Educación
El conmovedor mensaje de Ana Isabel Gómez a sus estudiantes en su posesión como la primera mujer rectora de la Universidad del Rosario
El emblemático claustro, fundado en 1653, nunca había tenido una mujer al mando. ”Vamos a volver a confiar los unos en los otros”, dijo.
La llegada de Ana Isabel Gómez a la rectoría del Rosario ha llenado de ilusión a esa comunidad académica. La médica no solo ha sido por décadas una de las profesoras más queridas de ese claustro, sino que además conoce su funcionamiento como pocos, pues ha trabajado con varias facultades por años, especialmente con la de Jurisprudencia.
Este jueves, cuando se conmemora el día de la Virgen de la Bordadita, la universidad realizó la posesión de su nueva rectora. La ceremonia se realizó en la tradicional Aula Máxima, que por siglos ha sido el escenario de los momentos más memorables de la historia de ese centro académico, fundado por Fray Cristobal de Torres en 1653.
Vea la posesión de la rectora del Rosario
La rectora, Ana Isabel Gómez, hizo la toma del juramento en frente de un centenar de miembros de la comunidad académica, entre ellos la mayoría de ex rectores del claustro.
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La presidenta del Colegio Elector, la consiliaria Merlín Patricia Grueso, aseguró que “a nuestra rectora le auguramos todos los éxitos posibles de alcanzar en este colegio mayor. Ana Isabel es hija del Rosario. Ha contribuido muy especialmente a la formación de hombres y mujeres insignes. Su nombramiento marca un hito para nuestra institución, si no que destaca el progreso y la inclusión de mujeres que han hecho historia en el Rosario”.
Grueso agregó que la comunidad académica destacó a Ana Isabel por su labor para hacer que la experiencia de miles de jóvenes haya sido “memorable” en la universidad. Y también resaltó el papel de otras mujeres, como la abogada Martha Penen Lastra, que participó en el proceso de elección y fue la primera vicerrectora del claustro, y la también abogada María Luisa Mesa, quien fue la primera consiliaria.
La nueva rectora dio un conmovedor discurso. “Cómo pasa la vida, en esta misma aula recibí mi título de médica cirujana”, dijo. Contó que ese día su papá, el exmagistrado Gustavo Gómez y su mamá, le dieron un beso en la frente y le entregaron el anillo de compromiso de la pareja, con la fecha de finalización del internado inscrita, como un recuerdo del compromiso que tenía con su profesión y su claustro.
Gómez hizo un homenaje a sus padres. “Mi forma de ver la vida, de actuar y sentir se los debo a ellos. Recibo de ellos el entendimiento de que la fuerza más poderosa es el amor”, aseguró. Y a su hermano, el periodista Gustavo Gómez, a quien describió no solo como un excelente profesional sino un “hombre de familia”. También habló de su esposo, a quien le agradeció por amar como un “adolescente” aun cuando se conocieron después de los cincuenta años de cada uno.
La rectora contó que este año cumple 20 años como trabajadora del Rosario. Y aseguró que quería hacer un homenaje a las mujeres rosaristas “inteligentes, con carácter y perseverantes” que fueron pioneras y han permitido que las mujeres del claustro hoy tengan posiciones relevantes en todos los sectores del país.
Uno de los momentos más emocionantes de sus palabras fue el reconocimiento que hizo a sus estudiantes de más de dos décadas. Contó que una vez fue elegida en la rectoría, centenares de ellos “me inundaron de amor, de agradecimiento y reconocimiento. Fue increíble corroborar que no me había equivocado en entregar mi vida a ellos”, dijo.
Gómez resaltó el valor que ha tenido la Universidad del Rosario en la historia y compartió las cifras del centro académico. “Me siento infinitamente orgullosa de ser rosarista. El sentimiento que realmente me abruma es el de la responsabilidad… tengo la firme creencia que el éxito de la misión que emprendo no depende de mí, sino de los miembros de la comunidad”, dijo.
Aseguró que a los estudiantes y a muchos rosaristas les pidió que le contaran dos cosas: su mayor dolor y su mayor esperanza frente a la universidad. Habló de la pérdida del sentido de pertenencia y el dolor de ver el claustro dividido tras la crisis vivida en los últimos meses. También compartió los sentimientos de orgullo que le llegaron. Reconoció que se han vivido tiempos difíciles, pero también recalcó que estas se han ido sanando. “Hoy nos encontramos en una situación distinta, pero este camino no ha terminado”, dijo.
Para finalizar, Gómez mencionó los necesarios cambios que deben venir. “La universidad que hoy recibo y la que debo entregar a quien me suceda, no puede ser la misma. Si bien debe conservar su identidad y preservar todo aquello que nos distingue de otros, que es maravilloso y único, también necesita transformarse”, concluyó.