JUDICIAL

El padre que asesinó a sus dos hijos

La desgarradora historia de un vendedor de autos en Pereira que se suicidó, no sin antes matar a sus dos pequeños de 2 y 4 años de edad.

19 de septiembre de 2014
Esta es la casa campestre en la que el hombre, en la foto, tomó la vida de sus hijos y la suya. | Foto: Diario La Tarde, cortesía / Archivo particular

Tomás y Sara nunca llegaron al jardín infantil donde estudiaban. El recorrido diario que hacían desde un exclusivo sector de Pereira, esta vez los condujo a la muerte y de la mano de su propio padre.

La escena del crimen que describen las autoridades es aterradora. Los dos pequeños quedaron tendidos en la cama y su papá sentado a un lado, empuñando en su mano derecha una pistola marca Pietro Beretta, calibre 7,65.

Tomás murió por un disparo en su cabeza y todo indica que se usó una almohada para reducir el ruido. A la pequeña Sara la atravesó una bala que ingresó por su oído izquierdo, y el padre presentaba un tiro de gracia en la sien. Todos los disparos fueron fulminantes y tan cerca a las víctimas, que ninguna de las balas se alojó en sus cuerpos.

Eran las 6:15 a. m. de este jueves 18 de septiembre cuando Humberto de Jesús Herrera Ossa, un hombre de 47 años de edad y reconocido en la 'Perla del Otún' por ser el dueño de una prestigiosa compraventa de carros, arrimó a la casa de su compañera sentimental, Lida García, para recoger a sus dos hijos, Sara, de 2 años y Tomás, de 4.

Desde hace 15 días el señor Herrera no convivía con la madre de sus pequeños porque, al parecer, atravesaban por una difícil situación de pareja. De hecho, entre los elementos hallados en el lugar del doble crimen y suicidio, los investigadores reportaron un documento que da cuenta de que el señor Herrera recibía ayuda sicológica y acudía a terapias de pareja.

En medio de ese drama conyugal Humberto recogió a sus dos hijos para llevarlos al jardín, pero su intención era otra. Cambió de rumbo y a las 6:45 a. m. llego a su macabro y último destino: una casa campestre de un amigo donde se alojaba desde cuando peleó con su pareja.

La casa está ubicada dentro de un condominio en el corregimiento de Combia, en las afueras de Pereira. Allí el vigilante lo vio ingresar en su carro con los dos pequeños, pero más allá de la seriedad, no notó nada extraño. El vigilante también recuerda que esa misma mañana el señor Herrera madrugó mucho y había salido a eso de las 5:00 a. m.

Como la casa campestre estaba en venta, a las 9:30 a. m. llegó su amigo, el dueño, para mostrarla. Pero se encontró con la sorpresa que a la puerta principal le habían puesto candado, entonces tuvo que usar una escalera para trepar el muro e ingresar a la propiedad.

Una vez adentro y al verificar la habitación donde se alojaba su amigo Herrera, descubrió la escena de horror. De inmediato avisó a las autoridades y desde entonces la noticia se supo y tiene conmocionados a los pereiranos.

En el sitio de los hechos, miembros de la Sijín de la Policía racaudan las pruebas para establecer cuáles fueron los hechos. Foto: diario La Tarde / Cortesía

Aunque se trata de un caso muy reciente y la investigación apenas comienza, todo indica que se trató de un doble homicidio y posterior suicidio. Son varios los elementos que llevan a los investigadores a exponer esa tesis como la más fuerte.

La manera como les dispararon a los niños, el arma empuñada por el padre y los antecedentes del supuesto conflicto familiar hacen pensar que se trató de una acción premeditada y planeada por el padre de los pequeños.

Las autoridades por ahora descartan la presencia de una cuarta persona en el lugar de los hechos, no sólo por la manera como murieron las víctimas, sino por el encierro premeditado del padre y porque la versión del vigilante y algunos vecinos así lo infieren.

No obstante, el coronel Ricardo Alarcón, comandante de la policía en Pereira, aclaró que entre las entrevistas realizadas, aún no se ha recibido testimonio de la madre de los niños “porque entendemos el dolor por el que traviesa la familia”; a su vez, lamentó y rechazó que ocurran estos hechos de violencia donde se involucra a niños.

Otro dato importante es que el arma presuntamente usada por el padre era ilegal, ya que no aparece registrada ante las autoridades que custodian su porte y su tenencia.

Y entre las indagaciones preliminares que ya recopilaron las autoridades, se supo que el señor Herrera tenía una decena de anotaciones judiciales que van desde inasistencia alimentaria y violencia intrafamiliar y en algunas de ellas él aparecía como víctima de denuncias por hurto y abuso de confianza.

También se conoció que este era el segundo hogar del señor Herrera, y en total son cuatro los hijos que tenía; los dos más pequeños fueron víctimas fatales de la depresión de su propio padre.