Home

Nación

Artículo

Iván Márquez lidera la Segunda Marquetalia, grupo que renunció a la paz en 2019. | Foto: Archivo Semana

CUATRO AÑOS DEL ACUERDO DE PAZ

El rearme de las Farc: así operan las disidencias cuatro años después de la firma de la paz

Aunque buena parte de la estructura armada de las Farc se reincorporó a la vida civil y se acogió a lo pactado en La Habana, otra buena porción volvió a la lucha insurgente.

24 de noviembre de 2020

El desenlace del acuerdo de paz, en términos de entrega de armas y desmovilizaciones, no fue el esperado. Aunque buena parte de la estructura armada de las Farc se reincorporó a la vida civil y se acogió a lo pactado en La Habana, otra buena porción volvió a la lucha insurgente y otros cuantos, incluso, jamás la dejaron. Eso, sumado a la lucha por los territorios en los que operaba la antigua guerrilla, deja un panorama bastante complejo en el que sobresalen dos grupos: la Segunda Marquetalia y el extinto Bloque Oriental al mando de Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte.

Hace un poco más de un año, el acuerdo de La Habana sufrió uno de sus peores golpes. Iván Márquez, Jesús Santrich, el Paisa, Romaña y otros 17 comandantes y mandos medios de las extintas Farc aparecieron en un video en el que anunciaban su regreso a la clandestinidad y la fundación de un grupo armado al que denominaron la Segunda Marquetalia. Además de la preocupación sobre el evidente daño que ese anuncio le hacía a la paz, surgieron interrogantes sobre el papel que desempeñaría este nuevo colectivo en un mapa de guerra ya bastante caótico y fragmentado.

Los analistas plantearon varias hipótesis desde el 29 de agosto del año pasado, cuando se difundió el anuncio. La más preocupante: que la Segunda Marquetalia lograría aglutinar, por el peso histórico de sus comandantes, a las fragmentadas estructuras disidentes que se reparten por el país y así conformarían una guerrilla tan poderosa como lo fueron las Farc. Otros apuntaron a que buscarían una alianza con el ELN y otros supusieron que, al ser un grupo de caciques guerrilleros pero sin tropa, estaban condenados a la insignificancia.

Un año después, la Segunda Marquetalia no se convirtió en el mayor actor armado del país, pero cada vez juega un rol más importante en el escenario del crimen.

SEMANA consultó fuentes de la fuerza pública y reportes de la Defensoría del Pueblo que dan cuenta de las acciones de este grupo conformado por unos 1.000 hombres. La organización liderada por Márquez tiene planes nacionales, pero su presencia es más fuerte en Nariño, Cauca, Antioquia, Casanare, Vichada y Arauca. Estos departamentos tienen en común que son importantes centros de producción de cocaína y que por allí pasan rutas del narcotráfico hacia Centroamérica y Venezuela. Y en cada región, a su vez, tienen confrontaciones con otras estructuras delincuenciales.

Inteligencia de la fuerza pública estableció que cuando Márquez trazó el plan le ofreció un espacio a Gentil Duarte. Este comanda las disidencias del extinto bloque Oriental, las más grandes del país con casi 3.000 miembros en los Llanos, la Amazonia y parte del Pacífico. Pero a Gentil no le sonó la idea, pues en el organigrama quedaría por debajo de hombres con mayor peso histórico como el propio Márquez o Santrich. Y, finalmente, él ya había consolidado durante tres años un poderoso ejército. Así que el llamado de la Segunda Marquetalia no produjo mayor eco en un principio.

Hasta que las disidencias del frente 18, conocido también como el Román Ruiz, le respondieron a Márquez y se convirtieron en el primer grupo en sumarse. Esta estructura ha ido ganando fuerza en el nordeste de Antioquia y en el sur de Córdoba, con su base en el Nudo de Paramillo. Lograron abrirse espacio en una zona plagada de actores: ELN, clan del Golfo, Caparrapos y otras disidencias, las del frente 36, comandadas por alias Cabuyo.

Una alerta de la Defensoría del Pueblo explica que ese grupo recluta niños, siembra minas antipersonal y produjo, a finales del año pasado, cuatro desplazamientos masivos en veredas de Ituango y Briceño. Incluso impuso un toque de queda a partir de las seis de la tarde en la vereda Santa Lucía, en Ituango, donde había un espacio de reincorporación de excombatientes que, en su mayoría, se desplazaron este año por tantas amenazas de los grupos que los rodeaban.

El Román Ruiz también ha anunciado “limpieza social” a consumidores de droga, ladrones y “auxiliadores del paramilitarismo”. Este grupo suscrito a la Segunda Marquetalia está en guerra con el clan del Golfo y no se descarta que se fortalezca con alianzas con las estructuras que comparten el mismo enemigo: los Caparrapos y las disidencias de alias Cabuyo.

Otro objetivo del grupo de Márquez es el norte del Cauca, la zona con más cultivos de marihuana del país, y que tiene una salida al Pacífico. Según fuentes de la fuerza pública, allí intentó negociar con alias Mayimbú, un subordinado a la estructura de Gentil Duarte que lidera las disidencias de la sanguinaria columna Jaime Martínez, señalada de la masacre de la candidata a la alcaldía de Suárez, Karina García, y de otras cuatro personas. Mayimbú domina la región tras desplazar a sangre y fuego al ELN y al EPL.

Sin embargo, este criminal no quiso sumarse a Márquez, como dejó claro en panfletos que distribuyó en la región. Allí señalaba a la cúpula de la Segunda Marquetalia como traidores del “proyecto político militar” de las Farc. Sin embargo, Márquez, al parecer, no se rindió. Y en la zona se habla de que conformó un grupo bajo el mando de Walter Mendoza, uno de los mandos medios que aparecen en el video en el que anuncia la creación de la Segunda Marquetalia. Allí estarían juntando hombres de la extinta columna Jacobo Arenas con miembros del EPL.

En la conquista del Pacífico, la Segunda Marquetalia también entró en la guerra por Nariño. Allí, Márquez envió al Paisa, su mayor alfil militar, conocido por haber planeado el atentado al club El Nogal. Lo mandó para intentar reclutar al frente Óliver Sinisterra, fundado por el caído alias Guacho, que tiene más de 300 hombres. Pero lo logró a medias y generó una división entre alias Gringo, que se sumó al proyecto de Márquez, y alias Allende, que se separó y conformó una disidencia conocida como bloque Alfonso Cano, aliada al grupo de Gentil.

Esa división empeoró la guerra en el Pacífico nariñense, donde más de diez estructuras se disputan el mayor enclave cocalero del país. Uno de los peores choques sucedió el 21 de junio, cuando ambos grupos se enfrentaron por más de dos horas en Magüí Payán. Miembros del Alfonso Cano torturaron y asesinaron a 11 integrantes del Óliver Sinisterra. “Dichas personas no solo fueron ultimadas, sino que abrieron sus abdómenes y expusieron sus órganos a la vista pública y posteriormente las lanzaron al río”, reportó la Defensoría en uno de sus informes.

La Segunda Marquetalia tiene su otro eje de expansión en los Llanos Orientales, claves por la salida hacia Venezuela, donde hay una fuerte presencia de las disidencias de Gentil Duarte, junto a sus lugartenientes Iván Mordisco y John 40. En Arauca, especialmente en la zona fronteriza con el estado Apure, por ejemplo, se han registrado choques entre hombres de Iván Márquez y miembros del frente 10, subordinados de Duarte. En Puerto Carreño, también en zona fronteriza, la Policía capturó en mayo a alias Korea. Según esa institución, se trata de uno de los 21 hombres que aparecen en el video de Iván Márquez, y estuvo más de 30 años en las filas de las Farc, donde llegó a ser muy cercano al Mono Jojoy.

Y lo hombres de Márquez también llegaron a Casanare a través del frente José María Córdova, comandado por alias Antonio Medina y conformado por alrededor de 30 hombres de los extintos frentes 28, 38 y 45. Este grupo opera desde 2016 y atendió el llamado de Márquez el año pasado. En ese departamento tienen pactos de no agresión con el frente de guerra oriental del ELN. “Estos actores armados habrían acordado el control del territorio con base en la distribución que históricamente mantuvieron las extintas Farc”, explica una alerta de la Defensoría. Esta semana, ese frente llamó la atención al difundir un video en el que Medina, junto a seis hombres y tres mujeres armados con fusiles, extorsiona a un empresario arrocero de la región.

A un año de su fundación, la Segunda Marquetalia no está ni cerca de cumplir su promesa de convertirse en las nuevas Farc. Sin embargo, ha logrado recoger cientos de disidentes y con su cercanía al ELN se convirtió en un grupo capaz de desafiar a sus viejos compañeros de armas, los disidentes de Gentil Duarte, e incluso al clan del Golfo. No son la peor amenaza criminal, pero el regreso a las armas de Márquez y su gente atiza una guerra plagada de contendientes.

Por su parte, Gentil Duarte sí goza de un número de activos más amplio y corrió con la ventaja militar de no tener que volver a ilegalidad, él siempre permaneció en ella. En 2016 se apartó de lo que se estaba gestando en La Habana a pesar de haber sido negociador. Traicionó la misión que le encomendó el secretariado para mantener la cohesión del frente Primero, que meses atrás se había declarado en disidencia. El comandante que llegó de Cuba a poner orden, terminó descarrilado y creyendo otra cosa.

“Esta banda de los cuatros esperó pacientemente la muerte de los verdaderos jefes del secretariado para tomarse la dirección y llevar a cabo su nefasto plan”, dijo el año pasado en referencia a Timochenko, Pastor Alape, Carlos A. Lozada y Mauricio Jaramillo. La estrategia original terminó mal. Pusieron al ratón a cuidar el queso, y, al final, Gentil se fugó, arrastró más gente y se llevó 3.000 millones de pesos.

Durante estos tres años, tras su retorno, reforzó la primera línea de narcotraficantes puros, a pesar de que trata de envolver a los desertores con un tufillo político que en realidad no tiene. En parte, ese doble discurso se debía a que aún respetaba una jerarquía que por tantos años mantuvo a la guerrilla cohesionada y disciplinada, pero que él mismo se encargó de echar al traste. Ahora, dado que no mostró interés en unirse a la Segunda Marquetalia, se enfrenta a ellos y soporta las críticas de la opinión pública y sus antiguos compañeros en armas que hacen parte de la legalidad.

Inteligencia militar lo ubica en la frontera con Venezuela, desde donde controla una buena parte del mercado de la minería ilegal, especialmente coltán, y coordina envíos de coca y trabaja en sociedad con el temido Cartel de Sinaloa. Los mexicanos, en contraprestación, lo dotan con armamento. Pero no es su único proveedor, las autoridades venezolanas y la mafia Siria también contribuyen a su fortalecimiento militar.