Nación
En Necoclí, cientos de migrantes protestan para que les permitan seguir con su viaje
Los empresarios del transporte ya decidieron venderles tiquetes a los cientos de africanos, haitianos y cubanos que quieren continuar con su éxodo hacia Estados Unidos.
Las protestas han empezado todos los días de esta semana desde las seis de la mañana, todo en medio de una algarabía de aplausos y pitos. Los más de 1.500 migrantes que se encuentran en Necoclí, Antioquia, se cansaron de que no los dejaran a travesar el mar para llegar a Capurganá y cruzar finalmente la frontera con Panamá. Hoy por fin los empresarios del transporte marítimo, y hasta los que mandan en el bajo mundo del tráfico de personas, permitieron que los cientos de africanos, haitianos y cubanos continuaran con su viaje.
La situación fue tan complicada, que los migrantes no permitieron que en los últimos días atracaran embarcaciones en el muelle de Necoclí. Y es que los migrantes siempre se ven sometidos a un trato inhumano por parte de los transportistas y de quienes sacan provecho de su necesidad de continuar en viaje. Son hacinados en residencias y hoteles; lo mismo sucede en las embarcaciones en las que viajan hasta el Chocó, donde muchas veces ni les brindan chalecos salvavidas. A esto se suma la negativa de transportarlos.
Los testimonios de sufrimiento son muchos entre los viajeros. Incluso mujeres trans que vienen viajan desde Cuba, haciendo paso por Guyana, aseguran que han sido sometidas a “realizar cosas con las que no estamos de acuerdo”. Entre todos está también Carlos Alberto Guevara, quien está viajando con su esposa y un hijo, y que ya ajustan dos meses estancados en el Urabá antioqueño.
Gueverra le dijo al portal Diario de Cuba: “Mal vendimos lo poco que teníamos y decidimos arrancar hacia Estados Unidos. Nos han robado, maltratado, y la Policía de Perú y Ecuador en cada retén nos exigía 50 dólares para dejarnos continuar. Ha sido duro, pero la suerte está echada, seguiremos adelante”.
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Uno de los grandes problemas que tienen estos migrantes, es que Panamá mantiene las fronteras cerradas, por lo que tienen que atravesar el Tapón del Darién, una ruta que aunque dado el tránsito de miles de personas todos los años ya parecer una carretera, representa un peligro inminente por la creciente repentina de quebradas, la aparición de animales salvajes carnívoros y, como si fuera poco, el patrullaje de ejércitos al servicio del narcotráfico.
Por ahora, los migrantes ya pueden viajar hasta Capurganá y luego emprender un viaje peligroso por la selva. Las protestas les han valido para que los empresarios les vendan tiquetes para atravesar el golfo.