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"No descansaré hasta que Andrés Felipe esté en libertad": esposa de Arias

Catalina Serrano explica la situación jurídica del exministro en Estados Unidos, cuenta cómo son sus condiciones de reclusión y lo que han vivido ella y sus hijos en ese proceso. Responde las críticas de la Farc y pide que en Colombia le garanticen el derecho a una segunda instancia.

20 de octubre de 2018
"A mi esposo le han negado en varias oportunidades, el derecho universal a que su condena sea revisada en una segunda instancia y frente a un tribunal imparcial. ¿Cómo se explica esto?", dice Catalina Serrano | Foto: León Darío Peláez

SEMANA: Esta semana su esposo envió una dura carta con algunas reflexiones sobre su situación jurídica. ¿Qué buscaba?

Catalina Serrano: La carta que ha enviado Andrés refleja el dolor que hay en su corazón frente a tanta injusticia. Andrés es un hombre inocente que ha tenido que pagar muy caro el manejo politizado y corrupto de la justicia en nuestro país. Solo quien ha vivido lo que le ha tocado vivir a él, entiende el dolor y la impotencia que se siente el ver que la vida se le esfuma. Los días pasan y pasan y con él nada pasa. Así no tengamos mucho tiempo para hablarnos diariamente, y escasos 60 minutos semanales de visita para comentar de tantos temas que tenemos pendientes, creo que esa posibilidad de desahogo le ayudó a revivir su espíritu y las ganas de seguir luchando por defender su inocencia y la verdad. Andrés quiso enviar un mensaje claro a Colombia: “Hoy nos tocó a nosotros, mañana puede ser cualquiera.”

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SEMANA: ¿Por qué cree que él, después de 382 días de detención, decide dirigirse a los colombianos de esa manera?

Catalina Serrano: Él escribió esa carta porque cree que para que Colombia sea realmente un país en paz, necesita primero ser un país con Justicia. ¿Cómo es posible que el máximo Tribunal de justicia del país, esté conformado por jueces cuestionados, incluso algunos investigados y hasta acusados, y a quienes se les ha comprobado basan sus decisiones legales en intereses políticos y dinero y no basados en derecho y justicia? 

Catalina Serrano acompañó a su esposo a todas las audiencias de su caso en Colombia. El ex ministro fue condenado por la Corte Suprema de Justicia a 17 años de cárcel y una multa de 30 mil millones de pesos por cuenta de las irregularidades que se presentaron en el programa Agro Ingreso Seguro.  

SEMANA: ¿Por qué compararse, por ejemplo, con los guerrilleros de las Farc si la situación de él es tan diferente?

Catalina Serrano: Diferente sí, eso es cierto. Mientras los guerrilleros de las FARC mataban, secuestraban, narcotraficaban, entre muchas cosas más, mi esposo trabajaba por Colombia. Sin embargo ellos, a pesar del daño que hicieron, tuvieron una segunda oportunidad, sin pagar un solo dia de cárcel. Mi esposo hoy se encuentra en una cárcel de máxima seguridad, pagando condena por un delito que no cometió. Además, a él se le ha negado en varias oportunidades, el derecho universal a que su condena sea revisada en una segunda instancia y frente a un tribunal imparcial. ¿Cómo se explica esto?

SEMANA: El senador de la Farc, Carlos Antonio Lozada, invitó a su esposo a leerse el acuerdo de paz para entender por qué están en el Congreso. Y recordó que él está en esa situación porque fue condenado por corrupción...  

Catalina Serrano: El señor Lozada no tiene autoridad moral para juzgar ni cuestionar a ningún colombiano de bien. Que no se le olvide ver primero la viga que tiene en su ojo antes de ver la paja en el ojo de los demás. Irónicamente, hay algo que nos une con él y sus amigos, y es precisamente la desconfianza en la justicia colombiana, razón por la cual a ellos les crearon de un Tribunal Especial.

El señor Lozada no tiene autoridad moral para juzgar ni cuestionar a ningún colombiano de bien.

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SEMANA: ¿Cuál es la situación jurídica hoy de Andrés Felipe Arias?

Catalina Serrano: A hoy la situación de Andrés está en un limbo. Hemos presentado la intención de apelación al Circuito 11 de Atlanta, sin embargo desde el momento en que el Juez King negó el Habeas Corpus y la libertad bajo fianza los términos se acabaron, es decir que en cualquier momento puede darse su extradición. La semana pasada radicamos una solicitud para que se puedan congelar los términos de la extradición y podamos continuar con el proceso de apelación, pero aun no ha sido resuelta.

SEMANA: ¿Qué decisión esperan de esas cortes?

Catalina Serrano: Los abogados confían que en el Circuito 11, al que hemos apelado, la decisión del juez nos dé la razón, teniendo en cuenta que en oportunidades anteriores este tribunal ha reconocido la no vigencia del tratado. No soy abogada, pero lo que entiendo es que a este nivel, ya hay jurisprudencia favorable a nosotros en ese sentido.

SEMANA: Él presentó una medida cautelar de stay en los Estados Unidos. ¿Para qué sirve ese mecanismo?

Catalina Serrano: El “Stay” es una solicitud que se hace para congelar la extradición.

SEMANA: Ustedes también tramitaron asilo una vez llegaron a ese país. ¿En qué va eso?

Catalina Serrano: Ambos procesos, asilo y extradición están pendientes. Naturalmente cuando uno de los dos se resuelva, el otro termina.

SEMANA: ¿Cómo han sido para usted estos 382 días con su esposo en la cárcel?

Catalina Serrano: Andrés y yo tenemos grabados en la memoria los últimos segundos de libertad de él, en los que mirándolo a los ojos le dije: “Vamos a estar bien, Dios está con nosotros”. No me equivoqué. Dios ha estado presente en cada instante de mi vida, y aún más presente en los momentos de mayor dificultad. Es imposible negar el dolor permanente que hay en mi corazón, al no tener al hombre que amo, admiro, respeto y añoro a mi lado cada segundo. No lo saco de mi pensamiento. Sufro al sentirme impotente y con la incertidumbre de cuánto más tendremos que vivir así. El solo hecho de imaginar su día a día en ese lugar me parte alma. Pero he aprendido a vivir un día a la vez y siempre agradeciendo a Dios por nuestra vida, nuestro amor, nuestros hijos, nuestros papás que a propósito han sido nuestro mayor apoyo, y por todos los amigos y ángeles que ha puesto en nuestra vida para hacernos este momento difícil, no tan difícil. No descansaré hasta lograr que mi esposo esté en libertad al lado mío y de mis hijos, ha sido una prueba muy difícil y sobre todo muy larga, pero mi espíritu se ha fortalecido y nuestra defensa de la verdad y la justicia sabemos está respaldada por Dios.

Arias estuvo detenido preventivamente durante un año y 10 meses en la Escuela de Caballería, pero fue liberado hasta que la justicia dictara sentencia en su caso.  Como otros miembros del uribismo que tenían procesos pendientes, él y su esposa se fueron a Estados Unidos a pedir asilo político argumentando que la Corte Suprema de Justicia no era imparcial. 

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SEMANA: ¿Cómo funcionan las visitas?

Catalina Serrano: Tenemos derecho solo a cuatro visitas al mes de una hora cada una. Mejor dicho, solo una hora de cada 168 horas que tiene la semana podemos compartir con él. Siempre vamos los tres, Juanpe, Elo y yo. Los miércoles son los días que más esperamos de la semana.

"Solo una hora de cada 168 horas que tiene la semana podemos compartir con él"

SEMANA: ¿Cómo es el lugar de reclusión? ¿Qué hace su esposo en el día a día?

Catalina Serrano: La cárcel federal en la que se encuentra Andrés no es una cárcel diseñada para temporadas largas, la mayoría reclusos no pasan ahí más de 3 o 4 meses. Es una mole de concreto helada, temperatura hospital para evitar los contagios, con ventanas muy delgadas en las que apenas entra el sol. El lugar no tiene un patio al aire libre donde los reclusos puedan recibir la luz natural ni sentir el aire fresco. La comida es escasa y regular. Andrés está escribiendo una novela histórica sobre Germanicus, el general romano. La está escribiendo conjuntamente con la escritora colombiana María Cristina Restrepo. Hace ejercicio intensamente para mantenerse activo, pero además para contrarrestar un poco el frío. Lee cuanto libro y novela puede conseguir en la “Biblioteca” de su piso, que realmente es un carro de mercado con libros. Medita 3 veces al día y solo espera los 10 minutos diarios que tenemos para hablar por teléfono.

"Es una mole de concreto helada, temperatura hospital para evitar los contagios, con ventanas muy delgadas en las que apenas entra el sol".

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Catalina Serrano y sus hijos Eloisa y Juan Pedro visitan todos los miércoles a Andrés Felipe Arias en la cárcel federal de La Florida. Pueden estar una hora con él. 

SEMANA: ¿Con quién comparte él en esa prisión?

Catalina Serrano: Con muchos colombianos extraditados por narcotráfico y otros delitos. Hay cubanos, boricuas y americanos también. De toda esta experiencia y de todo lo que han contado, Andrés incluso ha sacado notas con las cuales piensa hacer un segundo libro. Una vez termine el de Germanicus.

SEMANA: Cómo ha sido la situación con sus hijos. ¿Qué tanto saben ellos de lo que está pasando?

Catalina Serrano: Mis hijos son las verdaderas víctimas de esta injusticia. A ellos les ha tocado la peor parte. Crecer teniendo papá pero no poder tenerlo cerca. Vivir los mejores años de su vida lejos de su héroe, porque, ¿para qué hijo su papá no es un héroe? Por experiencia a pesar de su corta edad, ya saben que la vida no siempre es fácil ni justa, y que por lo general no pasa lo que planeas, sin embargo son niños que no han perdido la capacidad de soñar con volver a pasar una navidad al lado de su papá, que no se cansan de pedirle a Dios por su libertad y que no dejan de sonreír. Juanpe y Elo tienen claro que no solo quienes cometen delitos están en la cárcel, ya entienden que a una persona inocente, también le puede pasar y por eso no sienten vergüenza de contestar a quien les pregunta por su papá, en qué lugar se encuentra. Tienen en su manito una pulsera de Arias Inocente que nunca se quitan y la llevan con orgullo.

Según Catalina Serrano, en la cárcel Andrés Felipe Arias medita 3 veces al día y solo espera los 10 minutos diarios que tenemos para hablar por teléfono con ella y sus dos hijos

SEMANA: ¿Qué hace usted en Estados Unidos? ¿Cómo es mantener un hogar en estas condiciones?

Catalina Serrano: Desde que llegamos a este país, hemos tenido el permiso de trabajo y gracias a Dios también trabajo. Esto nos ha permitido a mis hijos, quienes van a un colegio público y a mí sostenernos con austeridad. Lo difícil de mantener esta condición es tener que vivir separados de Andrés.

SEMANA: ¿Ustedes han visualizado el escenario de una extradición a Colombia?

Catalina Serrano: De las cosas que más claro tenemos en la vida, y por experiencia propia, es que todo puede pasar. Y le confieso que me duele el alma cuando soy consciente de esa injusta realidad. Para empezar, Andrés nunca debió ser pedido en extradición, porque nunca debió ser condenado. Sin embargo hoy, sé que la mayoría de los colombianos saben de la inocencia de Andrés y la injusticia cometida en su contra. Sé que si eso llega a pasar, será mucha la indignación... Hemos pedido de muchas formas que a Andrés se le otorgue el derecho universal a una segunda instancia con un juez imparcial y este se le ha negado. Entonces, si tanto quiere la Corte Suprema de Justicia ver a Andrés de regreso en Colombia, que repare el daño que nos ha ocasionado, concediéndole este derecho.

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La esposa de Andrés Felipe Arias lleva todas las semanas a sus hijos a ver a su papá en la cárcel. En algunas ocasiones, cuando las visitas no están permitidas, le mandan mensajes desde la calle esperando que él pueda verlos por la ventana de la prisión.  

SEMANA: ¿Usted quisiera volver?

Catalina Serrano: No, yo no quisiera volver, no tenemos garantías. La justicia en Colombia ha violado sin sonrojarse los derechos de defensa de Andrés, entre muchos, el de negarle el derecho universal a la segunda instancia y ante un juez imparcial. Tristemente la decisión de regresar no está en mis manos. Yo tampoco quería venirme cuando me tocó, pero ya hoy se que estaré bien en el lugar en el que Dios quiera que esté. En tan solo 11 años que llevo de casada, la vida me ha dado giros inesperados a los que me he tenido que acostumbrar y de los que he aprendido que lo único que necesito para estar bien, es estar cerca de Dios.