PROTESTAS
El Wall Street Journal dice que la violencia y anarquía en Cali llevarán a la ciudad a la miseria
El medio resalta el incremento de la violencia que ha vivido la capital del Valle desde el inicio de las protestas.
Si bien los actos violentos y el vandalismo que ha generado el paro nacional se han presentado en toda Colombia, en Cali y el Valle del Cauca la violencia ha sido más notoria que en otras regiones del país.
De acuerdo con el Wall Street Journal, a pesar de que en las últimas décadas Cali ha trabajado para borrar su imagen de cuna de bandas de narcotraficantes y pandillas urbanas, la crisis social y económica generada por la pandemia del coronavirus han echado para atrás todos estos esfuerzos.
“La pandemia, y ahora las protestas sociales han sumido a Cali en el caos en medio de seis semanas de violentas manifestaciones contra el Gobierno. Para empeorar las cosas, los jóvenes de la vasta red de bandas de narcotraficantes de Cali se están aprovechando de la anarquía para resolver las guerras territoriales, lo que ayuda a disparar la tasa de homicidios”, dice el artículo del medio internacional.
Según cifras oficiales, los homicidios en la capital del Valle durante mayo fueron de 172, cifra casi el doble a la registrada en el mismo mes de 2020.
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“Nunca habíamos vivido un momento de tal magnitud. Es todo tan dramático. La ruptura del orden público está permitiendo que se fortalezca la actividad delictiva”, dijo al medio internacional el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina.
Y es que la situación social y económica en Cali se agudizó por culpa de la pandemia. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional y de Estadística (Dane), la pobreza en la ciudad aumentó 67 % en 2027 por culpa del coronavirus y su impacto en el mercado laboral.
La falta de empleo y de recursos ha empujado a los jóvenes caleños hacia las bandas y grupos criminales como medio de subsistencia.
La situación económica es cada vez peor si se tiene en cuenta que cuando las empresas caleñas estaban empezando a recuperarse, surgió el paro nacional con bloqueos y afectaciones al comercio que acabaron de ahondar la crisis de las compañías.
“Detrás de la violencia aquí en la tercera ciudad más grande de Colombia y el epicentro del conflicto hay una situación más compleja donde las protestas políticas se han superpuesto con la desesperación económica y las peleas diarias entre las pandillas callejeras profundamente arraigadas de Cali”, dijo el Wall Street Journal.
El medio resalta que cuando la policía se retiró de los puntos de protesta luego de las acusaciones de abuso y exceso de fuerza, los presuntos pandilleros no solo se infiltraron en los sitios de protesta, sino que los usaron como lugares para ataques y venganzas contra rivales.
Los más afectados por esta situación son los mismo caleños, quienes se sienten atrapados en medio de un conflicto violento que parece no tener solución.
“Me siento como rehén”, dijo al Wall Street Journal Luz Marina Noguera, una mujer de 51 años que vive junto a un punto de protesta donde dos pandillas la semana pasada se enfrentaron con una lluvia de balas.
Ella contó cómo los hombres jóvenes con capuchas que bloqueaban el tráfico no dejaban pasar su automóvil sin pagar un “peaje”.
Durante una visita reciente de un reportero del Wall Street Journal a una gran intersección ocupada por manifestantes y apodada Puerto Resistencia, un entorno casi tranquilo de adolescentes que jugaban voleibol en la calle se volcó rápidamente cuando los miembros jóvenes de dos bandas se enfrentaron con pistolas y cuchillos. en el borde del campamento de protesta.
La policía dijo que una de esas bandas se ha incrustado en el punto de protesta para cortar la ruta del narcotráfico de su rival.
Es de mencionar que Cali ha sido víctima y casa y de los grupos armados durante mucho tiempo, pues está situada entre las regiones de producción de coca más grandes del mundo. Además, la capital del Valle está en camino a los puertos del Pacífico, lugar por donde sale una gran cantidad de drogas de Colombia.
Una de las explicaciones que da el medio internacional para sustentar el incremento de la violencia en Cali, es la suspensión de programas sociales que daban ayudas económicas a los jóvenes que salieran de las pandillas.
“A través de uno de los programas de la ciudad, llamado Agentes de Paz y Cultura, unos 2.000 jóvenes habían recibido un salario mensual a partir de 2016 a cambio de dejar las pandillas, realizar servicios comunitarios y ceñirse a un plan educativo. En los distritos seleccionados, las estadísticas policiales muestran que los homicidios se redujeron de 380 en el primer año del programa a unos 30 en 2019”, resaltó el Wall Street Journal.
Sin embargo, el plan fue descontinuado por la Alcaldía debido a la llegada de la pandemia y a la disminución de los ingresos.
“Cuando Ospina asumió el cargo en enero de 2020, suspendió los programas, prometiendo reestructurarlos y hacerlos más eficientes. Pero solo dos meses después llegó la pandemia. La vibrante vida nocturna de Cali se cerró. El alcalde dijo que tuvo que recortar los impuestos a la propiedad para aliviar a las empresas, lo que agotó los recursos públicos de los programas juveniles”, dijo el medio.
Después de que el plan fue suspendido, Jhony Fernández, un expandillero de 36 años que había pasado los últimos años asesorando a adolescentes en el programa, dijo que vio a varios de sus alumnos tomar armas y regresar.
“Si los programas hubieran continuado, hubiéramos podido mantener el control de los jóvenes, controlarlos”, dijo Fernández. “Desafortunadamente, la ciudad simplemente los devolvió a las calles”.
El reportaje del medio internacional finaliza afirmando que “la convergencia de los disturbios civiles y la creciente actividad de las pandillas promete profundizar la miseria en la ciudad”.