Medio Ambiente
El piloto de fracking en Puerto Wilches está en el ojo del huracán
Aunque el municipio cuenta con más de 30 acuíferos, la paradoja es que no hay agua potable. Y algunos líderes de la población temen que se pueda poner en riesgo ese recurso vital con la práctica de explotación no convencional de hidrocarburos.
A Puerto Wilches el viento llega lento, manso. Las palmas africanas se mecen poco por la brisa que viaja durante el año, en temperaturas que se mueven entre 22 y 36 grados centígrados. En uno de sus costados discurre el río Magdalena, con una ribera de 157 kilómetros, y en otros costados los bordes de los ríos Sogamoso y Lebrija. Allí también se ubican las ciénagas de Yarirí y de Paredes, además de otra treintena de afluentes, que parecen cumplir con lo que un wilchense cree: “Este pueblo es una isla, tiene mucha agua. Está seco por el verano, pero, cuando empieza a llover, el agua sube”. Y en esas aguas la pesca es sustento, negocio y pasatiempo. En Campo Duro, el corregimiento vecino de la ciénaga de Paredes, hacen gala de uno de los platos más emblemáticos del Magdalena Medio santandereano: el bocachico frito sudado. A esta ciénaga la habitan los manatíes, que en las fuertes temporadas secas quedan atrapados en algunos espejos de agua, hasta donde pescadores les llevan comida para que no mueran.
Hoy, Puerto Wilches no tiene agua potable, aunque sea una ‘isla’ rodeada de afluentes. En la Alcaldía dicen que trabajan para que, al finalizar este mandato, al menos la cabecera urbana y algunos poblados de la zona rural tengan el servicio. Precisamente, quedarse sin agua es una de las preocupaciones de los habitantes por el piloto de fracking que se realizará en ese territorio. Dicha técnica es muy polémica, pues extrae petróleo fracturando rocas del subsuelo y usa grandes cantidades de agua.
El proyecto, inédito en el país, tiene confundidos a los wilchenses. Aunque en el pueblo se habla del tema, hay miedo de tomar una postura a favor o en contra. El Comité para la Defensa del Agua, la Vida y el Territorio (AguaWil) ha mostrado abiertamente su oposición y esto le ha valido intimidaciones y amenazas. El colectivo defiende su punto de vista con argumentos de impactos sociales, técnicos y agrícolas.
Hender Acuña es uno de los integrantes de AguaWil y lleva varios años trabajando en el sector petrolero; manifiesta su pasión por la ingeniería y es consciente de que hay riesgos incontrolables. Cree que con el fracking se podrían afectar los acuíferos del pueblo. “Como seres humanos, no podemos controlar la naturaleza”, dice.
Lo más leído
Hace unas semanas, Ecopetrol instaló tres estaciones de monitoreo para evaluar variables atmosféricas cercanas a la zona donde se realizará el proyecto piloto, llamado Kalé. Gabriel Combariza, vicepresidente (e) de Yacimientos no Convencionales de la petrolera, explica: “Las tres estaciones instaladas monitorearán la calidad de aire en el área donde se realizará el piloto, esto con el fin de establecer la línea base en cuanto a una gama de contaminantes criterio (PM10, PM2.5, NOx, SO2, CO, Ozono), otros contaminantes (compuestos orgánicos volátiles, hidrocarburos no metánicos, BTEX, formaldehído, hidrocarburos aromáticos policíclicos) y sustancias generadoras de olores ofensivos (sulfuro de hidrógeno y amoniaco)”; junto con estas se instaló “una estación meteorológica con el fin de obtener datos climáticos específicos para el área del proyecto”.
Palma africana
La preocupación por el lado agrícola está en la marcada vocación palmera de esta región. El cálculo es, más o menos, así: en la actualidad hay unas 50.000 hectáreas de cultivo de palmas africanas; de ahí se toman los cogollos para extraer el aceite, del que, según dijo el alcalde wilchense, Jairo Toquica Aguilar, se producen unas 200.000 toneladas anuales. Dichos cultivos representan la estabilidad laboral para cerca de 3.500 personas y pueden generar empleo de manera indirecta para unas 10.000 más. El cultivo de la palma es lo que ha permitido que el empleo en el municipio no se vaya a pique.
Ocho años atrás se vieron en aprietos con la pudrición del cogollo o PC, una plaga que obligó a quemar más de la mitad de los cultivos. Era la manera de controlarla y evitar que el contagio se extendiera. Por esa época, era común ver los ‘cementerios’ de las palmas africanas y que la economía tambaleara, pues la producción de aceite se redujo hasta en 70 por ciento. Y, aunque la paradoja es que la economía y un buen número de empleos en Puerto Wilches se deben a este monocultivo, también requiere de grandes cantidades de agua para su desarrollo. A Toquica le preocupa que con un eventual piloto de fracking se perjudiquen los cultivos de palma, “pero nos dijeron que no causaría ninguna afectación por la profundidad del pozo”.
Luis Antonio Pinto forma parte de AguaWil y por años ha laborado en los cultivos de palma; asegura que 90 por ciento de los trabajadores del pueblo están en la industria y todos temen que el fracking falle, porque entonces sería el fin de Puerto Wilches: “Me preocupa, porque qué le voy a dejar a mis hijos”.
Amenazas
Puerto Wilches no fue ajeno a los despojos y acciones de grupos armados ilegales, donde la presencia del ELN y paramilitares se abrió paso para atentar contra líderes sindicales.
La ubicación estratégica en la ribera del Magdalena permite que Wilches comparta límites con municipios de Bolívar, como San Pablo, Cantagallo y Simití; con Gamarra y Aguachica, de Cesar; y con Yondó, en Antioquia. Un corredor por el que los elenos y el Clan del Golfo hacen presencia moviendo pasta base. La preocupación por las amenazas, que advierte AguaWil, no es infundada y, por eso, su labor de pedagogía se redujo considerablemente. Ellos quieren llegar a todos los rincones del municipio para explicar con voces de diversos expertos en qué consiste el fracking, pero prefieren ser prudentes y cuidarse.
Hace unos días se reunieron con el comandante de la Policía del Magdalena Medio, quien les manifestó su acompañamiento y respaldo frente a esta situación, garantizando la seguridad al colectivo. Ecopetrol, por su parte, rechazó las amenazas y compartió que, tan pronto conoció los hechos, remitió la información a la Fiscalía General y a la Defensoría del Pueblo para adelantar las investigaciones.
En caso de aprobarse la licencia ambiental para el piloto, el alcalde y la ciudadanía organizada dicen que no sabrían a quién acudir en caso de un daño ambiental irreparable.
En el corregimiento Kilómetro 8, zona norte, el presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), Rubiel Niño Corzo, expresa que ven con inquietud este tema: “No sabemos cómo va a salir este piloto. Habrá unos que están en contra y otros a favor, pero la verdad es que nosotros estamos neutros, porque no sabemos qué tenemos que hacer”. Desde la JAC de la zona sur de este mismo corregimiento están abiertos a escuchar las explicaciones ante este método de extracción. Ya Ecopetrol se acercó en el desarrollo de sus rondas pedagógicas –de las que, dice, ha realizado más de 320 encuentros–, que complementan con la Oficina de Participación Ciudadana (OPC) en Puerto Wilches.
El futuro del fracking en Colombia se sabrá los próximos días cuando el Consejo de Estado tome una decisión sobre su viabilidad. Mientras tanto, en Puerto Wilches siguen a la expectativa.