ELECCIONES 2018
El domingo de Mockus en tres actos
El político o antipolítico que se unió a Fajardo en primera vuelta y apoyó a Petro para la segunda, por convicción a la paz, no dejó a nadie sin ser escuchado. Bendijo su voto al depositarlo en la urna, almorzó en la Macarena y dijo que en esta campaña se demostró que “no hay imposibles”.
Sin miedo al abrazo
De Chapinero a la calle 26, a Puente Aranda, a la carrera 7a. con calle 13 y al Bosque Izquierdo, mientras acompañaba a votar a Ángela María Robledo, a Gustavo Petro, a Alirio Uribe, además de votar él y acompañar a sufragar a su esposa Adriana, en cada cuadra por la que caminó en la mañana de este domingo Antanas Mockus debía parar entre tres y cinco veces.
El taxista con pasajeros que frenó en seco cuando lo vio pasando la carrera 5a.; los estudiantes que le pidieron foto y la agradecieron con abrazo; los soldados que cuidaban un puesto de votación y que se acercaron al “profe” con un celular para no perderse el encuentro; la mamá con bebé cargada que le mostraba el pulgar arriba… Reverencia de un lado y, suma atención, del otro. Sonrisas en la mitad. Ni una sola foto se quedó sin tomar. Antanas paró y conversó con cada uno de los que se le acercaron. El tiempo no era un tema que lo agobiara en la mañana de votación para Presidente de Colombia.
Escuche el discurso de Gustavo Petro
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“Me doy el lujo de tener sinceridad al extremo. No le tengo miedo al abrazo”, comentó Antanas, ya sentado en un restaurante, a la hora del almuerzo, segundos antes de que una mujer de una mesa vecina se acercara a decirle “gracias” por unirse a Gustavo Petro. De lejos, otra le hizo señas para saludarlo y decir “vamos a ganar”. Soltó en tenedor, se paró y fue hasta donde ella estaba.
Se quita las gafas, piensa unos segundos y dice que “usted me cambió la vida” es una de las frases que más lo ha impactado de la gente. Cree que han sido súmamente indulgentes con él. “Soy muy imperfecto, vivo agarrado de mis propias ruinas”.
Palabras pensadas
Esto de “la fuerza de la esperanza” salió de la primera vez que llegó la cultura ciudadana a la capital a comienzos de los 90. Antanas Mockus transmite respeto por su interlocutor así se gaste un minuto o una hora conversando. Escucha, reflexiona y responde.
- ¿Lo volvería a hacer?
- Asiente con ojos y cabeza
- ¿Lo mejor de la campaña?
- “No hay imposibles”
- El primer pensamiento de la mañana…
- Esto es en serio
- Lo que hará el lunes…
- Definir prioridades y defenderlas
- La última vez que hablaron con Fajardo
- La semana pasada
- ¿Qué piensa Nijole? (la mamá nonagenaria, a quien acompañó a votar en la tarde)
- Alguna vez le preguntaron que qué he hecho y ella respondió ‘nada’. Ella lo explica diciendo que si me dice que he hecho algo, lo voy a dejar de hacer.
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Mujeres
Dala, su hija menor, corta una flor pequeña del arreglo de la mesa donde están con Adriana, su esposa; Carmen Oquendo, una documentalista puertorriqueña que los conoció en Harvard; y la representante a la Cámara electa, Katherine Miranda. Pone la flor detrás de la oreja del papá y le pide que no se la quite. Él le hace caso.
Mockus vive rodeado de mujeres. Lo aman.
La noche del sábado, una mujer se le acercó en un parqueadero de la 127 y le dijo que cuando estuviera solo frente al tarjetón pensara si se estaba equivocando. “Sin embargo, después del regaño, me miró y me dijo ‘pero sigue siendo churro’.”
“Dios lo bendiga” es lo que más le dicen las señoras mayores. “Profe, una foto”, las menores de 30. E inevitablemente unas y otras terminan en abrazo.
“Mucha responsabilidad”, le susurró Antanas a Carmen cuando iba de la mano de Adriana, su esposa, a acompañarla a votar. Es tal la conexión con Adriana, que se entienden con miradas. Su trato se puede definir con la palabra ternura. Se ve en la manera como ella le pone cuadrados de chocolatina en su plato mientras él conversa en la mesa o la forma como él la mira cuando ella le explica que el almuerzo debe ser con algo más que frutas.
Colofón
No tiene escoltas ni usa chaleco antibalas. Las fotos las toma Carmen. Todos andan en un mismo carro. Va por Bogotá como el vecino al que todo el mundo saluda y se alegra de ver. La forma como la gente se le acerca con reverencia la responde con respeto y atención por cada quien. El hombre que sacó la segunda más alta votación al Senado electo, que se unió a Sergio Fajardo en primera vuelta y apoyó a Gustavo Petro para la segunda, por convicción a la paz, sigue vigente en el día a día como referente de la moralidad en la política. Pero más allá, como una muestra de que la mejor forma de enseñar a cambiar es con el ejemplo.