CRIMEN
“El monstruo gringo”: así abusó un hombre de tres niñas en El Poblado. Las grabó y les prometió siete millones de pesos que no les pagó
Los investigadores saben que diariamente a la capital antioqueña arriban aviones repletos de extranjeros que vienen en búsqueda de virginidades, de niñas inocentes a quienes someten a las más crueles obscenidades.
El caso de Timothy Alan Livingston le recordó al país la tragedia que viven decenas de niñas en la capital de Antioquia. A Medellín llegan, diariamente, extranjeros en busca de sexo desenfrenado, y especialmente de niñas a las que puedan quitarles su virginidad.
SEMANA contó en un reciente reportaje esas historias llenas de dolor, engaño y perversión. Sus relatos demuestran que las agresiones sexuales y los casos como el de Livingston no son aislados. El hombre fue descubierto en el hotel Gotham de El Poblado con dos niñas de 12 y 13 años el Jueves Santo.
Por cuenta de esta situación, la ciudad está en alerta. Este lunes, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, expidió dos decretos para enfrentar la explotación sexual en el barrio El Poblado. En el primero, suspenden por seis meses consecutivos la oferta y demanda de servicios sexuales en esta comuna. En segundo lugar, se cambia el horario de rumba: los locales tendrán que cerrar las puertas a la 1:00 a. m. Esto estará acompañado de medidas sociales en todo el territorio.
El deseo de corromper la inocencia de las niñas es uno de los lados más oscuros de lo que se vive en ese exclusivo barrio de Medellín. Los extranjeros buscan niñas de 12 años en adelante para violarlas, grabarlas y comercializar esos videos como trofeos de safari.
Sin embargo, impera la ley del silencio. Uno de los casos más escabrosos, que reveló SEMANA para una reciente portada, es el de un norteamericano que contactó a tres niñas de 13 años, les ofreció una considerable suma de dinero y las invitó a su apartamento. Luego abusó sexualmente de ellas mientras iba grabando con una cámara oculta. Las víctimas le contaron a SEMANA que el “monstruo gringo” (así lo llaman) les deslizó la lengua por las partes íntimas, y ellas, en medio de un mar de nervios, solo respiraban agitadas, bajo la promesa de recibir 7 millones de pesos cada una.
Era la primera vez que se enfrentaban a una situación como esta. El atractivo para el depravado estadounidense era su virginidad. Alejandra, una de las niñas, les dijo a los reporteros de este medio que “el trabajo consistía en estar con extranjeros a cambio de dinero. Yo acepté. Él llegó, hubo contacto físico y lo otro que ya sabemos qué es. Estaba nerviosa, sentía mucho asco, estaba perdiendo la virginidad”.
El encuentro lo gestionó una de sus amiguitas, de apenas 14 años, que le prometió 8 millones de pesos de ganancias por permitir el abuso. Ella también sacaría provecho de la situación. “Si la niña era virgen, le daban millón y algo. Si no era virgen, le daban como 500 [mil pesos]”, contó Alejandra, tímidamente. A su vez, reveló que ella era manipulada por una adulta que se ocultaba en un perfil falso de Facebook y nunca daba la cara, solo dictaba indicaciones: “El lugar y la hora donde debíamos estar”. Allí eran recibidas por otra persona desconocida que las trasladaba a unidades residenciales y las entregaba al violador.
Alejandra contó con angustia que fue tirada en una cama gigante junto a otras dos niñas, mientras el estadounidense les daba indicaciones en un español precario. Su “fetiche” era ser el que iniciara sus vidas sexuales. “Yo me sentía con miedo, asco, fastidio. Uno, en ese momento, no demuestra el dolor, tampoco lo hicieron las otras niñas, pero sí estábamos asustadas”, dijo la pequeña víctima, quien apenas cursa séptimo grado de bachillerato.
Esto lo repitió dos veces, pero le incumplieron con los pagos y decidió no hacerlo más. Ella no recibió ni un solo peso por los vejámenes a los que la sometieron. Todo fue un engaño. Hoy, 11 meses después de lo ocurrido, se arrepiente de lo que aconteció. Es solo una niña.