NACIÓN
El regreso del miedo a los Montes de María
La subregión conformada por 15 municipios de Bolívar y Sucre vive una nueva escalada de violencia. La presencia de grupos ilegales, control territorial, procesos de restitución de tierras y persecución a líderes, los principales detonantes.
Leonardo Luna y Elianeth Angarita estaban sentados frente al televisor cuando sintieron los disparos sucesivos. Como es normal, hicieron lo necesario para protegerse. Al cerrar la puerta de la calle cayeron en cuenta de que Farith Leonardo, su hijo de 17 años, no había regresado de la tienda. Enseguida imaginaron lo peor. En medio de un ataque de nervios, la mujer le pidió a su esposo que saliera a buscarlo porque le dio la impresión de que el sonido de las detonaciones provenía del sector por donde debía regresar.
Tristemente acertó. Después de caminar el par de cuadras entre su casa y el sector de La Loma, en el barrio Villa María, Leonardo halló tendido el cuerpo de Farith y junto a él, el refresco y una pastilla para el dolor de cabeza que la madre le había pedido comprar. La escena es el símbolo del miedo y la nueva escalada de terror que viven los Montes de María, una zona históricamente golpeada por la violencia en la región Caribe.
A las 7 y 30 de la noche del pasado 7 de septiembre, tres hombres armados dispararon, sin mediar palabras, contra un grupo ocho de jóvenes que charlaban en las terrazas de unas casas contiguas. Farith Leonardo y Jesús David Benítez Pineda, ambos de 18 años, murieron en el lugar. Horas más tarde fallecieron, mientras recibían atención médica, Jorge García Barrios, de 37 años, y Deivi Ronaldo Montes Parra, de 27 años. Dos más resultaron con heridas de consideración. Según testigos, si los muchachos no hubiesen reaccionado rápido a los tiros, la tragedia habría sido mayor.
La masacre fue el segundo hecho violento registrado en el departamento de Bolívar en menos de 24 horas (el día anterior tres hombres habían sido acribillados en Simití) y el cuarto ocurrido en El Carmen de Bolívar en menos de un mes.
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Lo que se conoce como la subregión geográfica de los Montes de María está conformada por 15 municipios, ocho de estos en el departamento de Sucre (Ovejas, Chalán, Colosó, Morroa, Los Palmitos, San Onofre, San Antonio de Palmito y Tolú Viejo) y siete en Bolívar (El Carmen de Bolívar, María La Baja, San Juan Nepomuceno, San Jacinto, Córdoba, El Guamo y Zambrano).
El Carmen de Bolívar se encuentra en el eje del centro vial conformado por la Troncal de Occidente (que lo conecta con San Juan Nepomuceno, San Jacinto y Ovejas), la Troncal del Caribe (María La Baja, San Onofre y Tolú Viejo) y la Troncal de los contenedores (El Plato, Magdalena, y Zambrano), lo que se convierte en una de las principales razones por lo que la violencia armada se ha concentrado en el municipio. Desde 2018 las Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo vienen advirtiendo de los riesgos a los que está expuestos la población y sus líderes en todo este territorio.
Es decir, explica el investigador Luis Fernando Trejos de la Universidad del Norte, en El Carmen confluyen rutas que vienen desde centros de procesamiento de clorhidrato de cocaína en el sur de Córdoba y el Magdalena Medio, y llegan hasta los puntos de exportación en el golfo de Morrosquillo pasando por San Onofre. La reactivación permanente de esa vía por parte de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o El Clan del Golfo puede deberse, entre otras razones, a la guerra que libran contra Los Caparros en el Bajo Cauca y el sur de Córdoba, y las acciones ofensivas del Ejército Nacional en el mismo territorio, que los habrían obligado a buscar nuevos caminos para la exportación por fuera de Urabá y Córdoba.
Lo llamativo de la situación actual, señala el investigador, es que se puede afirmar que hoy en los Montes de María se viene presentando una “violencia sin conflicto armado” ya que no hay confrontación militar, porque solo hay presencia de un actor que en este momento ha desplegado una violencia de baja intensidad, algo que es común durante los procesos de atomización criminal en los que se territorializa la violencia armada concentrándose en la captura, disputa y administración de rentas presentes en territorios subnacionales.
Si se quisiera hacer un comparativo, se podría decir que la situación actual de los Montes de María es muy similar a lo que sucedía a finales de la década de los 80 e inicios de los 90 del siglo anterior, cuando llegaron a ese territorio narcotraficantes y sus grupos armados, usando el golfo de Morrosquillo como un importante punto de salida de clorhidrato de cocaína.
Esa atomización del conflicto ha terminado por poner en la mira a la población civil y, especialmente, a todas aquellas personas que representan un liderazgo de resistencia a la ilegalidad o las injusticias. Por ejemplo, al líder sindical Ovidio Baena lo asesinaron a golpes el 27 de junio mientras descansaba en una hamaca de su finca en el corregimiento de Macayepo, lugar adonde había ido a pasar la cuarentena del coronavirus. Hasta el momento no hay pistas de los asesinos.
El día anterior habían sido asesinados Carlos Farid Ortiz, de 34 años, y su hijastro Cristian David Anaya Herazo, de 20 años, en el sector de Caño Negro, entre El Carmen de Bolívar y Zambrano. La misma zona de donde 37 familias salieron huyendo a mediados de agosto, al ser amenazados después del asesinato de Enrique Medina, un campesino de 60 años, quien fue acribillado por desconocidos mientras trabajaba en su finca Loma Alta.
Tres personas más, como Medina, también vinculadas a procesos de restitución de tierras fueron asesinadas en los últimos dos meses en los Montes de María. Todo porque, aunque las autoridades no suelen mencionarlo muy a menudo, la zona está en medio de conflictos por procesos de devolución y reconocimiento de grandes extensiones de tierras.
Armando Mercado Vega, investigador del Grupo Regional de Memoria Histórica de la Universidad Tecnológica de Bolívar, señala que entre los años 1996 y 2011 en los Montes de María los grupos paramilitares despojaron unas 110.000 hectáreas a campesinos. De ahí que muchos de sus habitantes y líderes hoy están en medio de procesos de restitución. “Esta es una de las zonas donde más abandonos y despojos hubo. Es cierto que el Gobierno nacional ha hecho un esfuerzo, incluso antes de la Ley de Restitución. Es una barbaridad que sin previas investigaciones o resultados judiciales ahora todas las muertes sean relacionadas con el microtráfico, tan ligero como las declaraciones del anterior ministro de ‘líos de faldas’. Esa también es una manera de estigmatizar a las víctimas”, dice.
Los procesos de restitución en los Montes de María, según Mercado, también se enfrentan a la estigmatización de las élites locales y sus representantes, como el propio alcalde de El Carmen de Bolívar, Carlos Torres Cohen, quien se ha declarado de forma abierta en contra. Posición que no sorprende para nada, pues él mismo es señalado como uno de los acaparadores de tierras durante el conflicto, por lo que un fallo judicial le ordenó hace siete años devolver un predio de 62 hectáreas que compró, a casi un tercio del precio real, a un campesino obligado a salir del territorio por amenazas.
Historia
Aunque aún no se puede decir que es similar a las épocas más críticas del conflicto y la presencia de grupos armados ilegales en la zona ha sido una constante, desde el año 2018 líderes locales y la propia Defensoría del Pueblo han venido alertando sobre el crecimiento alarmante de nuevas estructuras ilegales.
Entre 1970 y finales de los años 80, las guerrillas eran los grupos de mayor presencia en los Montes de María. Luego, el periodo 1996-2004 es recordado como el más sangriento y doloroso porque se perpetraron las masacres por parte del Bloque Héroes de los Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia, como las de El Salado, Chengue y Macayepo.
Desde 2006, con la desmovilización paramilitar, a través de la Ley (975) de Justicia y Paz, quedaron en los Montes de María reductos reciclados de menor de tamaño, que al cabo de unos años terminaron con una gran disputa entre Los Rastrojos, Los Paisas y El Clan del Golfo o las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Este último grupo acabó imponiéndose e inició su estrategia de presencia selectiva en las zonas periféricas principales.
Para el Observatorio de Cultura, Política, Paz, Convivencia y Desarrollo de los Montes de María de la Universidad de Cartagena es innegable cómo la tendencia muestra un incremento de las muertes violentas en los tres últimos años, que coinciden con el reposicionamiento de grupos como el Clan del Golfo. Entre 2012 y 2017 se registraron 176 muertes violentas en los Montes de María; en el periodo 2016-2019 la cifra aumentó en 51 casos. Solo el año pasado los 15 municipios sumaron 78. Este año aún no hay una cifra oficial, pero los hechos recientes hacen pensar que las cifras podrían dispararse.
El pasado 14 de febrero, el líder Jorge Montes, del Espacio Regional de Construcción de Paz, tuvo que salir del territorio debido a serias amenazas en su contra de parte del Clan del Golfo. Desde el lugar en que está resguardado le dijo a SEMANA que desde septiembre del año pasado le advirtieron a las autoridades de la presencia de hombres armados en las poblaciones, pero por omisión y terquedad estas no reconocían la gravedad de la situación. “Cuando lo denunciamos nos insultaron los altos oficiales y no nos creyeron. Ahora tuvieron que reconocerlo. Tanta en las zonas altas como en las bajas de los Montes de María ya han hecho presencia grupos de hasta 50 hombres armados de las AGC”, dice.
Esta dura situación no es exclusiva de los Montes de María, según el Centro de Pensamiento UNCaribe de la Universidad del Norte. En 50 de los 197 municipios de la región hay presencia comprobada de organizaciones ilegales. La entrada con protagonismo en el negocio del narcotráfico de otros grupos, reorganización de bloques guerrilleros y el regreso a los territorios de antiguos excomandantes paramilitares son las causas de una nueva ola de violencia que parece estar sin control.
Horas después del asesinato de los cuatro jóvenes, incluido Farith Leonardo, en el barrio Villamaría de El Carmen de Bolívar, las autoridades nacionales, en cabeza del ministro de Defensa, anunciaron la creación de una Fuerza de Tarea para el control del territorio y ocho acciones militares más.
A pesar de más de varias décadas difíciles, que han cobrado la vida y han provocado el desplazamiento de muchos, los Montes de María han demostrado tener una sociedad civil muy fuerte. El gran número de organizaciones que allí trabajan por la paz territorial son testimonios del trabajo. Por eso será que los líderes e investigadores consultados coinciden en que los procesos de reivindicación y de justicia siguen vivos, por lo que creen que será muy difícil que la historia reciente de guerra se repita. Para lograrlo, aseguran, hará falta el respaldo institucional.