POLÍTICA
En cuidados intensivos quedó la reforma política: Gobierno sin votos para salvarla
El gobierno tuvo un nuevo descalabro luego de que desaparecieron los senadores a la hora de votar. El domingo a las 7:00 pm será el último intento.
Un auténtico viernes negro padeció el gobierno de Iván Duque en la que parecía ser la última sesión plenaria del Senado del actual periodo legislativo. Los senadores habían sido convocados para los ocho de la mañana con el propósito de aprobar los ascensos de 27 oficiales de la fuerza pública y tres reformas constitucionales, una de ellas la conciliación de la reforma política que había quedado maltrecha la tarde anterior en la Cámara de Representantes.
A pesar de que se habían eliminado las listas cerradas, el primer intento por mantener viva la reforma política fracasó. Cuando se abrió el registro para votar el informe de conciliación no aparecieron los 55 votos necesarios para su aprobación. El presidente Ernesto Macías aplazó la votación y dio paso a dar trámite a los ascensos de los uniformados.
En medio del debate de los ascensos, el senador Gustavo Petro pidió la palabra para recriminar al ministro de Defensa Guillermo Botero por el procedimiento del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la policía en las manifestaciones estudiantiles. Sin ir más lejos, el jueves se conoció el caso de un estudiante en Popayán que perdió su ojo tras enfrentamientos con efectivos de ese cuerpo policial. La plenaria se calentó.
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“Usted ha mandado al Esmad y ha destrozado vidas de jóvenes colombianos estudiantes. A nombre de mis 8 millones de electores tengo que decirle que usted debe respetar al joven y no agredirlo”, dijo Petro.
Macías de inmediato le dio el turno al ministro de Defensa para que pudiera replicar al senador Petro. “Lo único que se está haciendo es mantener el imperio de la ley, lo que vemos es que cada jueves están saliendo a destruir las ciudades como lo hicieron en Popayán. Son inaceptables los cargos que usted me quiere endilgar”.
Las palabras del ministro incendiaron aún más a los dirigentes de la oposición. Antonio Sanguino (Alianza Verde) pidió la palabra para referirse al tema y Macías no lo dejó. Lo mismo sucedió con Aída Abella a quien le apagaron el micrófono. El ministro de Defensa se dio vuelta atrás y se marchó del recinto. Consecuencia, todos los senadores de la oposición optaron por salirse al considerar que el presidente del Senado les había cercenado su derecho a la palabra.
Acto seguido Macías retomó la plenaria con la discusión de la reforma política, pero senadores del Partido Conservador, Cambio Radical, la U también desaparecieron del salón. Abrió el registro pero apenas se contabilizaron 49 votos, de los 55 que el proyecto necesitaba para pasar a la segunda vuelta.
Como el reglamento fija un término de 30 minutos, la ministra del Interior Nacy Patricia Gutiérrez y algunos senadores del Centro Democrático llamaban a los senadores ausentes para que entraran a votar. No lo consiguieron. Cuando faltaban apenas 2 para que se cerrara el registro, Macías ordenó la suspensión la votación.
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Al percatarse del hecho, el senador Jorge Robledo (Polo) volvió a ingresar a la sala, se sentó en su curul y pidió la verificación de quorum, situación que puso en aprietos a Macías y al gobierno. Otra media hora esperando que estuvieron los 55 senadores, y esta vez apenas respondieron 40. Ante la falta de quorum se levantaba la sesión. Así la reforma política estaba prácticamente esperando los santos óleos, pues no se puede discutir en sesiones extras.
Además, también quedaban en cuidados intensivos las otras dos reformas que estaban en la agenda, la que establece la segunda vuelta para las elecciones de la alcaldía de Bogotá, y la que señala que el secuestro y el narcotráfico no son delitos conexos al político.
El último recurso de Macías para salvar la reforma política fue levantar la sesión y convocar para el domingo 16 de diciembre, último día de sesiones ordinarias, a las 7:00 de la noche. Un horario inusual pues nunca el Congreso ha trabado un domingo, y menos en la noche.
Tras el sainete, los senadores se marcharon reprochándose culpas. La uribista María del Rosario Guerra denunció que partidos como Cambio Radical y el Liberal estaban chantajeando al gobierno; Roy Barreras culpó a los congresistas que quieren mantener el sistema de compra y venta de votos; María Fernanda Cabal señaló a los conservadores porque no les conviene las listas cerradas.
Más allá de los señalamientos, lo sucedido en el Senado volvió a ser un descalabro para el gobierno que volvió a dejar en evidencia la pobre gobernabilidad y el poco control del parlamento.
En un semestre en el que se hundió la reforma a la justicia, no pudo cumplir la promesa de tener los proyectos anticorrupción el 16 de diciembre, la ley de financiamiento recortada, la reforma a la política entró en lenta agonía. Le queda el último cartucho del domingo, pero muy pocos en el país apuestan a que mínimo 55 senadores asistan.