POLÍTICA

Encuesta: Bogotá, la capital rebelde

La capital es más progresista y se ubica más a la izquierda que el resto del país en sus preferencias políticas, según una nueva investigación del Centro Nacional de Consultoría.

23 de febrero de 2019
Bogotá es la ciudad más liberal. En temas como el aborto, el consumo de marihuana, el matrimonio de parejas del mismo sexo y la homosexualidad. | Foto: Fotomontaje SEMANA

Desde hace décadas Bogotá ha llevado la contraria. En materia política, su electorado ha mostrado independencia y criterios propios, diferentes al resto del país. En la ciudad se impuso el Sí en el plebiscito por la paz. La consulta anticorrupción del año pasado tuvo uno de los mejores resultados, por encima del umbral con creces. En las elecciones al Senado, la votación por Antanas Mockus superó con mucho a la de Álvaro Uribe. Y en la presidencial, los votos por Fajardo –en primera vuelta– y por Petro –en segunda– sumaron más que los de Duque.

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Un estudio reciente del Laboratorio de la Democracia del Centro Nacional de Consultoría comparó la visión de la capital con la del resto del país y demostró que, aunque en Bogotá las posiciones de derecha también tienen mayoría, la izquierda recibe más respaldo que en otras partes del país. Mientras el 28 por ciento de los bogotanos se considera de esa tendencia, solo el 20 por ciento del resto de los colombianos se ubica en la orilla izquierda. Desde la otra perspectiva, mientras en otras zonas del país el 61 por ciento de personas en capacidad de elegir se identifica con la derecha, en Bogotá esta cifra es del 47 por ciento. En consecuencia, el 60 por ciento de los colombianos tiene una imagen favorable del gobierno, pero en Bogotá esta cifra es mucho menor: 39 por ciento.

Esa rebeldía no solo tiene que ver con temas políticos, sino también con preferencias relacionadas con derechos individuales y posiciones frente a temas como el aborto, el consumo de marihuana, el matrimonio de parejas del mismo sexo y la homosexualidad. Bogotá es la ciudad más liberal. Así, por ejemplo, un 45 por ciento de los bogotanos respalda el matrimonio entre homosexuales, mientras en el resto del país el apoyo a esa posibilidad es del 31 por ciento. Frente al consumo de marihuana, dos de cada diez habitantes de Bogotá lo defienden, al tiempo que otras zonas de Colombia solo una de cada diez personas acepta esa práctica. Y frente a la eutanasia, otro de los temas indagados, el 60 por ciento de los capitalinos la apoya, mientras que en otras partes del territorio lo hace el 31 por ciento. Solo frente al divorcio las cifras promedio del resto de Colombia y Bogotá coinciden: el 63 por ciento de los bogotanos lo considera una opción válida, mientras en las zonas diferentes a la capital esa cifra alcanza el 58 por ciento.

Las posiciones de valores sin duda tienen que ver con dimensiones ideológicas, en las que la política también tiene juego. El centro y la izquierda, tradicionalmente, han defendido temas como los que se plantean en la encuesta. La derecha, sobre todo recientemente y por su vínculo con la religión, ha sido reactiva frente a la igualdad de género y el porte de la dosis mínima. En esa orilla, el divorcio y el matrimonio entre personas de la comunidad LGBTI van en contravía de la definición tradicional de familia. Y en cuanto a las regiones, llama la atención que el estudio del Centro de Consultoría evidencie que en la región Central –que incluye Antioquia y el Eje Cafetero, con preponderancia del uribismo– se encuentran las personas más conservadoras (Ver gráfica).

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¿Por qué Bogotá tiende a ser más liberal que el resto del país? Los académicos tienen explicaciones que van desde la secularización propia de las grandes capitales hasta la influencia de gestiones locales que han promovido tolerancia frente a la mayoría de aspectos mencionados. Para Henry Murraín, director ejecutivo de Corpovisionarios, hay un dato clave: en la mayoría de mediciones sobre los bogotanos aparece que en los últimos diez años la institución más favorable dejó de ser la Iglesia católica, reemplazada por la de los maestros. Eso, sin duda, anota Murraín, tiene que ver con el hecho de que las administraciones de la ciudad han tenido continuidad desde los noventa hasta ahora. La cultura ciudadana de Antanas Mockus promovió la tolerancia y la convivencia en la civilidad, la defensa del espacio público de Enrique Peñalosa parte del supuesto de que en él se encuentran los ciudadanos entre iguales, y la izquierda promovió el respaldo a la población LGBTI con políticas públicas diferenciales que continuaron Lucho Garzón, Samuel Moreno, Mockus, Gustavo Petro y Peñalosa. “El tema de los derechos está más claro en Bogotá que en otras ciudades. Experiencias como los centros de atención comunitarios para a la población LGBT, creados en 2007 y vigentes desde entonces, han ayudado a interiorizar la tolerancia”, asegura la abogada y activista LGBT Elizabeth Castillo.

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En derechos reproductivos, la ciudad habla sin tabúes. Las mismas administraciones han puesto mucha atención en temas de educación sexual en los colegios públicos y Peñalosa puso a andar la plataforma sexperto.com, en la que expertos hablan de temas sexuales con los adolescentes. “Mientras el embarazo en esa población crece en el resto del país, en Bogotá bajó un 31 por ciento en los últimos tres años”, anunció el secretario de Salud de la ciudad, Luis Gonzalo Morales, la semana pasada.

Ciertamente el enfrentamiento reciente entre petrismo y peñalosismo opaca los elementos de continuidad. Pero los expertos reconocen que desde la primera alcaldía de Mockus –incluyendo a la de Samuel Moreno—las políticas para promover la participación ciudadana han permitido el auge de nuevos movimientos sociales que defienden causas como las mencionadas.

Lo mismo ha sucedido en materia de desarrollo económico y social y en temas de educación. “La relación entre escolaridad y apertura a la diversidad está demostrada”, asegura Murraín. Insiste en que la calidad de la educación en Bogotá es muy superior a la de otras zonas del país, y que la cobertura en la básica supera, desde hace años, el 90 por ciento. “A eso se suma que es una megalópolis, tiene una economía fuerte en comparación con el resto del país, una gran concentración de medios de comunicación e intelectuales”, anota el politólogo e investigador Francisco Gutiérrez, para quien “fenómenos similares ocurren en todos los países. Nueva York es más plural que el resto de Estados Unidos y París que el resto de Francia”.