POLÍTICA

Elecciones de alcaldes y gobernadores, sin respiro en los días finales

Resta una semana de infarto para las elecciones locales del 27 de octubre. Las encuestas muestran un final apretado en las principales ciudades del país, mientras las noticias falsas y las campañas de desprestigio se agudizan.

19 de octubre de 2019
Todas las encuestas muestran un empate técnico por la joya de la corona: la alcaldía de Bogotá.

La batalla electoral se acerca. Resta apenas una semana para que los colombianos voten y definan los nombres que reconfigurarán el mapa del poder local en Colombia. En la baraja hay unos 117.000 candidatos que se disputan alcaldías y gobernaciones, pero también las nuevas curules de concejales, diputados y ediles.

Cada elección es distinta y la del próximo 27 de octubre puede introducir cambios profundos o mantener vivos algunos males que se resisten a desaparecer. Todo eso está por verse. Por ahora, los siete días finales se anticipan de infarto en medio de una creciente campaña sucia, llena de acusaciones mutuas y noticias falsas.

En Bogotá, lo más seguro es que haya voto útil para favorecer a alguno de los candidatos según su afinidad ideológica.

Como pocas veces en la historia reciente, esta elección no está definida en varias ciudades. Por el contrario, todas las encuestas muestran un empate técnico por la joya de la corona: la alcaldía de Bogotá. Carlos Fernando Galán y Claudia López protagonizan una cerrada lucha que, en buena medida, se resolverá con el voto útil. ¿Eso qué quiere decir? La elección se dividió en dos modelos de ciudad completamente distintos. Por eso, es posible que simpatizantes de Miguel Uribe se inclinen a última hora por Galán, con el fin de atajar a Claudia López; o viceversa, que los simpatizantes de Hollman Morris y de la izquierda radical apoyen a la candidata del Polo y del Partido Verde para impedir el triunfo de Galán.

En Medellín lleva la ventaja Alfredo Ramos, del Centro Democrático, lo que significaría que el uribismo podría retornar al poder en esa capital. Pero las encuestas no siempre aciertan. En los últimos días, el segundo, Daniel Quintero, quien se presenta como el candidato antiestablecimiento, ha venido denunciando amenazas de muerte en su contra. Eso puede enrarecer el ambiente en estos días finales.

En Cali, el exalcalde Jorge Iván Ospina estuvo un par de días en huelga de hambre por su citación a la Fiscalía a responder por contratos de su anterior mandato, y anda empatado con Roberto ‘Chontico’ Ortiz. Las cosas se han acalorado: alguien atacó a tiros la sede de Ospina y hay una polémica por la participación en política del arzobispo, monseñor Darío de Jesús Monsalve, a favor de Ospina. Por los lados de Ortiz, su sede amaneció con cristales rotos y letreros alusivos a las Farc.

La violencia ha sido una preocupación constante en esta campaña. A la fecha han muerto asesinados siete candidatos, dos más que en las elecciones de 2015.

En Bucaramanga las cosas podrían cambiar. El cuestionado Fredy Anaya, uno de los candidatos fuertes y representante de la política tradicional, podría quedar fuera ya que el Consejo Nacional Electoral le revocó el viernes la inscripción de su candidatura por posible doble militancia. Todo tiene que ver con su apoyo a Mauricio Aguilar a la gobernación de Santander.

Solo Barranquilla se mantiene sin novedad alguna. Allá la votación a favor de Jaime Pumarejo está más que cantada.

Por otro lado, los partidos terminaron de desdibujarse. En esta elección, agrupaciones que eran como el agua y el aceite en el pasado ahora se unen. De hecho, algunas fuerzas que compiten en la esfera nacional van unidas para las regionales sin coherencia ideológica alguna.

Por eso, las coaliciones se dispararon: mientras en 2011 solo 155 candidatos se inscribieron por coaliciones, en 2015 esa cifra aumentó a 634 y en 2019 llegó a 5.694, según cifras del Ministerio del Interior.

La inscripción por coaliciones se disparó de manera dramática en estas elecciones, en comparación con 2015.

Eso quiere decir que el 27 de octubre, cuando todo esté consumado, la mayoría de los partidos políticos podrán levantar su bandera y autoproclamarse ganadores.

En las elecciones de hace cuatro años el gran vencedor fue Cambio Radical. La figura del entonces presidenciable Germán Vargas Lleras era fuerte y su partido se quedó con el mayor número de alcaldías en capitales: 10 en total.

Hoy, todo ha cambiado. En la actual contienda, el exvicepresidente estuvo muy activo a la hora de dar avales y muy ausente en la campaña, y el partido le apuesta a seis alcaldías con aval propio. Los liberales tienen cinco alcaldías y le apuntan a 16, pero llevan a cuestas incoherencias ideológicas y alianzas con sectores evangélicos y el Centro Democrático. Los conservadores tienen cuatro alcaldías y este año, bajo la batuta de Ómar Yepes, su nuevo presidente, quieren recuperar poder y ganar 16.

Otra batalla libran Álvaro Uribe y Gustavo Petro. Ambos son los más activos en redes sociales y, en los territorios, impulsan directamente a sus candidatos.

En el caso del Centro Democrático, el partido de gobierno, la baja aprobación del presidente Duque podría jugar contra los candidatos. Petro, por su parte, tiene el reto de demostrar que los ocho millones de votos que logró en las presidenciales no solo eran el reflejo de un rechazo al uribismo. Con la alianza que hizo con la Unión Patriótica para unificar el nombre con el de la Colombia Humana logró una carambola: personería jurídica y estructura.

Sus apuestas están con Hollman Morris, que va en el cuarto lugar en Bogotá, y con su hijo Nicolás en el Atlántico, quien aunque no logre destronar a Elsa Noguera se convertiría en una fuerte figura de oposición. Todos los votos que Petro conquiste le sumarán para las presidenciales de 2022.

Lo que ocurra con el hijo de Petro en la Costa ofrece un ejemplo de la aplicación de la reforma de equilibrio de poderes en las elecciones regionales. Esto porque el candidato que siga en votos a quien gane la gobernación o la alcaldía tendrá derecho a un puesto en la Asamblea o en el Concejo. Así que, esta vez, perder será ganar un poco.

En estas elecciones las maquinarias y algunos caciques están a todo vapor, pero con menos notoriedad. Los partidos ya aprendieron que tenerlos no garantiza el éxito, y por eso tienen que unirse.

“No creo que exista la posibilidad de hacer política sin maquinarias, pero hoy es imposible ganar solo con ellas. Las elecciones uninominales cambiaron –un proceso que se viene dando desde hace cuatro años–, pero una cosa distinta pasa con asambleas y concejos”, explica Carlos Suárez, experto en estrategia política.

Como es normal, en la recta final se agudizan las críticas a los punteros de cada ciudad y hay guerra sucia. Las redes sociales son la tribuna principal de las campañas de desprestigio. Dependiendo del calibre que tengan pueden o no afectar al candidato en las urnas.

En esta contienda electoral los debates no han sido tan definitivos, en gran parte porque las fórmulas se desgastan y suelen tener más impacto los nacionales en la carrera por la Presidencia. En siete días, sin embargo, cualquier elección puede cambiar.