NACIÓN
Los enfermos a quienes la contaminación de Medellín hizo ir de la ciudad
Mientras la ciudadanía espera que las autoridades tomen medidas extremas para que mejore la calidad del aire, muchos enferman.
Algunos han creído que la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, a la que se le conoce como EPOC, es una gripa avanzada, un problema pasajero que se cura fácil con medicamentos. Esta enfermedad tiene dos formas, la primera es la bronquitis crónica, que se manifiesta con tos prolongada que desgarra la garganta y trae moco; la segunda es el efisema, que deja un daño irreversible en los pulmones. Según varias investigaciones médicas, el tabaquismo, la exposición a gases tóxicos y a contaminación son las causas principales de una enfermedad que se expande en Medellín.
Rosalía es una de esas mujeres de la tercera edad que en los últimos días ha visto cómo el EPOC se ha convertido en una batalla diaria, aunque el médico le ha dicho que su hábito de fumar por años y que en la infancia estuvo expuesta a los hornos de leña, donde su familia hacía de comer, son las principales causas de su actual enfermedad. Sin embargo, también le aclaró que los cambios de temperatura que vive la capital paisa en los últimos meses complican su enfermedad.
Diferente le sucedió a Libardo Restrepo, de 73 años, jubilado, quien desde que cumplió 65 se le diagnosticó EPOC. Para esa época el caso no era tan grave y los médicos le controlaron por siete años con medicamentos e inhaladores, nunca vio que se interrumpiera la rutina de su vida: ir a misa, jugar bingo en el centro de la ciudad, encontrarse con amigos en algún parque para tomar un tinto bien conversado. Hasta que el año pasado se enfermó de una pulmonía que llevó directo al hospital.
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Melissa Restrepo Monsalve —30 años, politóloga—, es la hija de Libardo, y cuenta con un poco de tristeza cómo la contaminación le robó la tranquilidad y puso, incluso, matar a su papá.
“El año pasado, cuando pasó la primera contingencia ambiental, mi papá sufrió de una neumonía, estuvo hospitalizado una semana. La neumonía fue fuerte, pero no muy grave. El médico nos dijo que estuviéramos pendientes del clima, que no lo expusiéramos a corrientes de vientos, que no saliera mucho. Finalmente él se recuperó, pero eso no duró mucho tiempo”, cuenta Melissa.
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En el último mes en Medellín se ha declarado alerta naranja por los altos índices de contaminación, y parece que aún no se toman las medidas necesarias para garantizar la calidad del aire. Según el Área Metropolitana, que es la máxima autoridad ambiental de la región, esto afecta a los “grupos sensibles”, es decir adultos mayores, mujeres embarazadas, niños y adolescentes, personas que practican actividades al aire libre y personas con enfermedades cardiacas y respiratorias, como quien dice, todo el mundo.
La medida que se tomó en su momento no fue una medida sino un consejo. Se llamó a los ciudadanos para que usaran el transporte público, evitara el uso de automóviles y motocicletas, compartir el vehículo con otras personas, hacer revisiones técnicas del carro de manera periódica, utilizar los paraderos de buses, utilizar internet para hacer reuniones y así no salir de la casa, y, finalmente, caminar si no se es de uno de los grupos sensible y —cómo no— montar bicicleta.
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William Parra, neumólogo pediatra de la clínica Las Américas y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, cree que incentivar a las personas a caminar o montar en bicicleta es una de las mayores contradicciones que tienen los consejos del Área Metropolitana, pues cualquier que pedaleé durante media hora está expuesto al doble de partículas contaminante que un ciudadano que se mueve en un automóvil. “Esa invitación tiene que ser cuando le garanticen a uno que el aire está en otras condiciones”.
Parece que al tema no se le da la importancia y trascendencia que tiene el tema. Según la Organización Mundial de la Salud, el 36 por ciento de las muertes tempranas suceden por la contaminación. Lo que quiere decir que alrededor del mundo son entre 4 o 5 millones de personas las que mueren al año por la contaminación.
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Pero, a todas estas, ¿qué es la contaminación? ¿Qué es lo que afecta la salud de los ciudadanos? El material particulado —o partículas en suspensión— es la acumulación de partículas sólidas que no son perceptibles a los sentidos. El problema con estas partículas, muchas de ellas que vienen de las emanaciones que hacen los carros al quemar al combustible, es que ingresan en el organismo afectando directamente los pulmones. Las alertas que ha lanzado el Área Metropolitana se debe a que a las cuatro de la tarde del pasado jueves seis de las ocho estaciones de monitoreo que hay en todo el Valle de Aburrá presentaron niveles naranjas o rojos de contaminación de material particulado menor a 2.,5 micras.
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El material particulado tiene diferentes medidas, una de ellas es de 10 micras, que no baja de la tráquea, por lo que causa ese irritación en la garganta, tos, flema, y su verdaderas consecuencias no trasciendes; el que de 2,5 micras llega al alvéolo, que es la “concavidad semiesférica situada al final de los bronquios, en la que se realiza el intercambio de oxígeno con la sangre”, que finalmente trae enfermedades pulmonares crónicas. Sin embargo, ahí no para el problema según el doctor Parra, está el material ultrafino, que es menor a 0,1 micra, que no solamente llega al alvéolo sino que pasa al torrente circulatorio, por lo que puede afectar cualquier sistema del organismo.
Por este motivo, el alcalde Federico Gutiérrez le envió una carta al presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, para que se produjera diesel más limpio, y le pidió: “Distribuir una gasolina que pase de 300 partes por millón de azufre a 50 partes por millón, y un diésel de 50 partes por millón de azufre a 10 partes por millón”. Sin embargo, no es viable, pues al Valle de Aburrá llega diesel de 450 partes por millón de azufre desde hace un parte de años, cuando el Concejo, el Área Metropolitana y las administraciones municipales del Valle, y para eso Ecopetrol planeó, diseño y construyó una planta de desulfurización para entregar diesel más limpio, por lo que ahora tendría que hacer una inversión que demoraría, mínimo, dos años.
Y es que el principal problema de la contaminación en Medellín —el 80 por ciento del mismo— es el parque automotor que pasó 478.000 vehículos en 2005, a 1.347.000 carros circulando diariamente, de los cuales 637.500 son automóviles, volquetas y buses, y 710.186 motocicletas. Así, y según el último informa del Área, los camiones aportan el 36 por ciento, las motos el 23 por ciento, las volquetas el 22 por ciento, los buses el 10 por ciento y los autos un 6 por ciento.
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Si sabe que el problema es el parque automotor, la pregunta que queda en el aire es por qué no se ha aplicado el pico placa todo el día en la ciudad y por qué no hay horarios de circulación para los vehículos pesados.
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“Últimamente se han hecho investigaciones con niños haciendo mediciones en las escuelas, y comparan a esos niños que está en una arteria principal con otro niños de una escuela más retirada, y han encontrado que esos niños se ven afectados cognitivamente por la contaminación. Y es que la OMS ya define que para conservar una buena salud se debe estar retirado entre 200 y 300 metros de una arteria principal, pero en Medellín vivimos, trabajamos y estudiamos sobre las vías arteria”, dice el médico Parra.
Pero no sólo los niños están experimentando problemas que no son tan perceptibles a la vista de los médicos, dice Parra que las mujeres en embarazo que viven cerca a vías principales —menos de 200 metros—, tienen niños con bajo peso al nacer. “Uno muchas veces en su trabajo diario encontraba un niño con bajo peso y no teníamos explicación, pero ahora con la contaminación sabemos que ahí está la causa, niños con mayor probabilidad de infecciones respiratorias severas”.
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La bicicleta, por otro lado, sigue siendo un clamor de los ciudadanos en las redes sociales, quienes se quejan continuamente de la nube de esmog que se le ha pegado a las montañas del Valle de Aburrá. Según datos del programa de bicicletas públicas del Área Metropolitana, EnCicla, cada día tienen 10.000 préstamos y se estimula que cada día unas 50.000 personas ruedan en bicicleta, y hasta hubo un momento en que en EnCicla llevó más personas que el Tranvía. Sin embargo la infraestructura de ciclorrutas no es óptima.
Daniel Suárez Montoya, un joven activista del aire y que incentiva el uso de la bicicleta, cree que el problema de las ciclorrutas es que no conectan con nada, que están desperdigadas en la ciudad y las únicas que terminan de funcionar están en el barrio Laureles. “La Administración pasada ayudó a comunicar varios ciclorrutas, pero siguen siendo inconclusas. Ya hay unos diseños para nuevos tramos, pero estos siguen estando inconexos, a veces desaparecen en partes donde la vida del ciclista puede correr peligro.
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Pero volvamos a la historia de Libardo y su EPOC. La neumonía de principios del año pasado se curó, sin embargo en septiembre volvió a recaer. Según su hija Melissa, fue muy complicada y estuvo a punto de morir. “Estuvo tres semanas en la clínica. Cuando el neumólogo nos vio, nos dijo que la contaminación lo estaba afectando y que el material particulado era uno de esos problemas”.
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El médico les advirtió que si Libardo seguía viviendo en Medellín, tendría que mantener con oxígeno en la casa y le quedaba muy prohibido salir a la calle, sobre todo si las autoridades ambientales declaraban emergencias y que su expectativa de vida se iba a reducir a seis años. Fue así como entre las hijas decidieron que lo mejor era que su padre se fuera de Medellín para Jericó, donde tenían familia.
“Mi papá mientras estuvo acá tuvo oxígeno, tuvo una calidad de vida muy regular. Él no quería usar oxígeno permanente. Desde que está en Jericó el médico le quitó el oxígeno. El tema es que como él necesita ser visto por especialistas, tiene que venir a Medellín, y justo esa semana iba a viajar, pero el médico prefirió aplazarle la cita porque los índices de contaminación están muy altos y se nos puede complicar”.