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Jesús María Valle: la investigación que reconstruye la vida de un hombre que sabía que lo iban a matar

SEMANA habló con la autora del libro 'Aquí no hay muertos: una historia de asesinato y negación en Colombia', que se lanza este martes 27 de febrero, en conmemoración del crimen del abogado defensor de Derechos Humanos Jesús María Valle. Fue asesinado en 1998.

27 de febrero de 2018

Jesús María Valle sabía que lo iban a matar. Antes de que sucediera lo que él consideraba ineluctable, varios de sus amigos le dijeron que se fuera del país, que salvara su vida. Ya había comenzado el exterminio hacia defensores de derechos humanos como Héctor Abad Gómez y otros tantos. Pero Valle prefirió hacer lo que creyó correcto: denunciar e incluso declarar ante un fiscal sobre esa unión que se vaticinaba entre paramilitares de las AUC y agentes del Estado, aquella misma que terminaría determinando su propio asesinato. Maria Mcfarland se fijó en esa historia y la investigó hasta las últimas consecuencias. La investigadora y abogada peruano americana, que lanzará este martes el libro Aquí no hay muertos: una historia de asesinato y negación en Colombia, logró un retrato inédito de Valle, a quien llamó el ‘profeta‘. El lanzamiento coincide con la conmemoración de los 20 años del asesinato de Valle, un crimen del que aún no se sabe toda la verdad.     

SEMANA: A Jesús María Valle usted lo ha llamado el profeta porque fue una de las primeras personas que empezó a alertar sobre lo que se venía con el fenómeno paramilitar y la comunión con agentes del Estado. ¿Cuál fue su primera impresión al conocer la historia de Valle? ¿Cómo se fue acercando a ese personaje y a través de qué medios?

MARIA MCFARLAND (M.M): Yo había escuchado sobre Jesús María Valle hace muchos años, cuando era una investigadora en Colombia para Human Rights Watch. Había conocido a activistas en Medellín que me habían hablado de él. Si visitas la Universidad de Antioquia obviamente su imagen está por todos lados y en distintas partes de Medellín siempre me he encontrado con personas que hablaban sobre él como una persona importante.

Yo ya lo tenía presente pero realmente me di cuenta de la importancia de Valle también en la vida de Iván Velásquez, porque él me dio una copia de su discurso que dio cuando recibió el premio de Derechos Humanos de la International Bar Association, del Colegio de Abogados Internacional, en Dubai en 2011.

SEMANA: ¿Cómo entra Jesús María Valle en ese discurso?

M.M.: En el discurso cuenta la historia de José Arcadio Segundo en Cien Años de Soledad, donde él ve la masacre de las bananeras y regresa a Macondo para contar lo que ha visto y le dicen “no, no, aquí no hay muertos”; desde el tiempo de su bisabuelo no han habido muertos allá en Macondo. Y de ahí sale el título del libro, de esa negación de la sociedad de lo que está pasando.

Entonces Iván en su discurso le dedicó el premio a Jesús María Valle y dijo “Valle es como uno muchos Arcadios Segundos que dieron la vida, que dijeron la verdad y que no les creyeron”. Y él dio la vida, y hay muchos colombianos que también han dado la vida. Eso me pareció muy cierto y me pareció importante indagar más.

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SEMANA: ¿Cómo fueron esas investigaciones iniciales?

M.M.: A partir de allí empecé a visitar Medellín más seguido, a hablar con la familia de Valle, con amigos, personas que lo conocían de esa época, a buscar  en los archivos, el expediente de su homicidio, del proceso… bueno, y por ahí empecé a armar la historia.

SEMANA: Desde el punto de vista humano usted dice que logró reconstruir parte de ese retrato humano de Valle que se ha ido perdiendo con el tiempo. ¿Qué le llamó la atención de ese aspecto y cómo lo podría describir de acuerdo a la investigación que hizo?

M.M.: Por todo lo que me dijeron, era una persona sumamente humilde, a quien no le importaban las cosas materiales. Valle era un abogado reconocido en Medellín, pero él se dedicó casi completamente al tema de los derechos humanos. Me contaron, por ejemplo, que él tenía una máquina de escribir Olivetti en su oficina a fines de los noventa. Porque no tenía sentido para él invertir en algo más moderno. Porque él era así de sencillo. Sus hermanas me dicen que a veces, si venía una persona pobre, él le regalaba alguna cosita de la casa, porque pensaba “bueno, ellos son más necesitados”.

SEMANA: ¿Qué relación tenía Valle con Ituango?

M.M.: Era una persona que viajaba constantemente a Ituango, que era donde había nacido. De hecho, nació en el pueblo de La granja, donde hubo una masacre muchos años después. Y para él, Ituango era un lugar muy especial, era el lugar donde se había criado. A pesar de que salió de allí pequeño, regresó por un año, más o menos a la edad de 11 años, a trabajar con su papá en la tierra.

Su papá era un campesino y trabajaba ahí. Él tenía un profundo compromiso con Ituango, por eso cuando empiezan a suceder las incursiones paramilitares ahí, él se da cuenta de todo. Viajaba casi todos los fines de semana en bus o en su auto. Llegaba hasta allá y caminaba por los pueblos. La gente lo conocía. Cuando yo hablaba con gente de Ituango todos sabían quién era él. Jugaba con los niños, les llevaba comida, hacía fiestas. Era una persona, además, alegre y divertida. Le gustaban mucho los cantos y le gustaba bailar.

SEMANA: Pero también hizo trabajos con comunidades en otros lugares, aparte de Ituango...

M.M.: No solamente se dedicó a la gente de Ituango, también hizo un trabajo increíble en Medellín con poblaciones desplazadas, por ejemplo. Una de las mujeres que trabajaba cercanamente con él, Beatriz Jaramillo, me comentó que una vez llegaron de la ciudad unas retroexcavadoras para demoler las casas de una comunidad de desplazados en Blanquizal (Medellín). Apenas se enteró, Valle inmediatamente fue al lugar. Y organizó un censo de la población para conseguirles ayuda. Trató de detener lo que iban a hacer, pero no lo logró. Sin embargo, en un momento, cuando iban a demoler la casa de una mujer que estaba sola y embarazada, se paró delante de la retroexcavadora y no permitió que avanzaran. Y le salvó esa casita por un tiempo más. Eventualmente, él hizo todo el trabajo con la ciudad para conseguirles nuevas casas a todas estas personas que las habían perdido, que habían sido demolidas.

Ese tipo de trabajos era algo que para él era sin fines de lucro, era un tema de compromiso, de pasión. Y eso había comenzado  desde hacía muchos años.

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SEMANA: ¿Desde cuándo?

M.M.: En los años ochenta ya había sido miembro importante del Comité de Derechos Humanos de Antioquia. Y cuando se da esa seguidilla de asesinatos, como el de Héctor Abad Gómez y los dos líderes del Comité Permanente de Derechos Humanos, el que queda ahí es Valle, como el principal representante del Comité. Lo cual también representa un coraje increíble, el haber estado dispuesto a seguir liderando este comité cuando 3 de sus líderes habían sido asesinados.

SEMANA: Hay dos hechos de los que se han estado hablando últimamente a raíz de las columnas de Daniel Coronell. Uno, es la denuncia que hizo Valle sobre la masacre de El Aro; el segundo, la reunión que hubo entre Valle y Álvaro Uribe como gobernador de Antioquia para ponerlo al tanto, supuestamente, de estas denuncias. ¿Qué se sabe de estos dos temas en concreto y qué pudo indagar al respecto?

M.M.: En 1996 estaba denunciando las incursiones paramilitares en Ituango, estaba escribiéndoles cartas a distintas autoridades. Tengo una copia de una carta que está fechada en noviembre de 1996 dirigida al entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe, en la que le pide urgentemente su intervención para proteger a la población civil indefensa del municipio.

A partir de esa carta, según han dicho testigos, se fijó una reunión en la Gobernación en diciembre del 96. En la cual estaba Uribe, Valle y algunas personas más. Valle en ese momento le hace denuncias muy detalladas de todo lo que él está viendo que está pasando en Ituango. Le habla de fosas comunes, le dice sobre las Convivir que se le estaban saliendo de las manos, que eran realmente los paramilitares.

Y, según un testigo, Uribe se levanta de la mesa, va, levanta el teléfono y llama al general Alfonso Manosalva que era el comandante de la Cuarta Brigada. Y por cierto, Manosalva sí estaba vivo entonces. El expresidente Uribe ha dicho que no, que ya estaba muerto. Pero no, Manosalva murió hasta abril del 97.

Al llamar a Manosalva, según el testigo, Uribe le dice “tengo en frente a este señor Valle, que está haciendo falsas imputaciones”. Y que le parecía que ameritaban una denuncia por calumnia. Luego le dice a Valle “¿Usted está dispuesto a decirle a Manosalva lo mismo que me ha dicho a mí?”. Valle dice “por supuesto”. Fijan una cita, creo, para el día siguiente y Manosalva y Valle se reúnen y este último le repite las denuncias.

SEMANA: ¿Qué hizo Uribe entonces?

M.M.: En la misma reunión, al parecer, Uribe dijo que estaba dispuesto a ir a una visita a Ituango para que Valle le mostrara las fosas comunes. Valle dice “perfecto, vamos”. Irían en una comitiva varias personas y sería ese sábado.

Valle recibe una llamada a las 5 de la mañana ese mismo día, algo así, y le dicen que no, que el helicóptero está lleno y ya no hay espacio para él; que irían a la comitiva, pero sin Valle. Lo cual fue muy decepcionante para él porque, obviamente, no tenía mucho sentido si el principal objetivo había sido que él les mostrara las fosas y les enseñara lo que estaba sucediendo.

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SEMANA: Frente al asesinato de Jesús María Valle, ¿qué ha pasado con la investigación? ¿Hasta dónde se ha llegado con el tema?

M.M.: Hubo una investigación inicial, llevada a cabo por la Fiscalía Regional de Antioquia que, según desde lo que yo pude ver, desde el 1998 a 1999 ya estaba señalando como responsables a los paramilitares, estaban mirando la posible responsabilidad de actores del Estado y estaban mirando a unos señores Angulo, que eran terratenientes de la región. Esas investigaciones  se demoraron muchísimo en avanzar y, eventualmente, hace como un mes hemos tenido noticia de que al parecer han condenado a estos señores Angulo.

Lo que no se ha investigado, que yo sepa, es lo que ha dicho Don Berna en una versión libre en 2012, en la cual él responsabiliza a Pedro Juan Moreno del asesinato. Dice que Moreno había sido un asiduo visitante de las autodefensas, que había sido asesor de Carlos Castaño y que estaba molesto con Valle por las denuncias por la masacre de El Aro. Dice Don Berna que por eso le dio a entender a Castaño que Valle era un problema, lo convenció de que era proguerrilla simplemente porque criticaba a los militares, entonces había que asesinarlo.

SEMANA: ¿Qué cargo ocupaba Pedro Juan Moreno para ese momento?

M.M.: Se tendría que ver exactamente la fecha en que dejó de ser secretario de Gobierno. Lo había sido desde fines del 97. A Valle lo matan el 27 de febrero de 1998, o sea, dos meses después. Yo no sé si Pedro Juan siguió ocupando ese cargo en el 98 o si ya había salido. Pero las fechas son muy cercanas y lo mismo para el gobernador Álvaro Uribe que ya había salido de la Gobernación cuando matan a Valle, pero había sido un par de meses antes.

SEMANA: ¿Qué estaba sucediendo con Valle antes de su muerte?

M.M.: Hay que leer un par de detalles adicionales de lo que estaba pasando en los meses antes de la muerte de Valle. Él, como a mediados del 1997, hace una denuncia muy dura contra las Fuerzas Militares, contra el Ejército. Dice que en un bus que estaba en Ituango (una chiva), que había sido atacada por las Farc -el Ejército había dicho estaba lleno de militares-, en realidad era una chiva donde estaban paramilitares con militares y explicó que él sabía que el conductor de la chiva era un civil que había sido obligado a manejarla.

El entonces general Ospina, que había reemplazado a Manosalva -yo creo que había sido junio, julio- le contesta de una forma muy dura, dice que está mintiendo. Al poco tiempo alguien del Ejército, de la Cuarta Brigada, le pone una denuncia por calumnia a Valle y en esa época también el entonces gobernador Uribe dijo que Valle era un enemigo de las Fuerzas Armadas o de las Fuerzas Militares.

Valle sigue haciendo sus denuncias, en agosto/septiembre da un discurso durísimo sobre cómo los paramilitares se estaban expandiendo, dice que el meridiano de la violencia pasa por Antioquia, que esto iba a expandirse por todo el país y habla de nuevo sobre los vínculos con el Estado.

SEMANA: Y luego vino la masacre de El Aro...

M.M.: Sucede en octubre y esa fue una masacre en la que asesinaron a 17 personas incluyendo un niño, con tortura, unos actos muy brutales, grotescos, hay violaciones, se roban el ganado, queman el pueblo (un pueblo de 300 personas, chiquitito).

Los paramilitares cometen la masacre a pesar de que Valle y otras personas habían llamado a la Cuarta Brigada, a la Policía, la Gobernación, solicitando su apoyo y diciendo que sabían que los paramilitares estaban entrando a la zona y nadie los detiene.

Al parecer coincidió con elecciones y con esa excusa, nadie actúo. Posteriormente, Valle se entrevista con muchos de los sobrevivientes, trata de darles apoyo, hace todo lo posible por documentar lo que había pasado en la masacre y empieza a decir que en la masacre había habido participación de las Fuerzas Militares y habla de un helicóptero que ha sobrevolado, militar. Luego él declara en dos procesos, y para entonces yo creo que él ya sabía que lo iban a matar según lo que me cuentan sus amigos, las personas cercanas a él, su familia; él ya estaba en ese momento muy tenso, muy preocupado.

En contexto: “El meridiano de la violencia pasa por Antioquia”

SEMANA: ¿Qué sucedió entonces con su seguridad?

M.M.: Iván Velásquez y otros tratan de decirle que salga del país por un tiempo, por seguridad, y él dice no, no, que él no podía irse de ninguna manera. Iván Velásquez dice que lo que pasa con Valle es que para él su pueblo es realmente *su pueblo*, y él no podía dejarlo y si se fuera de país se moriría de la tristeza o de la vergüenza, que no podría hacerlo.

Él incluso le decía a su hermana, por ejemplo, que se alejara de las ventanas, que cuando su hijo pequeño se iba a hacer en la ventana de la casa, “por favor, aléjate”. O no quería estar con ella, y después se da cuenta que era porque estaba preocupado por su seguridad y no quería que les pasara algo a ellos cuando lo atacaran a él.

SEMANA: Sin embargo, él continuó denunciando...

M.M.: Él sigue haciendo sus denuncias muy fuertemente sobre lo que había pasado en la masacre de El Aro, sobre los vínculos con el Estado, da declaraciones en el proceso por El Aro, también en el proceso de la denuncia por calumnia. En las cuales vincula a las Fuerzas Militares, al doctor Pedro Juan Moreno e incluso a Álvaro Uribe, y dice que él siempre pensó que había una especie de acuerdo tácito entre ellos y con el paramilitarismo.

El día después de sus declaraciones en la demanda por calumnia, donde reitera sus denuncias, entran unos hombres a su oficina, está su hermana justamente entrando, haciendo el almuerzo, y esos hombres se presentan como clientes, y cuando ella los deja entrar la amarran a ella, amarran a una persona que estaba hablando con Valle, y amarran a Valle. Luego a él lo matan disparándole en la cabeza delante de su hermana. 

SEMANA: ¿Usted trató de hablar con el señor Uribe, le pidió alguna entrevista?

M.M.: Muchísimas veces, sí. Le envié solicitudes de entrevistas durante varios años. En un momento recibí un mensaje a través de una persona que lo conocía que me dijo “ah sí, él está muy interesado en hablar contigo”. Pero cuando le volví a solicitar la entrevista nunca me contestó.

En otro momento me dijeron que no podía porque estaba mal de salud. Pregunté de nuevo dos semanas después cuando ya estaba dando declaraciones en los medios y parecía bien, nuevamente no me contestaron. Yo le envié un cuestionario de varias páginas, muy detallado, a distintas direcciones diciendo “por favor, si no puede concederme una entrevista conteste el cuestionario, me serviría mucho conocer su opinión frente a todos estos temas”, pero nunca recibí respuesta. 

SEMANA: ¿Por qué lanzar el libro ahora?

M.M.: El tema es que la fecha la puso la casa editorial cuando compraron el libro hace como dos años y medio. Y dijeron que febrero de 2018 entraba en su calendario de producción. Después me di cuenta que febrero de 2018 coincidía con el 20 aniversario de la muerte de Valle así que yo pedí que fuera el 27, para que coincidiera exactamente con el aniversario del asesinato.

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