Julián Guevara fue secuestrado en noviembre de 1998 en la toma a Mitú cuando era capitán de la Policía. En 2006 murió en cautiverio en la selva. Su mamá, Emperatriz, tuvo que esperar hasta abril de 2010 para que las Farc le entregaran el cuerpo de su hijo.

GUERRILLA

El verdugo del Mayor Guevara

Al mejor estilo de los perseguidores de nazis, una unidad de élite del Gaula de la Policía se dedica a cazar a los guerrilleros que han secuestrado uniformados. El carcelero del mayor Julián Guevara, muerto en cautiverio, fue su primera presa.

5 de noviembre de 2011

En la triste y larga historia de los militares y policías caídos en manos de las Farc, uno de los dramas más recordados es el del mayor de la Policía Julián Guevara. Durante casi diez años, los colombianos vieron en los medios de comunicación la desgarradora imagen de su madre, Emperatriz, quien con estoicismo clamó por su liberación y, cuando él murió en cautiverio, pasó varios años más pidiendo la entrega del cuerpo de su hijo. Lo que el país no sabe es qué pasó con sus verdugos.

El suplicio de Guevara comenzó a las 4:30 de la madrugada del primero de noviembre de 1998, cuando cerca de mil guerrilleros atacaron la estación de Policía de Mitú, Vaupés. Tras 72 de horas de combate y una lluvia permanente de balas y cilindros bomba, los policías se quedaron sin munición y no les quedó más opción que rendirse. El balance oficial de esa toma fue de 37 muertos y 61 uniformados capturados, entre los que estaba el capitán Julián Guevara. Durante los siguientes seis años, sus carceleros dieron a conocer algunas pruebas de supervivencia del joven oficial. En cada video se evidenciaba el deterioro de la salud de Guevara. En febrero de 2006, las Farc publicaron un escueto comunicado en el que informaban que Guevara había muerto en la selva de "una repentina enfermedad que en cuatro días acabó con su vida". Tenía 41 años. Su muerte en cautiverio no fue suficiente para la guerrilla, que por cuatro largos años se negó a entregar su cuerpo. Emperatriz siguió acudiendo a marchas y reuniones de familiares de secuestrados ya no para pedir por la liberación de su hijo sino por la entrega de sus restos. Cuatro años después, el primero de abril de 2010, las Farc dieron las coordenadas del lugar donde estaba enterrado Guevara y este fue ascendido póstumamente al grado de teniente coronel y finalmente sepultado con los honores de un héroe. Para la familia, fue el fin de un calvario de más de 11 años. Para la Policía, era apenas el comienzo de una larga cacería.

En 2006, cuando se conoció la noticia de la muerte de Guevara, el Gaula de la Policía conformó una unidad, conocida como Gaula élite, de la cual hacen parte 50 de sus mejores hombres. El grupo tenía dos objetivos: rescatar a sus compañeros en la selva y capturar a los guerrilleros involucrados en los secuestros y asesinatos de policías y militares. En el mundo son bien conocidos los antecedentes de Israel, que ha dedicado décadas a cazar criminales nazis, y los de agencias federales estadounidenses, las cuales, sin importar el tiempo ni los costos, persiguen a quien atente contra alguno de sus agentes. Es célebre el caso de Enrique Camarena, el agente de la DEA secuestrado, torturado y asesinado por narcos mexicanos en 1985, que llevó a la DEA a lanzar la Operación Leyenda, la investigación más grande por un homicidio en la historia de esa agencia, la cual involucró hasta secuestrar y trasladar a Estados Unidos de algunos de los sospechosos. El grupo élite del Gaula asumió esa tarea en Colombia y la de los verdugos de Guevara fue su primera misión.

Comienza la cacería

Para mediados de 2006, varios hombres del Gaula fueron enviados a media docena de municipios en Guaviare y Meta. Algunos iban bajo fachadas de ser vendedores ambulantes y otros llevaban equipos de última tecnología para escanear las comunicaciones de los guerrilleros en la zona. Sabían que quienes habían custodiado a Guevara eran del frente 43, que actuaba en esas zonas. El objetivo era establecer con certeza quiénes habían sido los carceleros de Guevara. Tras varios meses, un hombre del Gaula logró identificar a uno de los guerrilleros de ese frente y ganarse su confianza. El subversivo le contó que Guevara murió a causa de una tuberculosis que los guerrilleros no le quisieron tratar. También, que su cuerpo había sido enterrado en un lugar sobre el río Apaporis. Y le entregó los alias de los cuatro guerrilleros que fueron los custodios y, a la postre, los verdugos que dejaron morir a Guevara por falta de atención. Uno de ellos, Enrique, murió en su campamento, a comienzos de 2008, cuando manipulaba explosivos.
Otros dos, Andrés y Aldemar, cayeron, respectivamente, en un bombardeo y en combates, meses más tarde. El único que quedaba vivo era Sandoval.

En julio de 2008, algunos de los 15 liberados en la Operación Jaque entregaron datos sobre Sandoval, a quien calificaron como uno de los más crueles carceleros de las Farc. Con esa información, los hombres del Gaula establecieron que se trataba de Libardo Vargas, nacido en Monterrey, Casanare, e ingresado a la guerrilla en 1999. Casi nunca salía de la selva, lo que hacía prácticamente imposible capturarlo. Sin embargo, tras varios meses de pesquisas, localizaron a sus seis hermanos en Puerto Lleras, Meta. Bajo diferentes coberturas, varios hombres del Gaula llegaron a vivir a ese municipio para poder realizar seguimientos a los familiares. Sus teléfonos también fueron intervenidos con la esperanza de que Sandoval se comunicara con ellos. Durante casi un año los miembros del Gaula esperaron sin resultados. En octubre de 2009 interceptaron una llamada entre integrantes del frente 43 en la que hablaban de que Sandoval había desertado y se había robado 30 millones de pesos en efectivo.

Sin mayores datos, los miembros del Gaula élite rastrearon municipio por municipio. En diciembre establecieron que su presa se había escondido durante unos meses en una finca de Cumaral, Meta. Cuando llegaron al lugar, Sandoval se había ido un par de días antes. Meses después, gracias a los seguimientos a la familia y a las interceptaciones, lograron determinar que estaba escondido en un barrio marginal en Villavicencio. Pero, por unas horas, el subversivo nuevamente se les escapó. La tenaza, sin embargo, se cerraba.

El Gaula se había enterado de que una hermana de Sandoval vivía en Génova, Quindío. Desde el inicio de la operación, dos miembros del grupo élite se habían instalado como comerciantes de ropa cerca de la mujer, previendo que en algún momento Sandoval apareciera. Después de escapar de Villavicencio, el guerrillero efectivamente llegó a Quindío, pero nunca se comunicó por teléfono con su hermana, como esperaban los del Gaula. No obstante, empezaron a notar la visita a la casa de la mujer de un hombre que aparentaba ser un próspero ganadero. Sin saber si era Sandoval, lo siguieron durante varios días, en los que vieron que compraba ganado que llevaba a una pequeña finca. El 13 de marzo de 2010, disfrazados de encuestadores, dos hombres del Gaula élite llegaron al lugar, confirmaron que se trataba de Sandoval y lo capturaron.

Libardo Vargas, alias Sandoval, fue recluido en La Picota y hace dos meses un juez lo condenó a 16 años de prisión. Con esto, cuatro años después de la muerte de Julián Guevara en cautiverio, quedó tras las rejas el último de sus verdugos.