Medio Ambiente
La tragedia de las basuras en Floridablanca y Bucaramanga
Floridablanca, Santander, estuvo más de diez días con la basura acumulada en la calle, un problema que vive el área metropolitana de Bucaramanga desde hace años. ¿Dónde está la solución?
Las calles de Floridablanca se convirtieron en mares de basura, al parecer, de un momento a otro. Sin embargo, el problema se veía venir desde 2002, cuando se advirtió que el relleno sanitario El Carrasco iba a colapsar y que había llegado a su límite.
Se trata de un relleno que recibe cada día más de 1.000 toneladas de basura de 16 municipios, entre los que se cuentan Bucaramanga, Betulia, California, Charta, Floridablanca y Girón, es decir, 65 por ciento de toda la recolección del departamento de Santander. Si bien El Carrasco viene en crisis hace dos décadas, el problema se acentuó porque un juez decretó su cierre –como ya había sucedido en el pasado– para el 13 de agosto.
No se trató de una medida nueva y los municipios que hacen uso de este pasaron por encima de la orden judicial por medio de un decreto de calamidad pública, pues llevar los desechos a otros municipios –el más cercano es Aguachica, Cesar– es en extremo costoso y, además, hay que contar con el aval del alcalde y de la autoridad ambiental respectiva, que aseguraron que no tienen capacidad y que colapsarían en tres días. Para enfrentar la crisis, Floridablanca estuvo llevando su basura a Medellín, en una operación muy onerosa, pero ahora ya declaró la calamidad pública.
Y es que Bucaramanga y su área metropolitana no han podido implementar una política circular de residuos y, además, no se ha podido concretar otro lugar de disposición porque los estudios de idoneidad de suelos no terminan de funcionar, en un caso que muchos califican como de falta de voluntad política.
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Un problema con cola
Quizá uno de los grandes problemas de este relleno sanitario es que estuvo a cielo abierto y ahora permanece cerrado por unas celdas sobre las cárcavas. Ya en 2002, debido a los malos olores y a filtraciones de lixiviados, las comunidades cercanas a El Carrasco instauraron una acción popular para exigir el cierre del relleno. Un año después, el Ministerio de Ambiente dio dos años de plazo para el cierre definitivo de los botaderos a cielo abierto. Desde entonces, El Carrasco ha venido funcionando por medio de prórrogas y planes de mitigación.
Pese a dichos aplazamientos, en 2009 el juez cuarto administrativo de Bucaramanga ordenó en primera instancia que se cerrara el relleno, esto por una acción popular de las comunidades cercanas. Dos años después, el 16 de febrero de 2011, la decisión fue ratificada en segunda instancia por el Tribunal Administrativo de Santander y dio como plazo máximo de cumplimiento el 30 de septiembre de ese mismo año. La medida se cumplió ese día, cuando el botadero amaneció cerrado, pero horas después se decretó una emergencia sanitaria por seis meses.
El gran problema que enfrentaban las autoridades de Bucaramanga y su área metropolitana era que no había otros lugares para disponer las basuras, por eso el 30 de marzo de 2012 se decretó una segunda emergencia sanitaria por 18 meses. Desde entonces hubo convocatorias para un mejor aprovechamiento de residuos en la región, pero estas terminaban desiertas. Mientras tanto, el Área Metropolitana de Bucaramanga estudiaba los efectos del relleno en la contaminación de aguas subterráneas.
Desde entonces se han declarado tres emergencias sanitarias más, lo que ha forzado la utilización del relleno pese a las recomendaciones de ambientalistas, informes científicos y las decisiones de varios jueces. En este tiempo también han aparecido algunas soluciones, como la instalación, por primera vez, en 2016 de una planta para el tratamiento de lixiviados y metales pesados en El Carrasco, una medida que tardó bastante en llegar; en 2017 se abrió licitación para nueva tecnología con cero inversión del municipio de Bucaramanga, que fue criticada por algunos miembros del Concejo Municipal y, como era de esperar, terminó desierta.
La estocada más dura llegó el 3 de octubre de 2018, cuando colapsó una de las celdas de disposición de El Carrasco, lo que dejó las basuras a cielo abierto en un espacio tan grande como un estadio de fútbol. Desde entonces, los alcaldes del área metropolitana de Bucaramanga tienen la obligación de buscar alternativas para la disposición de los residuos, pero parece que no la han encontrado, insisten en que no hay otro lugar más que El Carrasco.
La solución
Desde la Alcaldía de Bucaramanga y la Gobernación de Santander se asegura que las celdas de disposición que tiene el relleno de El Carrasco soportan 30 meses más de uso, pero también se está estudiando la posibilidad de construir en el mismo relleno un nuevo hueco donde podrían depositar basura durante 20 años más. Todos coinciden en que es necesario revertir la decisión del juez que cerró El Carrasco, aseguran que hay nuevos estudios que muestran su idoneidad.
Hélbert Panqueva, subsecretario de Medioambiente de la Alcaldía de Bucaramanga, dijo sobre este tema en rueda de prensa: “No existe otra posibilidad lógica. Realmente no se ha podido encontrar un nuevo sitio para resolver la disposición final. La única opción viable desde el punto de vista técnico, para no hablar de lo legal, es El Carrasco. Las otras alternativas son supremamente complejas. Lo que está pasando en Floridablanca es el resultado de obligar a los gobiernos a realizar algo que técnicamente es casi imposible”. Sin embargo, las autoridades del orden nacional no terminan de aprobar esa solución.
En un debate de control político realizado por la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes, Natasha Avendaño García, superintendente Nacional de Servicios Públicos Domiciliarios, dijo: “En este momento tenemos 16 investigaciones que están en curso a todos los prestadores de los municipios por no tener adecuadamente cargados sus planes de emergencia y contingencia. Son actuaciones que se iniciaron el año pasado y que ante el inminente cierre de El Carrasco debíamos tener claro qué iba a pasar en el momento que esa situación se presentara”.
Según Avendaño, el problema de El Carrasco, que se sabe bien que viene desde hace varios años, no debería tomar a las autoridades locales y a las empresas de aseo por sorpresa, el verdadero problema es que no existe un plan de contingencia. Y es que, al parecer, ya hay sanciones por más de 3.000 millones de pesos a dichas entidades.
El representante a la Cámara Ciro Fernández, quien ha seguido el tema de cerca, asegura que ahora la solución está en manos de las autoridades del orden nacional, posición que apoyan los alcaldes; además, todos se quejan de que están viviendo la peor crisis de salud pública de los últimos 100 años y están implementando las mismas medidas que sus predecesores: declarar calamidad pública y continuar depositando en un relleno que está a punto de reventar.
Lo que se vive hoy en Bucaramanga y su área metropolitana es solo un espejo de lo que puede venir para otros municipios del país. Cálculos realizados en 2016 por Planeación Nacional indican que 321 rellenos sanitarios colapsarían en cinco años. ¿Quién nos salvará de nuestra propia basura?