LA ENTREVISTA, POR LUIS CARLOS VÉLEZ

“Este es un país con recursos, con gente buena y que trabaja”

El exgerente de la Federación Nacional de Cafeteros compartió su visión de país al celebrar sus 90 años de vida. Jorge Cárdenas Gutiérrez, quien fue uno de los hombres más influyentes del mundo empresarial colombiano en el siglo XX, ve con ojos positivos el futuro de la nación.

Luis Carlos Vélez
5 de septiembre de 2020
Luis Carlos Vélez entrevistó a Jorge Cárdenas, exgerente de la Federación Nacional de Cafeteros, sobre su visión de Colombia.

Luis Carlos Vélez: ¿Alguna vez había presenciado una crisis como la que estamos viendo actualmente? 

Jorge Cárdenas Gutiérrez: No. Jamás a nuestra generación le tocó vivir una crisis tan extensa y tan profunda. Una crisis que el país no había vivido en los últimos 100 años. 

L.C.V.: ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esta crisis?

J.C.: El enorme impacto social y humano que ha tenido la crisis. No solo el gran tema de la salud y  la manera de enfrentar ese problema, sino además por haberse unido a una crisis económica, el efecto y el impacto humano en lo social ha sido muy grande. 

L.C.V.: Una crisis va a afectar mucho más a los pobres que a los ricos...

J.C.: Esta crisis nos mostró realidades muy grandes de nuestro país. Unos tuvimos todo para estar en nuestras casas durante el aislamiento, pero muchos han pasado grandes trabajos y han tenido que exponerse por su estado de pobreza y de informalidad. 

L.C.V.: En su experiencia, ¿cuánto tiempo va a pasar para que salgamos de la crisis?

J.C.: Mucho tiempo va a pasar antes de que volvamos a una normalidad. El problema del empleo es prioritario y vamos a tomar mucho tiempo para que podamos recuperar unas cifras de desempleo siquiera cercanas a las que teníamos días antes de la crisis. Y, en general, en los negocios y en la economía también veremos un periodo muy largo para que las empresas se acomoden a una nueva realidad para que los consumos se recuperen y para que los negocios vuelvan a tener la actividad de entonces.  

L.C.V.: En los años noventa se hablaba de la gran moderación. Una época macroeconómicamente estable en muchos países, que permitía cambios y reformas. ¿Perdimos las aguas mansas para enfrentarnos a estos tiempos turbulentos?

J.C.: Estos tiempos han sorprendido a los más organizados y a los menos organizados como país. Esto ha sido de manera general para todos. Yo creo que el país ha venido haciendo reformas. Otra cosa es que después de esta realidad de la actual pandemia, necesariamente se vienen unas reformas indispensables. 

L.C.V.: ¿Cuáles son esas reformas?

J.C.: La prioridad es lo laboral. Hay que modernizarnos en lo laboral para poder volver a emplear a tanta gente que perdió su empleo en esta época. 

L.C.V.: ¿Cómo ve al presidente Duque y su manejo económico durante la pandemia?

J.C.: Yo lo apruebo totalmente. Creo que se manejó con oportunidad y con buenos objetivos. Hubiera sido gravísimo dejar pasar los días y que todo este proceso se nos hubiera acelerado aún mucho más. 

L.C.V.: ¿Y por qué cree que le dan tanto palo?

J.C.: Porque el país está un poco inconforme con tantas cosas. Hemos crecido, somos tantos millones de colombianos, que mantener la confianza de todos y el buen sentimiento de toda la población es difícil. Pero yo creo que la gran mayoría está de acuerdo con lo que el señor presidente y su gobierno han hecho.  

L.C.V.: ¿Cómo compararía al presidente Iván Duque con otros mandatarios de los que usted ha sido testigo? 

J.C.: Le doy una muy buena calificación porque me parece un hombre profundamente inteligente, comunicador y muy espontáneo en su comunicación con la sociedad y con la gente. 

L.C.V.: Uno de los riesgos que trae la pandemia es alimentar los cantos de sirena de los populistas. ¿Ve usted al país en manos de caer en esos cantos de sirena?

J.C.: Al populismo hay que rechazarlo. La mejor forma de derrotarlo es fortalecer los partidos de centro derecha como el Conservador y de centro izquierda como el Liberal. El país debe iniciar un nuevo ciclo político recuperando un patrimonio de 200 años representando en sus dos partidos.

L.C.V.: ¿A quién ve cómo líderes hacia el futuro? 

J.C.: El país cuenta con una  nueva generación de líderes preparados que conocen el manejo de las políticas públicas y tienen experiencia. Hay buenas reservas para asegurar que el país estará bien conducido.

L.C.V.: No me dijo un nombre de alguien…

J.C.: No lo tengo. Es una escogencia difícil en un abanico amplio que hay hoy. 

L.C.V.: Su hijo ha tenido unos cargos muy importantes. ¿Lo ve como presidente? 

J.C.: Tengo que decir con un poco de falta de prudencia, que es uno de los líderes importantes de Colombia, con criterio y una formación importante para las políticas que el país necesita. Pero hay varios más. 

L.C.V.: ¿Qué le falta a su hijo para ser presidente?

J.C.: Eso sí que lo digan los demás, porque es muy cercano para opinar uno. (Risas).

L.C.V.: ¿Ha perdido el café el impulso y la fuerza que tenía antes?

J.C.: No. Obviamente las instituciones ya no son las mismas que hace diez o 15 años. Ha cambiado el país, han cambiado las instituciones y la Federación ya no puede hacer tantas cosas como hizo en el pasado porque ya no dispone de los mismos recursos. Han cambiado las normas y las políticas en general, pero la realidad es que la Federación y el gremio cafetero siguen siendo un gran soporte de la economía colombiana. Creo que se está haciendo lo debido con nuevas tecnologías, variedades de café y tipos de desarrollo, además de productividad e innovación en las zonas cafeteras.  

L.C.V.: En los ochenta se decía que los tres cargos más importantes del país eran la Presidencia de la República, la dirección de El Tiempo y la gerencia de la Federación, puesto que usted tuvo. ¿Cuáles son los más importantes hoy? 

J.C.: Yo no creo que en mi etapa me haya tocado lo de los tres cargos. El país ya se había abierto mucho. Lo que pasa es que la Federación fue la primera gran organización gremial que se creó con recursos propios, con un aporte muy sustancial de parte de los cafeteros a través de unas leyes que crearon una parafiscalidad en favor del café. Y todo eso enriqueció la política cafetera e hizo que la Federación jugara papeles importantes. Pero todo ha ido cambiando y hoy ya no existen esas condiciones de antes para hacer desarrollos e inversiones como se hizo en el pasado. 

L.C.V.: Pero usted, un gran conocedor del poder, no me respondió dónde está concentrado hoy…

J.C.: El poder hoy es más popular, está más en las gentes que opinan por las redes de comunicaciones. Hay más comunicación en la población colombiana, luego hay más liderazgos, más gente que opina. Pero sigue siendo la Presidencia y todo lo que significa el Estado en todas sus áreas. 

L.C.V.: Hablando de las dinámicas del poder, ¿usted cómo se informa? 

J.C.: Yo soy un poco tradicional. Me sigo informando por los medios tradicionales; la prensa, la revista, la radio, la televisión y los diferentes foros y eventos que se hacen para debatir temas. 

L.C.V.: Usted ha sido testigo de la transformación del país. ¿Qué ha sido lo más relevante en términos de transformación económica en los últimos años? 

J.C.: Primero ha habido más diversificación en la economía nacional. La economía tiene nuevas áreas de desarrollo muy importantes en la industria, en las finanzas, en los negocios en general. El país tiene una enorme transformación en los últimos 50 años. Segundo, las comunicaciones internas son hoy mucho más ágiles y más cercanas al común de las gentes. Y en la parte educativa no hay duda de que también hemos tenido una gran ampliación de nuestras facilidades en la educación primaria, secundaria, universitaria y de posgrado. El país ha mostrado un enorme desarrollo y una gran evolución hacia una alta calidad en la educación.

L.C.V.: Algunos aseguran que Colombia perdió mucho tiempo focalizándose en el café y en el petróleo como productos de exportación. Ahora que la tecnología vale oro, no tenemos cómo ir a la fiesta. ¿Qué piensa usted? 

J.C.: Cada cosa llegó en su tiempo. El café abrió vías, el café creó mercados externos, nos conectó con el mundo, nos enseñó a hacer negocios en el exterior. Nos trajo las divisas que necesitábamos para industrializarse en nuestras primeras etapas y para crecer en muchos de los servicios que hoy tenemos. De manera que en su tiempo y en su momento el café fue fundamental en el desarrollo del país. Además, indirectamente abrió una versificación porque permitió abrir los mercados, las rutas marítimas, todo eso dio oportunidad para ampliar nuestras corrientes en el comercio y ver qué necesitábamos y qué podíamos producir. En general, el país ha crecido y el desarrollo tecnológico se ha acelerado en los últimos años. Eso lo vamos incorporando y vamos avanzando. Vea usted las comunicaciones de los medios telefónicos, cómo se conecta el país a internet. Uno se va sorprendiendo de cómo avanza el proceso de desarrollo en Colombia.  

L.C.V.: De todos estos años de trabajo y de experiencias, ¿cuál es la lección más importante que usted aprendió?

J.C.: Uno tiene que tener confianza en uno mismo, en quienes están respondiendo por el Gobierno del país y confiar en quienes diseñan y ponen en marcha las distintas empresas y actividades de Colombia. Hay que tener confianza en los principios básicos de la nación para que podamos vivir y continuar en este proceso de desarrollo. 

L.C.V.: A usted le tocó vivir los años más duros en el narcotráfico y el terrorismo. Hoy que estamos en otro momento, difícil también, ¿usted es optimista?

J.C.: Soy optimista, este es un país con recursos, con gente buena y que trabaja. Este es un país que tiene reservas y que tiene una posición privilegiada para seguir un proceso ordenado en su desarrollo con la seguridad de que podemos ser una nación muy exitosa. 

L.C.V.: Hablábamos de transformaciones, hablemos de medios. ¿Usted lee SEMANA? 

J.C.: Leo SEMANA de hoy, de la mitad y del principio. De manera que soy buen testigo de la historia de SEMANA; me tocó vivir sus tres momentos. 

L.C.V.: ¿Y qué piensa de la SEMANA de hoy?

J.C.: La leo en cada edición. Me parece que está respondiendo muy bien a la necesidad de información seria y objetiva de los temas nacionales. Tiene un buen balance en la manera de opinar y de informar.