Nación
El pregonero mayor, esta es la curiosa historia de Miguel Rincón, la voz comercial de los vendedores ambulantes
Conozca el rostro detrás de la voz que todos los días pasa por su barrio ofreciendo mazamorra, tamales o comprando chatarra. El pregoneo, una practica que puede estar próxima a acabar.
En la esquina del barrio Galán, en el sur de Bogotá, como dice la canción de Celia Cruz, “se oye el rumor de un pregonar que dice así…” en el este caso es la voz de Miguel Rincón, desde hace 50 años fue construyendo la fama para ganarse el titulo del pregonero mayor. Fue la primera voz que se grabó en Colombia para que se escuchara masivamente por entre las cuadras ofreciendo cuanto articulo y servicio exista.
“Amigos habitantes y visitantes de este sector”, así empiezan sus anuncios para lograr, que sin importar qué esté haciendo, cada persona voltee a mirar de inmediato. “Hasta ahí llego yo”, dice a SEMANA, asegura que su trabajo es llamar la atención de los transeúntes o incluso de quienes están tranquilos en sus casas y que lo que viene después depende de cada vendedor, estar atento y tener un buen servicio.
Fue locutor de emisoras; su padre tenía una empresa de perifoneo llamada Corre Caminos, informaba las vueltas ciclísticas que había, hacía publicidad de establecimientos, pero nunca apoyaban a vendedores ambulantes. “Eso era como bajar de categoría”, asegura. Pero un día un amigo que vendía fresas en un camión le pidió el favor de hacer una cuña, para impulsarlo. Claramente molesto y de manera soberbia le respondió que él no tenía para pagarle lo que se merecía, “¿Acaso, pretende que mi voz promocione tomate y cebolla?”, le cuestionó.
El mismo Rincón dice que esas palabras terminaron siendo proféticas porque entre las más de 40.000 piezas que ha grabado, muchas han sido de tomate y cebolla. “En los vendedores ambulantes existía una mina de oro”, reconoce. Aparte, sentía que era un servicio que beneficiaba a las amas de casa, porque los costos en realidad eran más económicos que en el mercado tradicional.
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Empezó a prepararse para ser el mejor en su oficio. Si le piden promocionar guanábana averigua qué tipo de cáncer ayuda a prevenir. Cuando lo contrataron para ofrecer mandarina aprendió que era diurética. No lee los textos, improvisa con los datos que recolecta.
En su escritorio tiene una libreta con las anotaciones pertinentes para cada cuña que tiene que grabar. Lo han contratado para todo, hasta para alertar a la comunidad de un material biológico peligroso que se perdió, para dar saludos de cumpleaños, buscar mascotas y demás.
Se ha negado a grabar dos cosas en particular; una cuando ve que el vendedor ofrece ofertas falsas y dos sobre marihuana, por una razón clave. Él, a sus casi 70 años, es adicto al bazuco y empezó probando la marihuana, el infierno que ha vivido en medio de las drogas lo llena de horror, por eso no quiere que alguien más lo viva.
Afina su voz con un “piano” que está junto al teclado del computador, “Mi tono suele ser la”, explica y seguido explica que aprendió a manejar la edición digital, a medida que aparecieron los computadores, porque antes grabada de manera análoga. Ahora manda las piezas por correo electrónico. Le han llegado a pagar hasta tres millones de pesos por hablar 20 segundos. Pero normalmente cobra $40.000 para una voz que sea trasmitida en perifoneo, $100.000 si es para redes o $300.000 para radio.
Con algo de nostalgia reconoce que los pregoneros están por desaparecer. “Es un mensaje demasiado invasivo, la gente los tiene que escuchar por obligación y eso hace que sea muy difícil. Yo pido disculpas si alguna vez he molestado a alguien”, manifiesta a este medio. En otros países, cuando va a pasar por las calles un pregón tienen que pedir un permiso a las autoridades locales para no molestar a los habitantes del sector, como los llama Miguel Rincón.
Él mismo se molesta cuando trata de descansar y se escucha, “el problema no está en el ruido, sino que los vendedores no atienden las recomendaciones. No debe pasar más de cuatro minutos estacionados en el lugar, si pueden pasar varias veces pero no quedarse ahí media hora”, dice con algo de disgusto, asegura que todo tiene una técnica de mercadeo.
Está desgastado, la extrema delgadez evidencia los problemas de salud que tiene. Confiesa que nunca en su vida ha sentido tanto dolor como en el último mes. Sufrió una caída que por poco lo desnuca, requirió una cirugía de columna y una hospitalización de más de 20 días. Asegura que está mucho mejor, y que espera tener la capacidad de grabar cuñas hasta el último día de vida, sobre todo porque es su sustento, aunque también ha aprendido a diseñar páginas web, para que el desarrollo tecnológico no lo coja con los pantalones abajo.
Es consciente de que el día que él falte se acaba su legado de pregonero, porque de los cinco hijos que tuvo, todos profesionales, ninguno se inclinó por esa vocación, aunque todos tienen el talento de comunicar y son amantes a la lectura como él se dedican a otros oficios, como abogados, ingenieros entre otros.