Orden Público
En video | El inusual ascenso de un suboficial en el Ejército Nacional
Sin ceremonias oficiales y en medio de una operación militar contra bandas narcotraficantes, un comandante de batallón le hizo el cambio de presillas a uno de sus subalternos. Esta es la historia.
El ascenso al grado inmediatamente superior es un día especial que cada suboficial y oficial del Ejército Nacional espera con ansias. Es el reconocimiento a su trabajo y sacrificio. Para hacerlo efectivo, la institución realiza emotivas ceremonias en donde a los soldados, vestidos de gala o con sus impecables uniformes de servicio, un superior les hace el cambio de presillas.
Sin embargo, muchos de esos ascensos ocurren cuando los oficiales y suboficiales se encuentran en operaciones en los territorios más alejados y agrestes del país. Y no queda más remedio que hacer ese cambio de presillas una vez ellos regresan al batallón de una manera discreta. Los que han vivido esa situación no se lamentan de perderse la ceremonia, saben que antes que agasajos su razón de ser es defender al país de las amenazas que constantemente atraviesa.
Pero hace unos cuantos días sucedió un hecho que se podría calificar de insólito en el Ejército y que quedó grabado en un corto video. Aprovechando un vuelo de apoyo para abastecer a las tropas en el teatro de operaciones, el teniente coronel Thomas Morales, comandante del Batallón de Infantería General Joaquín París Ricaurte, de San José del Guaviare, subió al helicóptero y, al llegar al punto de entrega, se bajó y ascendió al cabo primero Óscar Marino Bonilla al grado de sargento segundo.
“Teniendo en cuenta las limitaciones para llegar al lugar y la alta complejidad en el área de operaciones en cuanto al enemigo, en cuanto a la topografía, en cuanto a clima y en cuanto a vías terrestre, yo tomo la decisión de ir en helicóptero a demostrarle al suboficial todo mi cariño, respeto y confianza, porque como comandante de batallón me debo a mis hombres”, contó a SEMANA el teniente coronel Thomas Morales.
Bajo el sonido ensordecedor de los motores de la aeronave y de las ráfagas de viento generadas por las hélices, el comandante saludó a Bonilla, le pidió descargar el fusil y le puso las presillas. La cara del nuevo sargento segundo expresaba su emoción. Nunca pensó que algo así fuera a suceder mientras se encontraba en una operación militar en contra de las bandas narcotraficantes que delinquen en la región.
El reconocimiento se hizo en algún lugar de la vereda La Costeñita, en el área de Tomachipán. Al recordar ese momento, el teniente coronel le dijo SEMANA: “Con los motores encendidos yo le decía que él era lo más importante para mí, que lo apreciaba y que fui a imponerle su grado como sargento segundo por el respeto que le tengo. Y él respondió de la misma manera. Ese suboficial es la representación de tantos hombres que en el área de operación asciende a su grado superior en las condiciones que demanda el conflicto”.
Por su parte, en una comunicación por radioteléfono, el recién ascendido sargento segundo Bonilla le dijo a SEMANA: “Me siento el soldado más orgulloso del mundo al ver que el señor comandante del batallón me asciende al grado superior de sargento segundo. Es un honor saber que ahora soy comandante de pelotón y, por ende, el sacrificio por Colombia será mucho mayor. También le agradezco a mi comandante no haber dejado en el olvido este momento que para mí es muy importante en mi vida militar. Saber que lo he dado todo por Colombia”.
Lo que se podría llamar una ceremonia duró menos de un minuto debido a que, como explica el comandante del batallón “nuestro helicóptero debía mantener sus motores encendidos, no podíamos mantenernos mucho en tierra por la complejidad del ambiente operacional”. Pero, aun así, él piensa que esos pequeños pero especiales actos hay que hacerlos para “mantener la motivación y la moral de nuestros soldados muy alta. El recurso humano para nosotros es lo más importante y ello conlleva a demostrárselo”.
Esa insólita pero especial ceremonia se da en un área en donde el Ejército combate día y noche a las bandas narcoterroristas del lugar con excelentes resultados. “Gracias a ese valeroso sargento segundo que representa a todos los miembros de la institución, hasta el momento hemos alcanzado cifras contundentes en la lucha frontal contra la criminalidad. Hemos incautado y destruido más de 1.330 kilos de pasta de coca, más de 30 capturas por narcotráfico y daños al medioambiente. Hemos afectado el comercio de precursores químicos. Incautado y destruido más de 1.880 kilos de clorhidrato de cocaína y hemos destruido laboratorios”, afirma el teniente coronel Thomas Morales.