POLÍTICA
El Partido Liberal: una joya o un patito feo para las presidenciales de 2022
La colectividad pasa por uno de los momentos más difíciles de su historia. El apoyo brindado a Alejandro Gaviria desató una fuerte tormenta. ¿En qué puede terminar todo?
Con el honroso título de ser el más antiguo del país y de haber gobernado más en solitario que con alianzas, el papel del Partido Liberal en las elecciones de 2022 es incierto. Su líder, el expresidente César Gaviria, enfrenta una rebelión de alfiles desde hace varios años, lo que ha dejado a la colectividad sin mayores posibilidades de acceso al poder. A seis meses de las elecciones presidenciales, los liberales no tienen un candidato fuerte.
Alejandro Gaviria, quien podría representar el trapo rojo en las urnas, protagoniza un papel poco usual en política, pues no tiene historia de partido, no ha ostentado ningún cargo de elección popular y parecería más bien padecer una especie de ‘vergüenza liberal’. Además, es errático. Fue el expresidente Gaviria el más interesado en traerlo a sus huestes, sin resultados favorables hasta ahora. El exrector de Los Andes es una persona sin experiencia electoral, y sus seis años como ministro de Salud del Gobierno Santos lo graduaron más de tecnócrata que de político.
Tanto Alejandro Gaviria como su mentor, el expresidente Gaviria, han recibido un duro rechazo de un sector de la centroizquierda, en el que han querido moverse. Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Juan Fernando Cristo, precandidatos de la Coalición de la Esperanza, le dijeron a Alejandro Gaviria de manera categórica que no tendrá entrada a esa corriente mientras tenga el respaldo, incluso velado, del Partido Liberal y del exmandatario.
En la Coalición de la Esperanza es bienvenido Alejandro Gaviria, “pero no cabe sino un solo Gaviria, no dos ni mucho menos tres”, afirmó Cristo, dejando entrever que también Simón Gaviria, el hijo del expresidente, está en dicha campaña. De alguna manera, César Gaviria ha contribuido a cerrarle el camino a su protegido en espacios de centro. El expresidente le dijo públicamente a Sergio Fajardo, líder de la Coalición de la Esperanza, que arregle “sus gravísimos problemas con la justicia. Luego hablamos de sus otros entuertos”, agregó.
Este hecho cerró cualquier posibilidad de aproximación segura de Alejandro Gaviria a esa convergencia. De esa manera, Fajardo desempolvó una pelea eterna con el exmandatario liberal, e incluso lo responsabilizó de intrigar contra sus procesos ante la justicia. En el fondo, César Gaviria jamás tuvo intenciones de acercarse a la Coalición de la Esperanza. Es más, fue insistente en que esa no era la ruta de Alejandro Gaviria, pero su pupilo desobedeció y desató una tormenta política que tiene en la mira al liberalismo.
Sin duda, esas peleas desgastan y molestan a varios congresistas liberales, porque, mientras el partido enfrenta luchas públicas en favor de Alejandro Gaviria, él insiste en actuar escondido, utilizando la colectividad por debajo de la mesa para la recolección de firmas, pero sin oficializar el respaldo, como si sintiera que le restará votos entre su electorado. Según la Gran Encuesta de SEMANA realizada en octubre por el Centro Nacional de Consultoría, Alejandro Gaviria no despega y tiene apenas 2,6 por ciento de intención de voto.
Su figura provoca tensión, más que unión, y ha desencadenado episodios de fuego amigo entre los liberales. Por ejemplo, el exgobernador Luis Pérez, un hombre con votos en Antioquia, tomó distancia de la colectividad y explora otros caminos. El exgobernador del Atlántico Eduardo Verano de la Rosa tampoco está muy contento con lo que pasa en su partido e insiste en una convención en la que se decida democráticamente el candidato.
Pérez y Verano han librado muchas batallas en nombre del liberalismo y sienten que esta vez el partido no les dio la posibilidad de medirse, de confrontar, de desempeñar un mejor papel en el debate electoral. A eso se suma la fuerte disputa que vienen librando desde hace meses los senadores Luis Fernando Velasco y Guillermo García Realpe, quienes, pese a su oposición a César Gaviria, no renuncian al partido y libran sus luchas desde adentro. Esta semana, Piedad Córdoba se metió al baile. “¿Quién es Alejandro Gaviria?”, se preguntó, molesta, porque el exrector no es militante y ni siquiera tiene carné del partido. Córdoba se fue lanza en ristre contra el expresidente Gaviria y lo señaló de ser el sepulturero de la colectividad.
Piedad, quien integró la Dirección Liberal y ostentó por muchos años una curul en el Senado en su nombre, entregó esta semana su carné y se fue con Gustavo Petro. “No puedo vivir en un cadáver insepulto”, dijo la excongresista, quien formará parte de la lista al Senado de la Colombia Humana.
Estas bajas podrían causar ruido y afectar las cifras electorales del liberalismo. No obstante, el poder regional de la colectividad no se puede menospreciar y es un atractivo para realizar alianzas. Tampoco es la primera vez que el Partido Liberal padece una gran crisis en sus filas. Las ha vivido en su historia y las ha remontado. Superó la salida de López Michelsen y la de Luis Carlos Galán, con quienes luego hicieron las paces. Lo que ocurre es que ahora las cosas son diferentes.
Petro, por ejemplo, sabe muy bien lo que significa la sumatoria de los rojos en las urnas y quiere aprovecharse de la oportunidad. En 2018, los liberales obtuvieron más de 2.300.000 votos al Congreso, tienen 14 senadores, 35 representantes a la Cámara, participan de 15 gobernaciones –ocho son propias, y siete, en coalición con otros partidos–, obtuvieron más de 2 millones de votos para asambleas departamentales y mantienen control sobre 202 alcaldías.
Recuperar la fuerza popular del liberalismo y juntarla con el progresidmo para transformar a Colombia.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 23, 2021
Ibagué. pic.twitter.com/5cGyO8KK78
Unas cifras que muchos partidos o movimientos en ciernes envidiarían. Por eso, parte de la estrategia del jefe de la Colombia Humana es dividir a los liberales y llevarlos hacia el Pacto Histórico.
El Partido Liberal, sin embargo, aún piensa armar una coalición de centro en la que converjan La U, Cambio Radical, los partidos políticos que concentran mayorías en el Congreso, claves en el Gobierno de Iván Duque. También buscan tocar las puertas del Nuevo Liberalismo.La idea es que Enrique Peñalosa, Juan Carlos Echeverry, Dilian Francisca Toro, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria y Federico Gutiérrez formen parte de una consulta interpartidista en marzo de 2022 y de ahí salga un candidato sólido que vaya a primera. No obstante, hay un problema: Alejandro Gaviria ha descalificado a Gutiérrez, y hoy son como el agua y el aceite.La presidenta de La U, Dilian Francisca Toro, se reunió recientemente con César Gaviria en su casa en Bogotá y entre los temas que quedaron sobre la mesa es que no se vetará a Federico Gutiérrez. En 2016, los liberales respaldaron su candidatura a la Alcaldía de Medellín frente a Juan Carlos Vélez, del Centro Democrático. Además, la relación entre Gutiérrez y Simón Gaviria es antigua y hoy vive su mejor momento.
Se sabe que algunos liberales están buscando acercamientos con Juan Manuel Galán y Germán Vargas Lleras, pero todavía no hay resultados concretos.En ese sentido, Alejandro Gaviria está ante el desafío de decidir si se queda en el Partido Liberal o si seguirá su camino como independiente. Para ser presidente no es suficiente manejar Twitter, publicar videos, imponer vetos, presumir superioridad moral y quedarse sin el apoyo de las estructuras. César Gaviria también enfrenta el reto de demostrar que puede liderar una coalición amplia y con opción de poder. De lo contrario, el Partido Liberal puede correr el riesgo de caer a un nivel muy bajo en 2022.