Nación
Entran como detenidos, salen como profesionales. Así es el ambicioso proyecto de resocialización en las cárceles
Más de 100 privados de la libertad se incluyeron en programas de formación académica que los convertirá en profesionales.
El Inpec les metió el acelerador a los programas de resocialización a través de la formación académica y el combustible lo cargaron la Corporación y la Universidad Minuto de Dios. Más de 100 privados de la libertad se incluyeron en un proceso que permitirá convertirlos en bachilleres y profesionales en áreas de la administración de empresas y las comunicaciones.
Lo que arrancó como un proyecto se convirtió en un programa de formación que se enfoca en el bachillerato y la profesionalización. Los privados de la libertad que se acercan a los programas, en las mismas cárceles, obtienen becas que prácticamente garantizan el pago de las matrículas.
Los costos se reparten entre la Universidad Minuto de Dios, el Inpec y algunas fundaciones que sumaron esfuerzos para garantizar que los privados de la libertad ocupen el tiempo en la cárcel con su propia profesionalización. El resultado fue poderoso, los privados de la libertad se empezaron a incluir y con el tiempo los logros llegaron en toga y birrete.
“Capacitarse obteniendo su diploma de bachillerato, obteniendo su reconocimiento en los estudios, bien sea de primaria, bien sea de secundaria, de bachillerato y entonces así comenzó esa colaboración y hemos dado ya algunos grados de bachilleres a muchachos que cuando salgan de la cárcel, cuando recuperen su libertad, puedan mirar el futuro con más optimismo”, dijo el padre Diego Jaramillo, presidente de la Corporación Minuto de Dios.
El Inpec advirtió que son más de 400 los privados de la libertad que están en los procesos de formación, entre bachillerato y universidad, un número que todos los meses aumenta, de acuerdo con el director de la entidad, el coronel Daniel Gutiérrez, que, con orgullo, extendió los beneficios a todos los detenidos del país.
“En términos de resocialización, todas las personas privadas de la libertad pueden redimir pena con trabajo o enseñanza y este año ha sido muy importante con el apoyo del Ministerio de Justicia y el Minuto de Dios, quienes nos han venido apoyando y tenemos un convenio donde se están capacitando 400 personas privadas de la libertad. ¿Qué es lo importante del Inpec? Pues estamos apoyando con el 15 % de las matrículas de esas personas que quieren ser profesionales”, dijo el coronel Daniel Gutiérrez, director del Instituto Nacional Penitenciario.
Historias sobran en este encuentro académico tras las rejas. Son justamente los privados de la libertad, sus familias y los profesores, los que cuentan cómo ocurren los días en un aula de clase que es al mismo tiempo la prisión. Los docentes tuvieron que reinventarse para conseguir las clases, cumplir los horarios y motivar a los estudiantes.
“Las situaciones propias del contexto penitenciario nos han dado la posibilidad, a la academia, de reinventarnos en nuestro ejercicio como docentes. Fácil no es, porque los protocolos de seguridad de los establecimientos penitenciarios demandan ciertas situaciones en nuestro ejercicio. Hay dificultades todo el tiempo, hay novedades de diferente índole, de enfermedades, que no hubo en ese momento internet para que los estudiantes accedan a los equipos. En cada uno de esos escenarios nosotros nos hemos reinventado y hemos solventado cada una de esas situaciones”, señaló Yudely Ordóñez, profesora y líder del proyecto.
Los estudiantes, egresados y pospenados también contaron a SEMANA sus experiencias, de cómo fue formarse tras las rejas y los objetivos que poco a poco fueron cambiando mientras recibían las clases en medio de sus condenas. No es fácil la cárcel, pero cambia con la ilusión de cambiar su futuro a través de la educación.
“Es un poco duro el estudiar nuevamente y en una cárcel. Primero, las dificultades; segundo, está que no hay suficientes equipos tecnológicos para poder estudiar todas porque, pues, son bastantes. Entonces todos los equipos no permiten abrir todas las páginas, es muy limitado lo que podemos ver y el conocimiento que podemos adquirir dentro de la tecnología que hay en los establecimientos”, dijo Yolima Rivera, egresada y pospenada.
El proyecto está en marcha y espera continuar, incluso sumar esfuerzos, que más instituciones participen para que más privados de la libertad se conviertan en estudiantes, en egresados y no pospenados.