DESMOVILIZADOS
El último bolchevique
Así murió un frente de 150 hombres que el ELN tenía en el norte del Tolima. Breve retrato de una insurgencia decadente.
El pasado 13 de mayo, Juan de Dios Calderón, más conocido como 'Cachetes', recibió la llamada de un oficial del Ejército con la noticia de que 'Pablo', el número uno del Frente Bolcheviques del Líbano, del ELN, había muerto en un combate. Desde hacía varias semanas, Calderón, que era el número dos de ese frente insurgente, hablaba clandestinamente con los militares explorando las condiciones de su desmovilización. Unos años atrás, eso habría sido impensable.
En 2003, el Frente Bolcheviques, que operaba en el norte del Tolima, estaba mejor que nunca. Tenía más de 150 hombres, ya que se había visto reforzado con 90 guerrilleros del ELN que sobrevivieron a la Operación Marcial en el oriente de Antioquia, y que recorrieron medio país para crear una nueva fuerza que se proyectara hacia Bogotá. 'Pablito', el temido jefe de los elenos en Arauca, se
reunió con ellos y les ordenó desplegarse hacia Cundinamarca, Quindío y Pereira. Además les dio la tarea de convertirse en el centro de entrenamiento para las milicias urbanas y universitarias de Bogotá. Las mismas que han aparecido en videos recientemente en la Universidad Nacional.
Pero en lugar de crecer, el Frente Bolcheviques del Líbano se empezó a desmoronar. La presión del Ejército en la zona, que se incrementó según Calderón en 2005, hizo agua sus planes. Ese año el mando del Frente tuvo que ser removido porque apenas unas semanas después de recibir el grupo, le mataron ocho guerrilleros cuando los militares llegaron de sorpresa a un campamento. En ese momento, tenían más hombres que armas. En promedio un fusil por tres combatientes. Uno de los comandantes del Frente desertó al ver que no había ni viveres para él y sus hombres.
Durante seis meses habían comido solo papas que les regalaban los pobladores y carne de vaca robada a quienes se negaban a pagar la 'vacuna'. Porque prácticamente a lo único que se dedicó el Frente en los últimos años fue a la extorsión. "No asimilamos el cambio que se estaba dando en el área", dice Calderón.
A medida que el Ejército incrementaba las operaciones, los guerrilleros quedaban más aislados, y la población colaboraba más con las autoridades. "Las recompensas funcionaron porque la gente empezó a delatarnos", cuenta. Tanto es así que hacía dos años Calderón no salía a ningún caserío ni pueblo. Los desertores se multiplicaban cada día.
En marzo de 2009 el Frente sufrió uno de sus golpes más duros, cuando mataron a alias 'Mauricio', que era el jefe del Frente. Desde entonces solo quedaron dos comisiones en la zona, en total ocho personas. Una liderada por 'Pablo' y otra por Calderón. La orden del Comando Central era mantenerse en la zona, vestidos de civil, preparando a la población para la revolución que vendría en un futuro "cuando el pueblo tomaría las armas".
El agotamiento y los signos de agonía del ELN ya le parecían inequívocos. "Teníamos 27 fusiles encaletados porque no había gente que quisiera empuñarlos. Llevaban tres años en canecas con grasa para que no se dañaran". Por su experiencia y por lo que vio, cree que hoy esta guerrilla ha perdido el 60 por ciento de sus hombres y de su capacidad. En el último año intentaron servir como base de entrenamiento para jóvenes de Bogotá que se habían vinculado al ELN. Pero de 20 que esperaban para darles entrenamiento en el manejo de armas, solo pudieron llegar dos. Las operaciones militares en el área no permitieron que se hiciera la escuela.
Por eso el día que mataron a 'Pablo', Calderón entendió que ya la suya era una causa perdida. "Fue un tiempo desperdiciado. Después de 15 años no vi ningún resultado. Los cambios sociales en otros países se han dado por otros medios", dice hoy, cuando comienza su vida como desmovilizado.
Y aunque la palabra derrota le suena dura, sabe que él es el último bolchevique de un Frente que se extinguió en cuestión de un lustro, y al que al final le sobraban los fusiles que ya nadie quería llevar al hombro, sin esperanza de triunfo. n