POLÍTICA
Los candidatos que dicen ser de ‘centro’ y no lo son
A medida que se acercan las elecciones, a los políticos les encanta decir que están en la mitad del espectro ideológico. Pero están lejos de eso.
Por naturaleza, la exministra Clara López y el expresidente Álvaro Uribe están en extremos opuestos. Mientras ella, hasta hace poco parte del Polo Democrático, fue una de las defensoras acérrimas del Sí en el plebiscito, Uribe ha sido el más radical opositor a los acuerdos de La Habana. En una clasificación convencional, ella está en la izquierda y él en la derecha. Pero en los últimos días, sorprendentemente, ambos insinuaron que prefieren el centro porque no están en ninguna de las dos esquinas. ¿Clara López y Álvaro Uribe en el mismo equipo?
Dos semanas atrás, Uribe había rectificado al exministro Fernando Londoño, quien en la convención del Centro Democrático había agitado las bases uribistas diciendo que esa colectividad debía asumir en forma abierta su posición de derecha. El expresidente no es “ni de izquierda ni de derecha”, dijo el ahora senador. Y Clara López en una entrevista aseguró que no se ubica en esquemas ideológicos porque “están mandados a recoger… la categorización de izquierdas y derechas la debemos superar”.
Ambas declaraciones son tan similares como controvertidas. La defensa de la seguridad como el pilar esencial de cualquier política pública y del Estado ‘comunitario’, su cercanía con las comunidades religiosas, sus posturas nacionalistas y su obsesión con lo que él llama el ‘castrochavismo’ son propias de una concepción ideológica que ubica a Álvaro Uribe en la derecha del espectro político. “Con él, más que una polarización, tuvo lugar una radicalización de la derecha”, asegura el politólogo Francisco Gutiérrez.
En el caso de Clara es innegable su trayectoria de izquierda. Hasta hace menos de un mes hizo parte del Polo Democrático, partido del cual fue presidenta y al que representó en la contienda presidencial de 2014 y en la campaña a la Alcaldía de Bogotá en 2015. Su apoyo a la candidatura de Juan Manuel Santos en la segunda vuelta fue esencial para que un sector importante de izquierda apoyara la reelección presidencial hace tres años. “La izquierda tiene un espacio natural en el Polo”, dijo en 2012.
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¿Qué explica entonces que hoy en día ambos líderes digan no estar en ninguna de las dos orillas ideológicas y que quieran ubicarse en el centro? La respuesta tiene que ver con criterios estratégicos. A pesar de que después del triunfo del No en el plebiscito tomó fuerza en el mundo político la idea de que Colombia se está derechizando, las cifras demuestran que la mayoría de electores en el país están en el centro. Según el Barómetro de las Américas, una de las encuestas sobre democracia más amplias aplicadas en el continente, determinó que en 2016 el 28 por ciento de los colombianos dijo ser de centro, el 9 por ciento se ubicó en la izquierda y el 10 por ciento en la derecha. El 47 por ciento restante tuvo posiciones ambiguas. Para Carlos Lemoine, presidente del Centro Nacional de Consultoría, esa afinidad se expresa en la intención de voto, aunque también en las redes sociales, en donde la mayoría de conversaciones políticas que se dan en ese terreno son entre ciudadanos que hacen menos ruido que los radicales, pero que no se ubican en ninguno de los dos extremos.
Con lo anterior coinciden las investigaciones hechas por el Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, las cuales dejan ver que, aunque históricamente los colombianos han tendido a ubicarse a la derecha, en los últimos años su postura ideológica se ha desplazado hacia el centro. Así, según una encuesta realizada a 1.563 personas en las principales ciudades, mientras en 2005 el índice de derechización era de 6,7 (en una escala en la que 0 es la izquierda y 10 la derecha), en 2010 pasó a ser de 6,3 y en 2016 descendió a 5,4, el más bajo en los últimos años. “Sin duda, eso demuestra que, contrario a lo que se piensa, no hay derechización. Los datos de opinión pública muestran un leve movimiento de los colombianos hacia el centro. No hay que confundir fenómenos de radicalización ciudadana frente a ciertos temas (proceso de paz) con posiciones generales de derecha”, asegura el investigador Miguel García, director del observatorio.
Según eso, a los políticos les conviene mostrarse de centro para identificarse con las mayorías, no echarse en contra a los extremos y abrir puentes a lado y lado para posibles alianzas. Personalidades como Clara López y Álvaro Uribe, que ya tienen reconocimiento en ambas orillas, buscan el apoyo de nuevos votantes. Y en el intento de ganar adeptos, a medida que se acercan las elecciones, sus discursos comienzan a ser menos radicales. Otros a los que les va bien en las encuestas, como Sergio Fajardo y Claudia López, también prefieren defender puntos medios y no pronunciar discursos que permitan ubicarlos en algún punto específico del espectro. Ellos no son ni uribistas ni santistas, ni liberales ni conservadores, ni de izquierda o de derecha.
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En el caso de Clara López, quien trabaja por una convergencia de fuerzas políticas a favor de la paz, varios factores adicionales la han llevado a matizar su trayectoria de izquierda y moverse hacia el centro. El primero de ellos fue apoyar la campaña de Santos en segunda vuelta y posteriormente, en mayo de 2016, aceptar ser ministra de Trabajo de un presidente de origen liberal y avalado por La U. La decisión del Polo Democrático de elegir al senador Jorge Enrique Robledo como su candidato presidencial automáticamente obligó a Clara a reubicarse. Robledo, quien se oponía a que, por cuenta de su participación en el gobierno, la exministra siguiera en el partido, pertenece a una corriente de izquierda mucho más radical que ella. Por tanto, para 2018, la dejó sin espacio en esa posición.
En lo que respecta a Álvaro Uribe, su interés en mostrar un discurso centrista se debe al beneficio de sumar fuerzas que se ubican en lugares diferentes a la derecha. Un estudio reciente realizado por el Instituto de Estudios Políticos (Iepri) de la Universidad Nacional establece que el expresidente tiene adeptos en distintos lugares del espectro, que en algunos sectores de filiación liberal es identificado con autoridad y que la única manera de hacer crecer su fuerza política es conquistándolos. Esa conclusión es consecuente con la idea que vienen desarrollando varios dirigentes del Centro Democrático de recoger a diputados y concejales de varios partidos, incluyendo Cambio Radical, el Conservador y el Liberal, y postularlos a sus listas de Congreso para las elecciones de 2018.
Son varias las razones por las que, contrario a lo que se piensa, hoy en día el centro político tiene un mayor potencial electoral. Para los analistas esta tendencia comenzó en 1991, cuando se abrió la posibilidad de que aparecieran nuevos partidos políticos. Y desde hace una década, el surgimiento de colectividades como Cambio Radical, La U y los verdes terminó fortaleciendo la mitad del espectro y dándole la estocada final a la división entre liberales y conservadores.
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A lo anterior se suma el auge que, también desde los noventa, tuvo el discurso de los políticos independientes o ‘antipolíticos’, que al igual que ocurre con los votantes de centro no necesariamente tienen posturas ideológicas definidas. Por último, asegura Miguel García, pese a la impopularidad del gobierno, la llegada de Juan Manuel Santos al poder y su cambio de dirección frente a los gobiernos de Uribe también hizo que las redes políticas movieran su electorado de la derecha al centro. Al fin y al cabo en Colombia las coaliciones de gobierno siempre son mayoritarias.
Las investigaciones en opinión pública concluyen que los votantes que dicen estar en el centro no se identifican con ninguna postura ideológica concreta, son volátiles, con el paso del tiempo pueden darles su apoyo a líderes de diferentes orillas y tienen menos interés e información sobre política que aquellos que se ubican en los extremos. En otras palabras, son un electorado listo a ser conquistado. A un año de las elecciones, y en un ambiente de cansancio con la radicalización de algunos sectores por cuenta de las posiciones frente a la paz y el plebiscito, cada vez más candidatos buscarán llegar a esos votantes. En últimas, la tradición política colombiana demuestra que a los políticos no les gusta asumir posiciones extremas, así las tengan.