LIBRO
“Petro tiene rasgos populistas”
En su reciente libro 'Populistas a la colombiana', el decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad Eafit, Jorge Giraldo, explica en qué consiste este fenómeno político. En entrevista con SEMANA afirmó que Petro y Uribe son representantes del populismo nacional.
En los últimos años la palabra populismo se ha puesto de moda. En Colombia y América Latina, periodistas, analistas y académicos la han utilizado para referirse a los gobiernos de izquierda o para identificar a personajes como Gustavo Petro en Colombia o a Andrés Manuel López Obrador en México. Sin embargo el concepto se usa de manera peyorativa y sin rigor académico hasta el punto que el populismo significa todo y nada, o a lo sumo, un insulto.
Con el objetivo de reabrir el debate académico y de devolverle la profundidad teórica a este escurridizo concepto, el doctor en filosofía y decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad Eafit, Jorge Giraldo, lanzó hace unos días Populistas a la colombiana. Libro en el que busca aproximarse a este fenómeno poco estudiado en el país.
SEMANA: ¿Qué es el populismo?
Jorge Giraldo: Es un concepto escurridizo. En el libro lo que hago es salirme de la definición tradicional de diccionario. Ubico lo que llamo los ejes trasversales de lo que es una política populista. Me centro en la relación entre el líder y el pueblo como esa entidad colectiva abstracta a la que dice representar. En ese sentido, el populismo tiene unas características, que otros han anotado como la de un líder fuerte, carismático y mesiánico.
Un asunto que me parece importante resaltar es que el populismo es un fenómeno consustancial a los tiempos democráticos. Los movimientos populistas se caracterizan por la importancia que le dan a la opinión, la apelación a las emociones y a los afectos, y el llamado a la movilización permanente. Ahora bien, los populismos como régimen de gobierno se conocen por un carácter autoritario, por tomar decisiones por encima de cualquier institución, y por el clientelismo a gran escala y personalizado en el que el intercambio de favores y de soluciones a problemas debe encarnarse en una persona específica, en este caso, el líder.
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SEMANA: ¿Por qué es tan difícil definir el populismo?
J.R.: La dificultad de definirlo proviene del hecho de que hasta hace muy poco tiempo no contábamos con un corpus de pensamiento populista. Nadie, con muy pocas excepciones, se designa a sí mismo populista. La falta de ese corpus teórico ha hecho que los académicos lo consideren un fenómeno menos aprehensible en comparación con formas políticas como la democracia liberal o los totalitarismos. Pero fíjese que estos últimos dos conceptos también son problemáticos. Hay muchos liberalismos, muchos totalitarismos, e incluso muchos socialismos. En mi opinión, la academia debe hacer un esfuerzo por fijar un concepto de populismo más o menos abierto que pueda englobar cosas disímiles. En América Latina nos quedamos con el modelo argentino y lo que no se adecúe al modelo peronista, no lo consideramos populista.
SEMANA: ¿El populismo es un fenómeno político negativo al estilo de los totalitarismos?
J.R.: El populismo emerge cómo crítica a las sociedades democráticas liberales. En ese sentido, los fenómenos populistas son un síntoma de que algo no funciona bien en las instituciones liberales y en los canales de representación tradicionales. En ese sentido, yo distinguiría dos faces del populismo. Uno es el de los movimientos populistas y la satanización de esta etapa carece de cualquier fundamento. El populismo como movimiento juega con las reglas de la democracia. Es una expresión completamente respetable y distinta al desafío a las instituciones que puede haber en mecanismos como la lucha armada.
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SEMANA: ¿Cuál es la segunda etapa?
J.R.: Es cuando los populistas llegan al poder. Por lo general son regímenes que tienen resultados positivos en el corto plazo, pero que al final de cuentas son transitorios. El populismo no ha logrado subsistir en ningún lugar del mundo más allá de una década. Como régimen de transición uno debería preguntarse ¿qué viene después del populismo en el poder? En América Latina hemos encontrado salidas autoritarias dictatoriales como respuesta al populismo o como evolución del populismo. En Brasil y en Argentina los movimientos de golpe Estado se llevaron a cabo para reversar los efectos populistas y ahorita en Venezuela se recurre cada vez más mecanismos dictatoriales para prolongar el gobierno de las élites chavistas.
SEMANA: ¿Existen populismos de izquierda y de derecha?
J.R.: Existen distintos tipos de populismo pero me resisto a derivar su división entre derecha e izquierda, que es una dicotomía que se agota rápido. La literatura contemporánea tiende a hacer una diferenciación entre populismos identitarios, catalogados de derecha, y populismos sociales, identificados con la izquierda. Pero esa separación hace agua rápidamente. Los populismos sociales de Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil estaban alineados con la obra social de la iglesia católica y con el pensamiento conservador. Lo mismo vemos en el general Rojas Pinilla. Pero más allá de la izquierda o la derecha, para los populistas, no se sienten cómodos con la noción de ciudanía y de derechos ciudadanos. Porque eso significa que el ciudadano tiene unos derechos impersonales sin rendir ningún tipo de lealtad. Y ahí es donde los tipos de populismo se encuentran con las ideologías de derecha y conservadoras tradicionales que también rechazan la idea de un individuo que puede reclamar derechos. Ahora bien, en el ámbito económico, el populismo puede utilizar ideas de libre mercado o de regulación. Menem en Argentina, Salinas en México, Fujimori en Perú y Uribe en Colombia fueron populistas que no tuvieron ningún problema en adoptar lineamientos económicos de libre mercado en el nivel macroeconómico. O puede recurrir a principios poco liberales y estatistas en términos macroeconómicos, como Correa en Ecuador o Chávez en Venezuela. Pero ambos tipos tienen en común su incomodidad con el concepto ciudadanía liberal.
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SEMANA: ¿Por qué intelectuales como Vargas Llosa, Plinio Apuleyo, Moisés Naím, Andrés Oppenheimer, entre otros, identifican al populismo con la izquierda?
J.R.: Por lo general, ellos pertenecen a una familia filosófica liberal que piensa sobre todo en las libertades económicas, en la libertad de empresa y en un capitalismo libertario. Y de allí no salen. Pero si uno sólo se basa en ese criterio, el concepto de populismo que ellos manejan también se desbarata. Usted encuentra cómo el actual régimen nicaragüense de izquierda es bastante neoliberal en el plano macroeconómico, pero bastante restrictivo en términos políticos. Contrario a ellos, yo creo que el populismo puede congeniar con el neoliberalismo, con el libre mercado o con el estatismo y el socialismo. Como dije, la principal característica de los populismos en el poder es su relación con la ciudadanía y las instituciones democráticas. Y vuelvo al ejemplo de Fujimori y Correa, ambos reacios a las libertades democráticas, pero uno neoliberal y otro estatista.
SEMANA: De acuerdo a lo que usted dice y a los gobiernos que se refiere, se podría decir que en América Latina no ha existido otras formas de gobierno distintas al populismo…
J.R.: No, en lo absoluto. Creo que en América Latina han existido países refractarios a la experiencia populista. Chile, Uruguay e incluso Colombia. Aquí hay un salto muy grande entre el gobierno de Rojas y el de Uribe. Nosotros tuvimos unos gobiernos, unos más democráticos que otros, unos más liberales que otros, pero que no se entregaron al populismo. En América Latina ha existido una diversidad de regímenes: dictaduras militares, democracias liberales… En Uruguay ha dominado un régimen liberal que logró llevar a cabo las reformas sociales sin recurrir, al populismo.
SEMANA: ¿Qué diferencia hay entre populismo y fascismo o dictaduras?
J.R.: La mayoría de los gobiernos populistas con pocas excepciones, como Velasco Alvarado en el Perú o Rojas Pinilla en Colombia, han emergido de procesos democráticos. Sin embargo pueden terminar en dictaduras para contrarrestarlos o continuarlos. El populismo tiene afinidades con el fascismo pero son distintos. Los regímenes populistas, así líderes como Perón o Getulio Vargas coquetearan con el fascismo, nunca buscan colonizar la vida privada o homogenizar aspectos sociales como la religión. Cuestiones que el fascismo si intenta hacer.
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SEMANA: ¿Cómo explicarle a los colombianos que Gaitán, Rojas Pinilla, Uribe y Petro son populistas?
J.R.: En todos estos personajes hay unas continuidades simbólicas, como construir un discurso patriótico nacionalista, afincado en los símbolos y en unos personajes de la vida nacional mitologizados: Bolívar, Rafael, Uribe Uribe y en tiempos recientes, Gaitán, hacen parte de su repertorio simbólico. En mi libro muestro cómo Álvaro Uribe menciona con frecuencia a Gaitán. También entre todos estos personajes existen continuidades en sus seguidores. No es gratuito que una parte de la dirigencia del M-19 (Everth Bustamante y Rosemberg Pabón, por decir unos nombres), haya terminado con Uribe. Los populistas colombianos coinciden en construir enemigos internos: la oligarquía, el bipartidismo y en el caso de Uribe, las Farc y el catrochavismo; y en la manera cómo se comportan con las instituciones políticas liberales. Uribe más o menos destruyó la división de poderes, sometió al parlamento, trató de limitar el poder de las cortes y exacerbó el poder presidencial. En este sentido lo de Uribe fue un autoritarismo muy parecido o mayor al de Rojas Pinilla.
SEMANA: ¿Gustavo Petro es populista?
J.R.: Absolutamente. Su discurso, su figura, sus filiaciones internacionales, sus relaciones pasadas con el M-19, la herencia de Rojas, la manera como ha intentado apropiarse de la figura de Gaitán, lo hacen populista. Basta con mirar el discursos que éll hizo en el balcón del Palacio de Liévano cuando se organizó la marcha contra Ordóñez. En fin, tiene los rasgos básicos de un populista o por lo menos de un líder de un movimiento populista.
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SEMANA: Si Uribe y Petro son populistas, ¿en qué se diferencian?
J.R.: Mas allá de que uno sea de derecha y otro de izquierda. Yo creo que la principal diferencia es frente al manejo macroeconómico. El proyecto de Uribe es neoliberal y el de Petro es intervencionista y estatista. La otra diferencia radica en los alineamientos internacionales.
SEMANA: ¿Por qué leer su libro?
J.R.: Porque en Colombia el populismo se ha subestimado tanto en la opinión pública como en la academia. Más allá del interés del profesor César Ayala y de Daniel Pecaut, no hay una discusión académica robusta sobre el tema. Lo que planteo es que el régimen político a partir del 2002, de lo que yo llamo el “uribato”, ha trasformado significativamente la sociedad colombiana a un modo proclive a salidas populistas. No es un tema de estas elecciones. Es un tema que va a estar presente en los próximos años. Si no logramos recuperar una división de poderes seria y restringir el clientelismo, vamos a estar en esa pendiente deslizante hacia un régimen populista o a salidas autoritarias no populistas.
*Periodista e historiador de revista Semana