ESPECIAL 20 DE JULIO

El regreso a la patria de Nubank y su fundador

David Vélez siempre tuvo el deseo de emprender en su tierra: Colombia. Sin embargo, las circunstancias lo llevaron a crear Nubank en Brasil. Ahora, David y Nu llegaron a su patria para quedarse.

17 de julio de 2021
| Foto: Harvin Villamizar

Soy paisa de pura cepa. De esa tradición que flota en el espíritu de todo habitante nacido y criado en el Valle de Aburrá. Una tierra cuya tradición es la de los aventureros abriéndose camino en la niebla de lo ignoto. Una geografía –y su gente– que se enraíza en el trabajo de los arrieros antioqueños desbrozando el monte. Crecí con esas ansias de emprender. Con esas ansias de trabajar para abrirle camino al futuro. Con ansias de construir. El día que más orgulloso me sentí de ser colombiano viene de esta historia.

Es el 30 de septiembre de 2020. Un día inolvidable para el resto de mi vida. Estoy en Bogotá, en un evento que reúne a líderes, creadores y embajadores de nuestro país. Tomo el micrófono en frente del presidente de Colombia y siento esa adrenalina centelleante directo en el estómago. Me emociono antes de hablar. Estoy a punto de dar una noticia que, ojalá, modificará para bien a millones de vidas financieras.

David Vélez es el fundador de Nubank, el exitoso banco digital creado en Brasil. | Foto: Crédito: Cortesía Nubank

Nu nace en Colombia. Y no puedo dejar de sentir una felicidad que llega al cielo. Ese día lo recuerdo como el cierre de un ciclo y el comienzo de otro. A los 8 años me tocó salir del país con mi familia escapando de la violencia que azotaba nuestra querida Colombia. Desde ese día habían pasado 30 años.

En el medio, había crecido en Costa Rica, estudiado en universidades norteamericanas, trabajado para grandes bancos de Estados Unidos y Latinoamérica, y en fondos de inversión globales. Cuando finalmente me decidí a emprender y a crear lo que en 2013 era una realidad desconocida para los latinoamericanos, pensé en hacerlo en mi país. Las circunstancias y la oportunidad me llevaron, sin embargo, a crear una empresa de servicios financieros enteramente digital en Brasil. Pero siempre sentí un lazo fuerte que me ataba a esta patria, y tenía la convicción de que en algún momento regresaría. Porque la necesidad de liberarse de las cadenas de la complejidad de los bancos tradicionales cruza a todo el continente.

Aquel día en que lanzamos Nu había 100.000 personas conectadas. Sentí que los ojos de Colombia se posaban en lo que era el proyecto de mi vida. Sentí orgullo de esa mirada. Y también tuve un orgullo más íntimo. Mis padres, quienes me guiaron en este camino de emprender sin saber a dónde me llevaría, habían venido de lejos para estar ahí conmigo. Para estar juntos, en nuestra tierra.

El arriero y la arriera que me dieron la vida en este país, donde el sol, a pesar de las desavenencias y los tiempos amargos, siempre vuelve a nacer en los corazones. Entonces lo sé muy bien: el día que más orgullo me sentí de ser colombiano fue ese 20 de septiembre. Porque fue el día en que, de algún modo, terminé de enlazarme con esa tradición de arrieros antioqueños. En medio del Valle de Aburrá. Desbrozando un nuevo monte.

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