar, cuando fueron sorprendidos por un supuesto retén policial.
El secuestro
“Me interceptaron en la carrera 53 con calle 106, por los lados de Pricesmart. Un retén de la Policía. Esa es la parte más delicada que yo veo de la situación, porque eran motos activas de la Policía, de las nuevas, y tenían prendas de la Policía e hicieron el retén con conos y todo. Tenían ahí un vehículo estacionado que, después entendí, pertenecía a los secuestradores”, declaró a la prensa luego de ser liberado, en la tarde del sábado. En Barranquilla no había registros de secuestro desde 2013.
El hijo de la pareja, Andrés, al conocer el suceso, compartió en redes sociales un video en el que solicitaba información para dar con su paradero y daba cuenta de que a las 9:30 a.m. había sido hallada abandonada la camioneta de sus progenitores, en un solitario paraje enmontado en el suroccidente de la ciudad. El automotor estaba con las puertas abiertas y sus llaves tiradas sobre la vía, mientras dentro aún estaba el celular de Fito.
Alrededor de las 6 p.m. del viernes su esposa Katya fue puesta en libertad en el céntrico barrio San Felipe, tomó un taxi y llegó a su casa, en el exclusivo sector de Riomar. “Estuve siempre al lado de ella, nos dejaron todo el día para que habláramos. A ella la iban a liberar a las 6 de la tarde, que estuviera la situación un poco más calmada porque estaba la Policía ‘rebotada’ por toda Barranquilla”, señaló Acosta.
Contó también que su secuestro lo perpetró un “grupo muy organizado”. "Ellos tuvieron todo controlado, son muy precavidos con las comunicaciones, las huellas digitales no las dejan en ningún lado”, añadió, y anotó que en el traslado lo mantuvieron encapuchado. Afirmó que las horas de cautiverio las pasó en “un búnker” que resultó con una “comodidad buena” y que si bien hubo algo de agresividad y nerviosismo al principio, después el trato fue “muy bueno”. Dijo que hubo alguna petición económica, que no especificó, pero dio a entender que no se pagó rescate alguno y que lo soltaron “por la presión de la Policía”.
Acosta fue puesto en libertad, finalmente, en la tarde del sábado, dato confirmado por el alcalde Char. Llegó a su casa también en un taxi, a las 4 p.m., en medio de la algarabía de su familia y amigos, vestido con zapatillas blancas, bermudas claras y camisa negra. Ya ante los medios llevaba una gorra y un chaleco antibalas del Gaula y, con las manos en los bolsillos, narró su odisea a la prensa apostada en su casa y mencionó que sus captores le dieron 20.000 pesos para regresar. “Creo que me botaron por insoportable”, comentó jocosamente.
¿Ilustre desconocido?
De Rodolfo Miguel Acosta De la Torre es poco lo que se conoce, más allá de su vínculo con la firma inmobiliaria Metroárea S.A.S., creada en 2014, propietaria de varias bodegas sobre la Avenida Circunvalar y que es representada por su hijo Andrés Acosta Barros, a quien conocen también como Fito Jr.
En los registros públicos de la Cámara de Comercio de Barranquilla se establece que Rodolfo Acosta aparece como gerente de la empresa Estructuras Metálicas Alumac Ltda. y su esposa, Katya, como subgerente. Ambos también aparecen al frente de la firma -también inmobiliaria- Stock Caribe, junto con Inversiones Katya Barros Arrieta & Cía. Además, la familia mantiene una operación filantrópica a través de la Fundación Metroárea. Acosta también registra en Panamá, desde septiembre de 2000 con la empresa Estructuras Metálicas Alumac S.A.
Una de las pasiones de FIto parecen ser los automóviles deportivos de alta gama. A él le atribuyen haber importado este año de Estados Unidos un Lamborghini Huracan, llevado a la Florida directamente desde Italia, y que tuvo un costo como mínimo de 200.000 dólares, que al cambio son unos 600 millones de pesos. El vehículo, de color naranja, ha sido la fascinación en algunas pocas competiciones y exhibiciones en Barranquilla y sus alrededores.
Adicionalmente, en un video que rueda por la capital atlanticense, Acosta aparece ostentando una gran suma de dinero que lleva en un par de bolsas de papel. Dice que son unos 200 millones de pesos “pa’ las putas de esta noche”, luego afirma que el dinero seria para los integrantes del grupo: “Esto es lo de este grupo del Barlovento, los del Parrish está más abajo”. Termina la escena con Acosta exclamando: “Esta es la dosis de diciembre. Estamos putos, ‘nojoda”.
No es la primera ve que uno de los Acosta moja prensa. En enero de este año, Andrés, el hijo de Rodolfo, fue protagonista de una pelea en el lobby de un edificio de estrato alto, que fue la comidilla de la ciudad.
Tras la liberación de los Acosta, la Policía abrió una investigación para determinar qué fue lo sucedido. “Aquí hay muchas dudas que se están investigando”, afirmó el general Coy sobre los hechos y expresó que “la finalidad es que la verdad salga a flote”.
Y la verdad es que hay muchos cabos sueltos, que esperan respuesta en una rueda de prensa que ofreció el uniformado para este lunes. Como lo señalan medios de la ciudad, quedan cabos sueltos como la identidad de los captores, la pronta resolución de lo que parecía ser un secuestro extorsivo, la verdadera motivación del rapto y las extrañas circunstancias, que pasan por lo “organizado” de los secuestradores hasta el risible hecho de que a un gran empresario le den 20.000 pesos para tomar un taxi. SEMANA estableció que una de las líneas de investigación de la Policía, según una fuente de la institución que pidió no ser citada por no estar autorizada para hablar, tiene que ver con un presunta advertencia de una de las llamadas ‘oficinas de cobro’. Sea esto cierto o no, los barranquillero esperan que la verdad salga a la luz.