DERECHOS HUMANOS

Buscar a los desaparecidos, una deuda histórica que no se puede olvidar

Expertos de distintas latitudes llegaron al encuentro 'La búsqueda de desaparecidos en procesos de verdad'. Sus experiencias dan luz a Colombia, ahora que debe empezar a funcionar la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

15 de febrero de 2018
| Foto: Archivo SEMANA

Los pueblos que han sufrido la violencia han llorado a sus muertos. Pero comúnmente cuando pasa la larga noche miles de familias se encuentran en la desolación, sus seres queridos desaparecieron y no pueden llorar su cuerpo ni pueden abrazarlo de nuevo. Esa historia se repite en Colombia 60.630 veces.

En los acuerdos de La Habana, como uno de los pilares para reconstruir el país después de la violencia con las Farc, se determinó la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que todavía no arranca. Su directora fue escogida, se trata de Luz Marina Monzón, pero aún no se ha posesionado.

“La Unidad tiene como objetivo servir de mecanismo para aliviar el sufrimiento de miles de familias que desconocen cuál es el paradero de su ser querido”, explicó Monzón, durante el encuentro ‘La búsqueda de los desaparecidos en procesos de verdad’ que organizó la Revista SEMANA y Usaid.

Aunque la unidad todavía no ha entrado en funcionamiento, su directora tiene claro cuál va a ser el enfoque para trabajar porque fue el que se pactó en La Habana: extrajudicial y humanitario. Quiere que Colombia pase de la búsqueda de personas desaparecidas bajo un modelo judicial donde el centro de la atención es la identificación, juzgamiento y sanción de los responsables, a un esquema institucional y operativo donde el centro de la atención es la búsqueda de las personas desaparecidas de acuerdo a las necesidades de sus familiares.

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De hecho, Lawrence J. Sacks, director de Usaid Colombia, concuerda en que el trabajo de la unidad es dar respuestas a tantas preguntas y a tanto dolor que se acumuló en el país. “Todos sabemos de la increíble capacidad de resiliencia que ha tenido Colombia, pero también de la necesidad de respuestas”, aseguró.

Colombia tiene un camino que labrar para buscar a sus miles de desaparecidos. Por eso, conocer las experiencias que han tenido otros países es muy enriquecedor. Al foro asistieron expertos de Argentina, Guatemala, El Salvador y Estados Unidos, estos son algunos de sus aportes más importantes:

Guatemala: sin apoyo del Estado y con la fuerza de las familias

El conflicto en Guatemala duró 36 años y dejó 40.000 desaparecidos. Fredy Peccerelli lidera la campaña No Más Desaparecidos y cuenta que han encontrado una manera de definirlos. “Nosotros marcamos la diferencia con las personas masacradas, para nosotros los desaparecidos son personas que el Estado, en su mayoría, tildó de enemigos internos y de manera individual capturó y maltrató, su paradero se desconoce”, explica.

Es por eso que miles de familias viven en la incertidumbre y les dicen que sus seres queridos no debían nada, no hicieron nada, que se trató de una injusticia. Defienden su inocencia porque el Estado los ha señalado. “Después de 25 años de trabajo no hay un listado unificado de personas desaparecidas. El Estado no pone un solo centavo en la búsqueda de desaparecidos”, cuenta el experto.

La campaña diseñó un sistema multidisciplinario liderado por antropólogos, psicólogos y criminalistas. El análisis genético no es el centro del proceso, el trabajo con los familiares sí. “Ha sido un proceso humanitario, para los familiares”, dice Peccerelli.

El trabajo no es sencillo, la idea es entregar a los familiares el cuerpo para que ellos decidan cómo despedir a su ser querido. Pero el proceso puede tardar años. Han identificado que los cuerpos suelen estar en tres lugares: cementerios, destacamentos militares y fosas, que en realidad son hoyos de hasta 30 metros de profundidad en los que han hallado 15.000 cuerpos.

Uno de los momentos más aterradores en la investigación fue cuando descubrieron que un documento que apareció en un archivo secreto denominado ‘Diario militar‘ o ‘Dossier de la muerte‘ contenía los datos de los asesinatos de personas desaparecidas. Cruzaron la información y empezaron a descifrar los códigos que usaban para poner la fecha y el día de la muerte. Eran personas capturadas por los militares y asesinadas en cautiverio.

En el largo camino de hallar a los desaparecidos se han encontrado con otro obstáculo: ubicar a los familiares de los cuerpos que encontraron. Peccerelli cuenta que no todos confían ni entienden lo que hacen y por tanto es un proceso en el que se debe trabajar.

El Salvador busca a sus niños

Colombia es 50 veces más grande que El Salvador y nuestro conflicto duró 50 años mientras que el de ellos 12. Aun así lo que es equiparable entre la tragedia de ambas naciones es el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos.

En los años de conflicto, 75.000 personas fueron asesinadas y 8.000 desaparecidas. Su mayor preocupación son los 2.000 niños que desaparecieron, cuenta Arcinio Suira, coordinador de la Comisión Nacional de Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos Durante el Conflicto Armado de El Salvador (CNB).

Suira tiene muy claro que la búsqueda se debe hacer desde los familiares, porque es la única manera de responderles a sus derechos. “Las víctimas no son números, son personas de carne y hueso. Es importante contar con ellos para que ellos cuenten con nosotros”, explica. Para él, incluir a los familiares en el proceso no es solo una teoría, es una práctica que requiere incluso que se asigne presupuesto para poder ayudarlos a trasladarse e incluso hospedarlos.

Desde su experiencia ha aprendido que aunque el Estado no respalde la búsqueda, esta se debe hacer porque se trata de una deuda histórica. “La voluntad política es una conquista y no todos los estados lo tienen. Me alegra mucho que una vez firmado el acuerdo se haya creado la unidad de víctimas acá en Colombia”, aseguró durante el encuentro.

Lo técnico ayuda a lograr el éxito de la búsqueda

Stefan Schmitt vino desde el Centro Nacional de Tecnología para las Ciencias Forenses de la Universidad Internacional de la Florida. Partió del hecho de que todas las identificaciones que se hacen son forenses y que definitivamente, aunque el enfoque sea extrajudicial y humanitario, se debe realizar un proceso riguroso en la identificación del cuerpo.

Además, explica que la responsabilidad de realizar la identificación del cuerpo es del Estado. “La víctima tiene el derecho de saber qué fue lo que pasó. Y el Estado tiene que identificar si fue un homicidio o se trató de muerte natural”, asegura Schmitt.

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Sin embargo, cuando se trata de conflicto normalmente la identificación de cuerpos sobrepasa la capacidad del Estado, explica el académico. “Cuando vine hace algunos años a Colombia me di cuenta de que había muchos antropólogos forenses que estaban trabajando en malas condiciones, sobre todo en lugares donde todavía había combate y sacaban de allí los cuerpos. Lo que ha resultado en el almacenaje de cuerpos de los que no se sabe en qué contexto realmente murieron. Porque nunca se logró hacer investigación en esas áreas”, dice Schmitt, quien resalta que en la actualidad, el proceso de identificación se hace a través de técnicas más avanzadas que permiten mayor precisión.

Errores para no cometer

Luis Fondebrider es presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense y se ha dedicado a estudiar por años los procesos de búsqueda de desaparecidos. Compartió algunas recomendaciones para tener en cuenta:

- Se necesita voluntad política para investigar
- Cuando se emprende el proceso las expectativas son muy altas, sobre todo desde las víctimas.
- Normalmente se piensa en una búsqueda a un corto plazo, después del boom mediático se van olvidando los desaparecidos. Son los familiares los que siempre están buscando. Esto es un error que se debe evitar.
- En pocos procesos se han sentado con los familiares para que participen, lo cual le quita credibilidad.
- Los familiares no sirven solo para dar información y muestras genéticas, son más que víctimas y deben ser valorados.
- Se tiene que tener en cuenta que durante la búsqueda todavía puede haber presencia de victimarios y lugares donde la violencia persiste.
- Debe haber coordinación entre las instituciones del Estado, decidir quién hace qué y dejar las rivalidades de un lado.
- No se debe sobre estimar la genética: la identificación es un proceso que se da con la utilización de diferentes procesos investigativos. Pero un laboratorio no va a ser la fórmula mágica.

La labor que le espera a la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas es titánica, de eso no hay duda, y al mismo tiempo vital para que la verdad llegue a las 60.630 familias que aun quieren saber qué fue de la vida de sus seres queridos.

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