Legislativo
El presidente electo Gustavo Petro, indiscutiblemente, tendría que poner en marcha una repartija en el Congreso
Los partidos mayoritarios se reunirán por primera vez para definir quiénes ocuparán los cargos directivos del Legislativo, una movida de la que dependerá, en buena medida, la solidez de la coalición de Gustavo Petro.
Las fuerzas políticas del presidente electo, Gustavo Petro, tendrán que enfrentar a inicios de la próxima semana un duro round a fin de asegurar una coalición mayoritaria: la repartija de los cargos directivos del Congreso.
Cada cuatro años, días antes de que se posesionen, los partidos mayoritarios, que generalmente pertenecen a la coalición de gobierno, nombran a sus delegados para que definan qué colectividad ocupará las presidencias del Senado y la Cámara durante el cuatrienio. La cita será este miércoles 13 de julio.
Este será el primer round que vivirá Petro para lograr mayorías en el Congreso, pues partidos como La U y Cambio Radical están a la espera de esta repartija y de la conformación de gabinete para tomar decisiones sobre si se van a la independencia o si actúan como partido de gobierno. Y la verdad es que, como se dice popularmente, no hay cama pa tanta gente.
Para el primer año, el asunto está relativamente claro. Por ser la bancada mayoritaria, el Pacto Histórico tendrá la presidencia del Senado, y Petro ya le dio el guiño a Roy Barreras para que ocupe este puesto, una decisión que generó divisiones en el petrismo.
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Por los lados de la Cámara de Representantes, el pulso está mucho más complejo y desde aquí podrían arrancar las divisiones. La Alianza Verde, que se declaró partido de gobierno, lanzó la aspiración de la representante Katherine Miranda, a pesar de que la fuerza mayoritaria en esta corporación es el Partido Liberal y por derecho propio le correspondería la presidencia en el primer año.
Según conoció SEMANA, ya hubo una reunión previa en la que compromisarios del Pacto Histórico garantizaron el respaldo a la aspiración de los liberales, lo que seguramente generará fracturas con los verdes.
Incluso, en el liberalismo ya se vive un pulso por definir cuál de sus representantes ocupará esta dignidad. En el partido hay dos facciones y cada una tiene sus candidatos. Por la línea oficialista, de la cuerda del expresidente César Gaviria, aspiran Jezmi Barraza y Julián Peinado, y por el ala petrista está Andrés Calle, pero ante la resistencia que ha generado su nombre tienen pensado postular a Carlos Ardila. El temor que hay en el ala gavirista es que poner a alguien muy cercano a Petro sería entregarse en bandeja de plata al nuevo Gobierno y la idea es hacerse desear.
Para los siguientes tres periodos, las cartas están por barajar y el pulso será candente. Según le dijeron a esta revista congresistas del Partido Conservador, en la reunión harán valer el hecho de que son la segunda fuerza en el Senado y la tercera en la Cámara y pedirán la presidencia de ambas corporaciones en alguno de los tres años, asunto que ya se ha conversado con compromisarios de otras colectividades.
En el Partido Liberal, la posición es similar. Además de la Cámara en el primer año, esperan también presidir el Senado, donde son la tercera bancada más grande. Y el Pacto Histórico, al ser la segunda fuerza en la Cámara de Representantes, también pretende una de las presidencias en esta corporación.
Pero el asunto no será tan sencillo, pues desde marzo de este año el Partido de la U y Cambio Radical, conscientes de que son fuerzas importantes, pero no tienen tantas curules, llegaron a un acuerdo para actuar como una sola bancada en determinados momentos. Es decir, juntos sumarían 21 curules en el Senado, más que el Pacto Histórico, y 31 en la Cámara, lo que de inmediato los mete en la conversación a la hora de conformar mesas directivas.
Por ahora, el Partido de la U está interesado en mantener la Dirección Administrativa de la Cámara, que ha sido su fortín político y burocrático en los últimos cuatro años, y esperan alcanzar alguna posición en el Senado. Por su parte, Cambio Radical aspira a hacer valer su condición de cuarta mayor bancada en la Cámara para obtener la presidencia en alguno de los años.
Sin embargo, tendrá que considerarse también el juego que tiene preparado la Alianza Verde, y no es gratuito que se haya lanzado el nombre de Katherine Miranda. Los verdes, a diferencia de las demás fuerzas que han condicionado su apoyo a Petro, ya definieron de manera clara que estarán en el Gobierno y eso termina pesando.
De hecho, el senador Barreras, designado por Petro para tejer los acuerdos políticos para las mesas directivas, ya dejó claro que le darán prioridad a quienes se hayan declarado de gobierno: “En todas las democracias del mundo, la coalición parlamentaria de gobierno, y, por ende, sus mesas directivas, la conforman solo los partidos que apoyan la agenda legislativa del Gobierno”.
Por si fuera poco, fuera del candente pulso que se vive para definir quiénes ocuparán las presidencias, la pelea también se centra en definir en qué periodo estará cada fuerza al frente del Senado y la Cámara.
El más apetecido es el primer año, que es la luna de miel tanto del Gobierno como del Congreso y es cuando el Ejecutivo llega con bríos a radicar sus principales proyectos y se presenta el Plan de Desarrollo. El segundo periodo también es atractivo, pues es la primera vez que la Casa de Nariño tramita su propio proyecto de presupuesto y no el que le dejó el anterior Gobierno. Además, en esta época se realizan las elecciones regionales.Los últimos dos periodos son los menos llamativos, ya que el Congreso y el Gobierno enfrentan un desgaste natural y empiezan a tener el sol sobre sus espaldas.
En todo caso, tener presidente en Senado y Cámara, cuando sea, es algo que todo partido busca, pues esto permite no solo frenar o acelerar proyectos e incidir sobre nombramientos en el Congreso, sino tener interlocución directa con el jefe de Estado y sus ministros.
Con tantos intereses en juego y tantos candidatos para tan pocas sillas, la cuerda de la coalición de gobierno de Petro se empezará a tensar, y ante cualquier movimiento en falso se podría llegar a reventar.
Si el petrismo, por ejemplo, le da su apoyo a la Alianza Verde, a pesar de no ser una fuerza mayoritaria, estaría prácticamente dejando por fuera de las mesas directivas a Cambio Radical y La U, claves para armar mayorías y que están a la espera de cómo quedan posicionados para tomar decisiones frente al gobierno. Pero si les dan la espalda a los verdes, estarían traicionando a una de las bancadas más fieles a Petro.
¿Y el gabinete?
Lo que ocurra en las reuniones de compromisarios de partidos la próxima semana definirá en buena medida el futuro de la coalición de gobierno de Petro, pero también dependerá de los nombramientos que anuncie el presidente electo para su gabinete.
Hasta el momento, ninguno de los siete nombres que ha dado a conocer Petro para ocupar ministerios representa a alguno de los llamados partidos tradicionales, que son de los que depende el mandatario para tener mayorías en el Congreso.
Estos mensajes poco claros sobre la representación política tienen a algunos miembros del conservatismo y de La U pensando si vale la pena asumir el costo político de declararse de gobierno. Esto implica salir a defender al Ejecutivo en asuntos polémicos justo a un año de las elecciones regionales, en las que los ciudadanos suelen cobrarles a quienes acompañan al mandatario de turno, tal como ocurrió con Iván Duque y el Centro Democrático.
Además, el ser de gobierno, si bien les permite tener representación, los amarra también con una agenda legislativa con la que no necesariamente están de acuerdo. Las mayorías en el Partido Conservador ya han notificado que se oponen a asuntos como la regulación del aborto, la legalización de la marihuana y la eliminación de las EPS, asuntos que están dentro del programa petrista.
Igualmente, los tomó por sorpresa, no solo a los conservadores, sino a sectores de La U y Cambio Radical, la propuesta de eliminar la Procuraduría. El asunto ha tenido todo un debate, que ha involucrado argumentos jurídicos y políticos, pero para los congresistas tiene un trasfondo que reconocen off the record, pero que prácticamente ninguno se atreve a aceptar en público: la Procuraduría es un importante fortín burocrático.
Esta entidad tiene una planta de cerca de 5.000 personas y un presupuesto cercano al billón de pesos. No es gratuito el pulso que se genera en el Congreso cada cuatro años cuando se elige procurador.
Gustavo Petro, quien logró una hazaña impensable al sostener a los partidos tradicionales en sus manos, tendrá que revalidar lo obtenido en duras batallas que dará la próxima semana. De estos días decisivos dependerá en buena medida el éxito de su gobierno.