POLÍTICA
En el nombre de Dios: Petro encendió el debate de la religión de la campaña presidencial del 2022
La política y la religión se tomaron el debate de los precandidatos presidenciales. Alejandro Gaviria ha defendido que es ateo y Petro ha tratado de sacarle ventaja al hablar de “un pacto con el Jesús que prefiere a los pobres”. ¿Qué hay detrás?
“Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes”. En esos términos, según el artículo 192 de la Constitución de 1991, debe tomar juramento quien se posesione como presidente en Colombia. El detalle no es menor. Aunque el país es laico, esa referencia refleja la profunda religiosidad de los colombianos.
A ocho meses de las elecciones presidenciales, justamente, la religión se tomó el debate de los precandidatos, todo ello a propósito de Alejandro Gaviria y su confesión, de hace tiempo, de que es ateo. El primero en tratar de sacarle rédito político a eso fue Gustavo Petro, líder de la Colombia Humana, quien en un discurso en Barranquilla contó que era católico y habló de un “un pacto con el Jesús que prefiere a los pobres”. En la campaña del exrector de la Universidad de los Andes sintieron las palabras de Petro como un ataque directo.
Seguramente Petro cree en Dios, pero nunca había sido tan explícito ni se había esforzado por dejarlo en claro. Él sabe que de esa manera puede marcar diferencia con Alejandro Gaviria, quien tiene votos en la centroizquierda. Tal como están las cosas, la religión desempeñará un papel fundamental en las elecciones de 2022. A eso se suma que el líder de la Colombia Humana sabe leer el momento. En Colombia, según el exsenador Jimmy Chamorro, hay aproximadamente diez millones de cristianos, y según estudios internos que ha venido adelantando la firma Estrategia y Poder, 90 por ciento del país se considera creyente en Dios, mientras 80 por ciento se cataloga como cristiano (católico, evangélico, entre otros). “El debate religioso en una campaña electoral es muy importante, ya que las cifras lo dicen todo”, aseguró Carlos Suárez, CEO de Estrategia y Poder.
Eso sin contar que el país sigue consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, como está consignado en el decreto 820 del 18 de mayo de 1902. Para rematar, el gran estudio electoral de SEMANA, realizado por el Centro Nacional de Consultoría, concluyó que solo 1 por ciento de los encuestados estaría dispuesto a votar por un candidato ateo. Esa cifra motivó a los estrategas de la Colombia Humana a mostrar a un Petro distinto, religioso y que, en medio de 15.000 asistentes en la Plaza de la Paz, en Barranquilla, propuso un pacto con Jesús. “Dijeron que esta reunión era un pacto con el diablo (…) Queremos es un pacto con la paz”, afirmó.
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Sin embargo, su discurso cargado de fe no fue visto como propiamente auténtico. También viene enfrentando críticas luego de anunciar que su campaña contará con el respaldo de Alfredo Saade, un abogado que, según dice, congrega a 400 iglesias en Barranquilla, la costa y otros departamentos del país, pero quien ante figuras del cristianismo puro no es más que un hombre que saltó del Partido Liberal a Cambio Radical y posteriormente al Pacto Histórico. Y después de ser católico se promulgó mormón para terminar de cristiano. “Aspiramos a sumar dos millones de votos”, le dijo Saade a SEMANA. Él –dejó claro– no es pastor, ni tiene iglesias.
A Saade lo tildan de oportunista y a Petro le han pedido explicaciones y no acudir al ‘todo vale’. Por ejemplo, en el pasado, Saade se mostró en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y el aborto, dos banderas progresistas. “Uno le debe pedir a Petro coherencia, no se entiende cómo alguien que dice defender los derechos de la comunidad LGTBI y las causas liberales pueda aliarse con personas que tienen tesis opuestas”, dijo el representante a la Cámara José Daniel López, de Cambio Radical.
El escenario se parece al que vivió Petro en 2008, cuando votó sorpresivamente por Alejandro Ordóñez a la Procuraduría. Su voto fue determinante para llevar a dicho cargo a Ordóñez, reconocido por sus posturas religiosas y de derecha. “Llegamos a hacer parte de un pacto nacional y las naciones se gobiernan con la Constitución y con la Ley. La libertad de culto existe en el país y nosotros creemos que los derechos de las personas son inviolables (…) No soy un hombre homofóbico”, dice ahora Saade.
Pero esta no es la primera vez que una porción de cristianos va en contravía de sus propios ideales. En 1994, varios grupos religiosos apoyaron al liberal Ernesto Samper y derrotaron al conservador Andrés Pastrana. “Estamos en campaña y todo vale. Los candidatos, según sus mediciones, encontraron cuáles son sus puntos negativos y están tratando, como Petro en este caso, de voltear la situación para tratar de posicionarse en las elecciones”, señaló Carlos Suárez.
La estrategia de Petro será arrebatarle a la derecha el voto cristiano y católico, pero no será un asunto fácil. Margarita Rosa de Francisco, una de sus principales fichas en el Pacto Histórico, pidió sacar del discurso político a Dios y al diablo, habló de la necesidad de ser claros frente a las posturas religiosas y recordó que por fin esas “corporaciones” (iglesias) empezarían por pagar impuestos si la izquierda llega al poder.
Igualmente, el hecho de que Saade esté respaldando a Petro no significa necesariamente que el grueso del cristianismo esté montado en el bus del Pacto Histórico. El Partido Colombia Justa Libres y el Mira, con casi un millón de votos en 2018, lo que se tradujo en seis senadores, tienen a Ricardo Arias y a John Milton Rodríguez como precandidatos presidenciales. Ambos harán una consulta en marzo de 2022. Si ninguno llega hasta la segunda vuelta, está claro que apoyarán al candidato de la centroderecha.
“Yo nunca he visto que Gustavo Petro defienda la libertad religiosa en el Senado, eso es falso” dijo Rodríguez, quien le envió un mensaje al líder de la Colombia Humana. “No se desespere, no busque votación en el cristianismo porque aquí el cristianismo está bien representado”.
Tampoco se puede desconocer que no todos los cristianos están en el mismo barco. Internamente, hay un grueso de jóvenes que no apoyarán en 2022 a la derecha. Ese es el nicho que ha querido conquistar Petro, quien en la campaña de 2018 se colgó un crucifijo en la mano derecha, lo lució ante las cámaras, en uno de los debates presidenciales y quiso enviar un mensaje a su electorado. Sin embargo, la estrategia no le funcionó porque los cristianos optaron por Iván Duque, a quien siguen respaldando.
A juzgar por el pasado, los cristianos, más allá de la ideología, respaldan políticamente a quienes vayan punteando en las encuestas. Por esto, hay fotografías de ellos subidos en tarimas respaldando a Álvaro Uribe, Iván Duque, Juan Manuel Santos y Ernesto Samper. “La dinámica política y la disciplina electoral de los cristianos se arregla en las componendas que hacen los pastores y grandes líderes con los partidos políticos”, resumió Carlos Suárez.
En definitiva, la religión pesa en la política. En 2010, Juan Manuel Santos recordó públicamente que Antanas Mockus, su entonces competidor por la Casa de Nariño, era ateo y eso se convirtió en un certero golpe de opinión en contra de su contendor. “Yo soy católico, fui acólito y casi soy sacerdote (…) trabajo con la Iglesia para arriba y para abajo”, respondió en su momento Mockus, aunque no fue suficiente. El voto católico y cristiano se inclinó por Santos.
El escritor Mario Vargas Llosa también reconoció en su libro autobiográfico El pez en el agua que ser agnóstico le costó y le restó puntos en su carrera hacia la presidencia en Perú, cuando compitió con Alberto Fujimori en 1990. La historia podría repetirse con Alejandro Gaviria, un destacado académico que, contrario a Petro, defiende su tesis de no creer en Dios, aunque no volvió a pronunciar la palabra ateo. “No soy católico, pero creo en un mandamiento fundamental: el amor al prójimo”, expresó esta semana.Sin duda, aproximarse a los sectores religiosos suma votos. En el caso de Petro, le permite acercarse aún más a un sector que parece esquivo entre sus electores, pero lo distancia de algunas bases progresistas. Los otros candidatos ya toman nota de la movida de Petro con la religión y alistan su estrategia en los meses que vienen.