POLÍTICA

¿Cuál es el plan B de los electores para las presidenciales?

La mayoría de los electores tienen una segunda opción de voto si su candidato no despega o no pasa a la segunda vuelta. Por eso, para los precandidatos jugar a ser el plan B no resulta una mala estrategia, y por ahora Sergio Fajardo es el que más la está aprovechando.

11 de noviembre de 2017

La caída intempestiva de algún candidato en las encuestas o un desliz en alguno de los debates pueden motivar a un elector a cambiar su intención de voto a último momento y apostarle a otro en las urnas. Por esa razón, cada vez más los estrategas políticos están atentos a identificar cuáles aspirantes tienen posibilidades de convertirse en el plan B de la mayoría.

El Laboratorio para la Democracia del Centro Nacional de Consultoría realizó una medición para entender por quién votarían los colombianos si su candidato no despega. La firma encuestadora llegó a varias revelaciones sobre la dinámica de la actual campaña a partir de un modelo matemático que contempla preguntas a los encuestados como ¿qué otros candidatos les gustan?, ¿por quién votarán sus amigos?, ¿cuáles convencen a sus familiares? y ¿por quién nunca votaría?

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La primera gran conclusión es que quienes se identifican con la derecha son menos flexibles que los de la izquierda. Aunque siempre se ha dicho que estos últimos son más radicales, la medición evidencia que mientras alguien de la izquierda puede tener como plan B a un candidato de centro, alguien de derecha difícilmente votaría por un aspirante de otra tendencia. Mientras para un partidario del Polo Democrático es más fácil votar a último momento por un candidato liberal o de la Alianza Verde, para un elector del Centro Democrático las alternativas “al que diga Uribe” se limitan casi exclusivamente a Alejandro Ordóñez y Marta Lucía Ramírez.

En segundo término, el estudio concluye que entre los electores de la izquierda hay poca flexibilidad para moverse entre los candidatos de ese bloque. Un seguidor de Jorge Robledo, Clara López, Piedad Córdoba o Gustavo Petro prefiere tener como plan B a alguien de centro que a otro que se ubique en la misma orilla. Y aunque, por supuesto, la derecha es la última opción de los votantes de izquierda, un porcentaje mínimo de estos estaría dispuesto a votar por un candidato como Juan Carlos Pinzón, Germán Vargas o Marta Lucía Ramírez. En contraste, ningún uribista votaría por Robledo, Clara López o Gustavo Petro. “En el análisis de transferencia de votos, la derecha es más unida, más rígida en sus posiciones y mucho más purista”, asegura Pablo Lemoine, cabeza del estudio.

Resulta sorpresivo el tercer hallazgo: que la mayoría de los colombianos tiene como segunda opción votar en blanco. Eso significa que los electores que a estas alturas ya saben por quién van a votar son leales a su candidato o a su partido.

Después del voto en blanco, a los colombianos les gusta sobre todo Sergio Fajardo como plan B. En plata blanca, esto tiene que ver con la estrategia del exalcalde de Medellín, quien en esta oportunidad está replicando una característica de su campaña presidencial de 2010. En ese entonces, Fajardo no quiso encasillarse en la izquierda ni en la derecha. Ahora le sale al quite a los debates entre santismo y uribismo. Insiste en que es independiente y que está lejos de la polarización. Y aunque muchos lo critican por no tomar posiciones, sus planteamientos le están dando fruto al encontrar receptividad entre votantes ubicados en todos los colores del espectro político. “No dejarse encasillar y concentrarse en el discurso anticorrupción hace que colombianos que se consideran de derecha, izquierda o de centro, así tengan otros candidatos, puedan sentirse tranquilos con él”, argumenta Lemoine.

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Más allá de su alta favorabilidad en las encuestas, en las que siempre aparece en los primeros lugares, el hecho de que muchos consideren a Sergio Fajardo un buen plan B también queda en evidencia en las cifras de su imagen. Entre todos los candidatos, con un nivel alto de conocimiento (76,7 por ciento), tiene la imagen favorable más alta (53,7 por ciento) y la negativa más baja (16,4 por ciento). En términos de intención de voto esto se traduce en que para buena parte de los votantes no tendría un ‘costo moral’ demasiado alto dejar de sufragar por su candidato para hacerlo por Fajardo.

La mayoría de los votos que podrían llegarle de ‘segundazo’ a Sergio Fajardo vendrían de la izquierda y de las toldas liberales. Si el 19 de noviembre Humberto de la Calle gana la consulta roja, el 48 por ciento de los votos de Juan Fernando Cristo irían para el exalcalde de Medellín en primera vuelta. Si por el contrario ganara Cristo, el 14 por ciento de los votos de De la Calle le llegarían a Fajardo. En contraste, la segunda opción de los electores de De la Calle se divide entre Marta Lucía Ramírez, Germán Vargas Lleras y Fajardo, cada uno de los cuales terminaría por obtener el 14 por ciento de los votos del exnegociador si este no se presenta.

Por el lado de la izquierda, el 12 por ciento de los votos de Gustavo Petro y el 19 por ciento de los votos de Robledo favorecerían a Fajardo. Lo interesante de esa cifra es que la mayoría de los petristas o robledistas que dicen estar dispuestos a votar por otro candidato lo harían por Fajardo. Y en menor proporción, por otras personas.

Aunque las encuestas son solo una fotografía del momento, el estudio también buscó establecer qué cambios en la intención de voto han resultado de las críticas de Cambio Radical, hasta hace poco el partido oficial de Vargas, a temas claves del acuerdo de paz como la reforma política y la JEP. En lo que concierne a la tranquilidad que apostarle a Vargas les generaría a votantes uribistas o de izquierda, resulta interesante que en octubre el 4,5 por ciento de los colombianos encuestados lo consideraron un buen plan B, en contraste con el 9,8 por ciento de los encuestados que en mayo creían que era una segunda opción viable. Esa cifra podría indicar que mientras en la izquierda ha tomado fuerza desde hace rato la idea de que Vargas le dio un portazo a la paz cuando salió del gobierno, en la derecha extrema se dice que Cambio Radical llegó tarde a la oposición. Sin embargo, esas consideraciones se refieren solo a las posibilidades de Vargas de perfilarse como un plan B para muchos sectores, y no a su electorado propio. Según el mismo estudio, en mayo este candidato tenía el 13 por ciento de intención de voto, y en octubre contaba con el 9 por ciento.

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De otra parte, hace 6 meses el 24 por ciento de los votantes de Juan Manuel Galán, el 21 por ciento de los de Marta Lucía Ramírez, el 16 por ciento de los de Claudia López y el 14 de los de Alejandro Ordóñez y Sergio Fajardo habrían votado por Vargas Lleras en segunda instancia. En cambio, en las últimas semanas perdió posibilidades de convertirse en el plan B entre los seguidores de esos candidatos. El apoyo eventual de los galanistas bajó al 15 por ciento, y entre los votantes de Ramírez, López, Ordóñez y Fajardo se redujo al 1, 7, 0 y 4 por ciento, respectivamente. Un último dato llamativo frente Vargas es que después de hacer públicas sus duras críticas al acuerdo de paz, ganó adeptos entre quienes quieren votar pon Pinzón: mientras en mayo el 6 por ciento de los pinzonistas consideraba a Vargas un candidato que podría reemplazar al suyo, en septiembre esta cifra pasó al 40 por ciento.

Las reglas de juego de los partidos y de las alianzas para escoger candidato no están definidas. En la Alianza Verde aún discuten el mecanismo para escoger entre Robledo, Fajardo y Claudia López. En el uribismo no se han logrado poner de acuerdo en cómo escoger “al que diga Uribe”. Y en el Partido Liberal está pendiente la consulta abierta del 19 de noviembre. Las encuestas tampoco arrojan resultados que permitan identificar a un gran favorito. En medio de tanta incertidumbre, para muchos candidatos ser el plan B no es una mala estrategia.