MES DE LA MUJER
La otra mitad de la historia
Tradicionalmente, los hombres y los vencedores han escrito la historia, y Colombia no es la excepción. En el Día Internacional de la Mujer también es una invitación para que sea recontada desde la otra mitad de la población. Semana y la Embajada de Canadá han sumado esfuerzos para destacar protagonistas y resaltar los avances de esa otra historia.
Los hombres y los vencedores son, por lo general, quienes han escrito durante siglos la Historia. Esto en Colombia no ha sido la excepción. Sin embargo, en las últimas décadas se ha empezado a visibilizar y a mostrar el importante papel que las mujeres han tenido, no solo en el pasado, sino en el presente del país.
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Este 8 de marzo, cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer, es una gran oportunidad para realzar los progresos de los derechos de las mujeres, pero también para reflexionar sobre las brechas que aún se deben cerrar para alcanzar la igualdad de género. También para realzar el importante papel que las mujeres mestizas, blancas, indígenas y afrocolombianas han tenido y que ha sido eclipsada por las narraciones tradicionales de grandes hechos, héroes y protagonistas.
Queremos que este Día Internacional de Mujer, pero también este mes de marzo, se reconozca a todas aquellas mujeres que, gracias a su valentía y liderazgo, han ayudado a construir a Colombia; mujeres que transformaron no solo sus vidas o las de sus familias, sino las de sus comunidades, mujeres que lucharon contra los estereotipos y se atrevieron a hacer sus sueños y a luchar por sus derechos. Un legado que aún continúa.
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La historia mundial se ha contado principalmente desde la voz y mirada de los hombres. Hoy trabajamos porque la historia sea recontada desde una mirada inclusiva, dando voz y visibilidad también a la otra mitad de la población. En Colombia, desde la Conquista y la Colonia, las mujeres tuvieron un destacado papel, así no esté lo suficientemente contado. Como lo han demostrado investigaciones recientes, muchas mujeres no solo llevaban el control de sus casas, sino de negocios familias, como Jerónima de Orrego, matrona fundadora del uno de los linajes más longevos de la Bogotá, o Clemencia de Caicedo, fundadora en 1770 del primer colegio para mujeres de la Nueva Granada.
Durante el siglo XVIII, Clemencia de Caicedo (izquierda) reivindicó el derecho a la educación de las mujeres al fundar del primer colegio para mujeres de la Nueva Granada; y Manuela Beltrán (derecha) se reveló contra la injusticia de las autoridades virreinales.
Las luchas de las mujeres no tienen condición social. Por ejemplo, muchas esclavizadas dieron intensas batallas legales para comprar su libertad y las de sus hijos incluso teniendo que hacer lo impensable para conseguir los recursos necesarios. También las mujeres tuvieron un papel activo en luchas políticas y sociales, a pesar de ser un escenario netamente liderado por hombres. Manuela Beltrán, rompió en Socorro (Santander) la ordenanza real sobre el aumento de impuestos y que dio inicio a la revuelta de Los Comuneros. En la gran marcha, que terminó en el puente del Común con un acuerdo que sería incumplido por la Corona, cientos y cientos de mujeres hicieron parte de esa gran marcha.
En las guerras de Independencia, las mujeres realistas y patriotas no pasaron desapercibidas. Aunque acompañaron y soportaron a los ejércitos es un tema que está empezando a ser investigado, en la historia hay se destacan algunas que prendieron la chispa de la revolución, como Agueda Gallardo al proclamar el grito de independencia en Pamplona en 1810 o María Concepción Loperna de Fernández, en Valledupar. Otras financiaron guerrillas, como Mercedes Abrego en Cúcuta o Antonia Santos en la Provincia de Socorro, o fueron espías, al estilo de Policarpa Salavarrieta, y la mayoría entregaron a sus hijos, esposos, hermanos a la guerra.
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La Constitución Política de la Provincia de Vélez, promulgada en 1853, otorgó por primera vez en Colombia y en América Latina el derecho de la mujer al voto. Sin embargo esta iniciativa se quedó en el papel y duró poco. En esta época se destaca la escritora costumbrista Josefa Acevedo de Gómez o María Martínez de Nisser, quien participó en la guerra civil de Los Supremos. También Soledad Acosta de Samper, la primera periodista mujer y tal vez la primera historiadora.
Con el cambio de siglo, las mujeres aumentaron su protagonismo. Ahora con más ahínco y comenzaron una lucha por obtener más derechos y por participar en política. Maria Cano se convirtió en la principal líder mujer del movimiento obrero, que creció con fuerza a mediados del siglo XX. Junto a ella estaban Betsabé Espinoza, organizadora de la primera huelga de mujeres en 1920; Ofelia Uribe que en las décadas de 1930 y 1940 escandalizó a los hombres con su discurso feminista y Lucila Rubio de Laverde y María Currea de Aya, activistas en la década de los 40 por el voto femenino.
Entre 1920 y 1940 las mujeres participaron en innumerables protestas para exigir sus derechos laborales y ciudadanos.
En el periodo comprendido entre 1930 y 1950 hubo una revolución en cuanto a los derechos de las mujeres. En 1932 el gobierno de Olaya Herrera, convirtió a la mujer en sujeto de derechos ante la ley, se le concedió el derecho a la educación superior y se permitió a las mujeres casadas la libre administración de sus bienes. Su sucesor, Alfonso López Pumarejo, concedió el derecho de acceder a cargos públicos. Finalmente, gracias a la lucha de aguerridas mujeres, el presidente Gustavo Rojas Pinilla otorgó en 1954 el derecho al voto, pero solo se hizo efectivo hasta el plebiscito de 1957.
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En el campo político, la participación de la mujer se hizo cada más frecuente. Se dice que Bertha Hernández impidió que su esposo, Mariano Ospina, perdiera la presidencia de la república durante el Bogotazo. Josefina Valencia de Hubach y Esmeralda Arboleda fueron las dos únicas constituyentes de la Asamblea Nacional Constituyente de 1953. Años después, Valencia asumió la gobernación del Cauca y el ministerio de educación; y Arboleda fue la primera senadora mujer del país. María Eugenia Rojas, hija de Rojas Pinilla, se convirtió en una de las mujeres más influyentes de la política Colombia en la década de los 70. A medida que pasó el tiempo la mujer brilló con luz propia en este campo. Ahora no es raro ver mujer alcaldesas, senadoras, o vicepresidentas como Martha Lucía Ramírez.
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La educación en el siglo XX tuvo un impulso y una modernización gracias a las reformas llevadas a cabo en la década de 1930 y a la llegada de profesores extranjeros. La alemana Franzisca Radke, creadora del Instituto Pedagógico Nacional y años más tarde de la Universidad Pedagógica Nacional Femenina, antecesora de la Universidad Pedagógica Nacional, sentó las bases de esa modernización. De los nuevos institutos educativos creados en esa época, se graduaron mujeres importantes en el desarrollo de las ciencias sociales del país, entre ellas están las antropólogas y etnólogas Alicia Duran y Virginia Gutiérrez.
La etnóloga y antropóloga Virginia Gutiérrez (que aparece en el billete nuevo de 2.000 pesos) revolucionó las ciencias sociales al hacer las primeras investigaciones sobre la familia y el pale de la mujer en la sociedad colombiana.
En la cultura y el arte las mujeres han hecho importantes aportes y revolucionado este campo. La artista antioqueña Débora Arango, la crítica literaria Martha Traba y la escritora Marvel Moreno transgredieron las reglas sociales de su tiempo. Totó La Momposina y la Negra Grande de Colombia, exaltaron a la mujer afro del país.
La igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y la realización de sus derechos humanos son fundamentales para alcanzar la paz, la prosperidad y el desarrollo sostenibles. Creemos que trabajar por la igualdad de género y los derechos de las mujeres y niñas no es sólo lo correcto, sino lo más inteligente por hacer para el bienestar y el progreso de Colombia.
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Hoy, reconocemos y agradecemos los aportes fundamentales de las mujeres y organizaciones en los territorios, quienes con un trabajo desde las bases están construyendo comunidad y de-construyendo estereotipos, eliminando barreras. Es fundamental garantizar que la sociedad en pleno las vea por lo que son: poderosas agentes de cambio, de desarrollo y paz. Necesitamos asegurarnos de que tengan las herramientas y oportunidades adecuadas para marcar la diferencia
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Myriam Mahecha una lideresa campesina que en Boyacá le dijo no al machismo y comenzó a difundir ese mensaje a sus compañeras y a los hombres de la región.
Pero sin lugar a dudas uno de los papeles protagónicos que han jugado las mujeres en Colombia ha sido en la construcción de la paz. Ellas han sido las mayores damnificadas del conflicto armado, pero a su vez han sido las principales protagonistas de la reconstrucción de los lazos sociales rotos y la memoria de las comunidades vulneradas. No solo eso, también han liderado las luchas en contra de la violencia de género. Es el caso de Myriam Mahecha una lideresa campesina que en Boyacá le dijo no al machismo y comenzó a difundir ese mensaje a sus compañeras y a los hombres de la región. Y también el de Gabriela Mena, una profesora de Quibdó que ha dedicado su vida a trabajar con niños para propiciar espacios de reconciliación en las instituciones educativas. Mujeres que han trabajado con la cooperación canadiense para que sus experiencias y el impacto de sus luchas sean amplificadas Ambas personifican a las mujeres valientes y resilientes cuyos espíritus hoy queremos exaltar y celebrar.
Seguro que se quedan por fuera muchas mujeres. Sin embargo este pequeño recuento solo tiene la intención de mostrar la importancia de la mujer en Colombia. No como una persona pasiva que acompaña y cuida a su familia, sino como revolucionaria que activamente transforma la sociedad. Una historia poco conocida.
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Si bien todavía faltan muchas batallas por ganar, las mujeres han obtenido importantes conquistas. La ONU reconoce que durante las últimas dos décadas la garantía de derechos de las mujeres colombianas ha registrado importantes avances. Entre 2006 y 2017 la matrícula femenina en intuiciones de educación superior pasó del 32,8 por ciento a 58,5 por ciento. Pero todavía quedan muchos aspectos por solucionar, en especial, en los relacionados con empleo, ingresos y repartición equitativa de los oficios en el hogar. En 2017 la tasa de inactividad laboral de las mujeres era del 45 por ciento, frente al 25,2 por ciento de los hombres. Según la ONU “las mujeres de ingresos bajos son las que enfrentan las cargas más pesadas de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados (más de 7 horas diarias)”.
Es fundamental trabajar de la mano con las organizaciones y movimientos por los derechos de las mujeres, dado el papel fundamental que desempeñan para lograr un cambio social para la igualdad de género. Su voz, liderazgo y participación deben presentarse en todos los niveles de diálogo sobre políticas, y como socias clave en el diseño y la implementación de éstas.
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Las mujeres quieren opciones. Quieren controlar sus propias vidas, empezando por sus cuerpos. Quieren decidir si y cuándo tener hijos e hijas, cuántos quieren tener, y quiénes serán los padres. Las mujeres y niñas quieren tener acceso a una buena educación y, lo que es más importante, a oportunidades significativas que les permitan prosperar y contribuir a la paz y al desarrollo sostenible de sus comunidades.
Es tiempo de que se tomen medidas efectivas en todos los sectores para promover la igualdad de género, eliminar barreras sistémicas y modificar normas sociales dañinas que impiden que las mujeres y las niñas realicen su pleno potencial y participen en el desarrollo y la prosperidad de sus familias, comunidades y países. Colombia lo necesita.