EN PLATA BLANCA
"En economía, Santos cuida 'los huevitos' de Uribe"
Salomón Kalmanovitz, excodirector del Banco de la República, habla de la política económica del gobierno, de la corrupción y de las perspectivas del país
María Jimena Duzán: ¿Cómo calificaría el primer año del gobierno de Juan Manuel Santos en materia económica y en la lucha contra la corrupción?
Salomón Kalmanovitz: Como un cambio refrescante frente a la pugnacidad de la anterior administración. Santos está gobernando con propuestas que adoptó de sus contrincantes políticos. Su programa anticorrupción lo adoptó del Partido Verde y el tema de tierras del programa de Gustavo Petro. La implementación de esas propuestas se ha dificultado porque su base política es la misma que la de Uribe. Ello explica por qué no ha podido hacer la limpieza en el DNE, ni ha podido deshacerse de los políticos que se lucraron de la corrupción. Eso también explica el hecho de que muchos de los escándalos de corrupción que él mismo ha denunciado no se concreten en demandas ante la justicia.
M.J.D: Uno tiene la impresión de que cuando el gobierno destapa las ollas podridas, las aguas vuelven a su cauce una vez se apagan los reflectores…
S.K.: A mí parecen muy acertadas esas denuncias, pero mire lo que pasó en las que hicieron en la Dian. Hasta el momento los únicos enjuiciados son exfuncionarios de esa entidad de cuarto nivel y no hay nadie del sector privado. ¿Dónde están los exportadores que montaron las exportaciones ficticias sobre todo hacia Venezuela? ¿Dónde están los protagonistas del contrabando técnico que, tengo entendido, fue inmenso?
M.J.D: El expresidente Uribe ha afirmado que estos escándalos denunciados por el gobierno Santos son ‘falsos positivos’ porque dizque él mismo ya los había denunciado.
S.K.: Esos escándalos son ‘verdaderos positivos’. En el tema de la corrupción ha habido ciertos avances en este año que a Uribe no lo dejan bien parado. Este gobierno, por ejemplo, cambió a todos los directores de Aduana de Barranquilla, Cartagena y Buenaventura y el ingreso se disparó de manera significativa. En la administración anterior hubo una laxitud muy grande frente a los empresarios, quienes fueron beneficiarios de exenciones por las que el Estado dejó de recibir nueve billones de pesos anuales; ahora el gobierno Santos espera reducir esa cifra a seis billones. En buena hora esta administración le quitó esos beneficios al sector minero, los cuales habían sido otorgados por Uribe. Esas empresas mineras necesitaban hacer enormes inversiones en maquinarias y las hubieran hecho con beneficios tributarios o sin ellos, porque el mineral, que es lo que les interesa, está en Colombia. Pero además, las regalías que ellos le pagan al Estado son muy bajas, excepto en petróleo. Eso todavía no lo ha cambiado este gobierno.
M.J.D: Con Santos hay un cambio de aire o un cambio estructural de la concepción del Estado en materia económica y social…
S.K.: Yo diría que por ahora, hay más lo primero que lo segundo. Tengo entendido que este gobierno paró las zonas francas unipersonales, pero sé que ha seguido dando nuevas zonas francas con las mismas condiciones favorables que las que les dio Uribe a los empresarios. Las zonas francas del pasado generaron solo el 18 por ciento del empleo que prometieron y aunque estas nuevas están mejor estructuradas, mantienen la filosofía de los bajos impuestos del gobierno anterior. Y esa es la marca del conservadurismo más puro. Eso es lo que ha generado la crisis de los Estados Unidos. En el caso de Colombia, con un Estado mucho más pequeño, esas políticas tienen efectos más rápidos y desastrosos porque la economía deja de ser sostenible puesto que los que pueden pagar los impuestos no lo hacen.
M.J.D.: Hablemos de otra bandera de este gobierno, la reforma a las regalías. ¿Cuál es su opinión al respecto?
S.K.: Es una buena propuesta pero se fue debilitando por todas las transacciones hechas en la Unidad Nacional. Como quedó, las regiones productoras siguen teniendo más que las que no tienen, aunque sí se les restó un porcentaje. En donde no se avanzó mucho fue en el recaudo de esas regalías, que además de ser muy bajas no se estaban recaudando de manera rigurosa porque Ingeominas, que era el ente encargado, era muy débil política y operativamente. El gobierno iba a cambiar esto en su nueva propuesta y la Dian iba a ser el encargado de ese recaudo. Por lo que entiendo, ahora se le ha devuelto esa función al Ministerio de Minas. Me temo que esta vuelta a lo mismo tuvo que ver con el poderoso cabildeo de las empresas mineras.
M.J.D: ¿Será que ese ‘boom’ minero nos dejará a los colombianos un mejor país?
S.K.: La minería tiene un efecto complicado en nuestra economía porque la deforma: en las regiones que reciben las inversiones mineras hay prosperidad y deterioro ambiental, al tiempo que se abaratan las importaciones, lo que les hace la vida difícil a la agricultura y a la industria. Los economistas hablan de una ‘maldición de los recursos naturales’ si no se hace un ahorro por fuera de la economía para hacer inversiones de largo plazo como estudios en el exterior. Así lo hicieron Noruega y Chile. Y para ahorrar la bonanza, se necesita que las regalías sean más justas y que se cobren rigurosamente. Pero ni lo uno ni lo otro se está dando.
M.J.D: ¿Estamos corriendo el riesgo de no ahorrar la bonanza minera?
S.K.: Yo creo que el boom minero no se está ahorrando. Incluso en petróleo, que tiene más regalías, el Fondo de Estabilización Para los Precios del Petróleo (Foep) se agotó. Se lo comió Uribe y este gobierno no lo ha reconstruido.
M.J.D: En materia de empleo, el presidente Santos ha prometido bajar el desempleo a un dígito. Y aunque todavía no lo ha logrado, la tasa de desempleo se ha reducido en este primer año.
S.K.: Sí, es cierto. Pero esa reducción se debió más a una coyuntura internacional derivada de los altos precios del carbón, del petróleo, del oro y de las políticas del Banco de la República, de tasas de intereses muy bajas, las cuales ya ha venido recogiendo porque siente que la economía se está recalentando. A pesar de ese panorama favorable, la merma en la tasa de desempleo ha sido marginal: del 0,8 por ciento en su primer año. Santos adoptó una política de primer empleo que ha sido limitada porque no bajó los costos parafiscales sino para unos pocos empresarios. Si hubiera bajado los costos de la contratación laboral de manera universal, los avances en ese campo habrían sido mayores.
M.J.D: Pero el gobierno ha dicho que no puede prescindir del dinero que le entra por los parafiscales. Quedarían sin plata el Sena, el ICBF, las cajas de compensación…
S.K.: Lo que se perdiera por parafiscales lo tenía que conseguir por impuesto a la renta, a través de una reforma tributaria estructural como pasa en Chile, en Inglaterra y en Brasil. Pero ya el ministro Echeverry ha dicho que no habrá una reforma tributaria estructural. Eso me parece un error.
M.J.D: ¿Vamos a firmar algún día el TLC con Estados Unidos?
S.K.: No veo que Estados Unidos tenga urgencia de hacerlo. En cambio Colombia sí necesita volver permanentes las preferencias que ha disfrutado durante veinte años. Y si ese tratado se firma, Colombia va a tener que hacer sacrificios. Lo primero es bajar los mecanismos proteccionistas para la agricultura que, en mi concepto, son un absurdo.
M.J.D: Pero los agricultores dicen que eso acabaría con el campesinado, con la producción nacional…
S.K.: Eso no es cierto, India y China han generado una demanda muy fuerte por alimentos. Países como Brasil y Argentina tienen ingresos extraordinarios en la exportación de esos productos y uno no ve a Colombia en ese grupo, a pesar de todos los subsidios que han tenido para producir. Las otras exigencias del TLC con Estados Unidos son de tipo político, que si bien son bienvenidas, no surgen de nuestro propio sistema político, sino que vienen de afuera y van a tener que ser impuestas sin una base social adecuada.
M.J.D: Increíble que hayan terminado siendo los sindicatos gringos los que nos obliguen a sacar del feudalismo las políticas laborales… ¡Solo el 4 por ciento de los trabajadores están sindicalizados!
S.K.: Sí, era mejor que la democracia sindical no hubiera sido una imposición yanqui. No obstante, los cambios han sido grandes: en el sector petrolero, ya cada vez hay menos subcontrataciones. Ya vimos lo que pasó con la movilización que se hizo en Pacific Rubiales, donde la USO denunció arbitrariedades en la contratación de los trabajadores. Creo que en ese campo este gobierno ha hecho bien las cosas: hasta envió al vicepresidente Garzón a negociar la huelga de Pacific Rubiales evitando con ello una masacre. En los últimos años, Uribe recortó muchos derechos laborales. Se redujeron las horas extras y la jornada nocturna empieza a las diez de la noche. Esperamos que Santos cambie eso.
M.J.D: La agricultura es otra locomotora de Santos. ¿Cómo la ve?
S.K.: Hay buenas noticias en ese frente: el medio billón de pesos de AIS –de los cuales una parte estaba siendo desviada para hacerles regalos a familias prestantes de la costa y el Valle–, ha sido canalizado a sectores de pequeña y mediana agricultura. Hay un revolcón en materia de tierras usurpadas, han puesto orden en la Oficina de Notariado y Registro que se les había entregado a las mafias. Sin embargo, veo un problema: todas estas decisiones son muy progresistas, pero que no tienen dientes a la hora de implementarse. El mismo ministro de Agricultura ha dicho que la escasa asignación presupuestal le amarra totalmente las manos.
M.J.D: ¿Seguimos siendo una economía de guerra?
S.K.: Seguimos teniendo el mismo gasto en defensa –más del 6 por ciento del PIB– y el gasto social es limitado. Y la determinación de no cambiar la estructura tributaria es una muestra de que en este gobierno habrá más de lo mismo que vimos bajo Uribe. La filosofía de Santos es neoconservadora y en eso le está cuidando ‘los huevitos’ a Uribe.