Paz

"Estamos firmes con la paz: Nuestra gente ha aprendido a amar su nueva vida": Timochenko

El jefe del partido Farc habló en exclusiva para SEMANA sobre las estrategias de su colectividad para superar el grave rearme de Márquez, Santrich y otros. Se va lanza en ristre contra los disidentes del acuerdo de paz y dice que tienen intereses de todo tipo menos políticos.

1 de septiembre de 2019
Rodrigo Londoño asegura que tendrán que cambiarle el nombre al partido para diferenciarlo del grupo de Márquez.

SEMANA: El debate alrededor de la decisión de Márquez ha sido sobre quién es el culpable de que eso haya pasado. Él, o el gobierno por no cumplir. ¿Usted qué cree?

Rodrigo Londoño: Hace muchos años aprendí que el único culpable de sus propias acciones es uno mismo. Eso de estar culpando a otros por lo que uno hace es una completa inmadurez. Desde luego que los primeros responsables de la decisión de rearmarse son quienes la adoptaron. De lo que estamos hablando es de ese hecho, un acontecimiento nuevo. Los incumplimientos de parte del Estado a los acuerdos y la actitud del gobierno actual, al igual que la de su partido, son hechos que vienen de tiempo atrás, que conocíamos y que estamos combatiendo en forma pacífica desde la legalidad. No vamos a ser nosotros los que salgamos a justificar la acción de los desertores.

SEMANA: ¿Cuáles han sido las señales equivocadas que ha mandado el gobierno al respecto?

R.L.: No digamos el actual gobierno, sino el partido que lo encabeza. Para nadie es un secreto su abierta hostilidad con lo pactado y sus odios infinitos hacia quien no comparte su pensamiento. El país conoce bien todo lo que han hecho. Hechos concretos de Duque que sirven a la posición de su jefe político son por ejemplo las objeciones a la ley estatutaria de la JEP, la ignorancia de los acuerdos en el Plan Nacional de Desarrollo, la falsa financiación de la implementación contemplada en su proyecto de presupuesto nacional para 2020.

SEMANA: ¿Qué consideraciones han hecho frente al riesgo de legitimidad que la decisión de Márquez y Santrich representa para el proyecto del partido Farc?

R.L.: La legitimidad nuestra es muy sólida y está ligada a nuestra actitud y a nuestro comportamiento con relación al cumplimiento de nuestra palabra. En eso nuestro partido no se presta a equívocos. Estamos aquí y aquí seguiremos, defendiendo los acuerdos y luchando pacíficamente, con un sector cada vez más grande de compatriotas, por su implementación integral. La legitimidad que está resquebrajada por completo es la de Iván y los que lo siguieron. Le mintieron abiertamente al país, traicionaron a su propio partido, y de remate proclaman una lucha armada que no tiene el menor asidero en la realidad, ni en el ánimo del pueblo colombiano. Dijimos que se trata de una equivocación delirante, no pasarán de ser una secta cada vez más aislada.

SEMANA: ¿Han pensado cambiarle el nombre al partido?

R.L.: Esa es una vieja idea que viene desde el primer Congreso, donde la mayoría decidió conservar la sigla, no el nombre, que evidentemente se cambió. Una buena parte pensamos que era conveniente dejar atrás nombre y sigla, tan ligados a la guerra y sus circunstancias. Es muy probable que en enero, en nuestro próximo congreso, esa sea la posición que triunfe. Han pasado muchas cosas y hay que ponerse a tono con ellas. Pero la decisión será de nuevo por mayoría.

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SEMANA: ¿Cómo explicar lo sucedido a los electores en esta campaña?

R.L.: Más que un problema, lo vemos como una oportunidad. La campaña es un diálogo diario y permanente con la gente. La mejor ocasión para tratar con ella lo sucedido, en forma directa y mirándola a los ojos. No albergamos temores por eso. Son los desertores quienes van a pasar muchos trabajos para explicar lo que hicieron.

SEMANA: Sus discursos sobre la paz han sido emotivos ¿qué le da la fuerza para mantener ese compromiso con el acuerdo, a pesar de tantas dificultades?

R.L.: La paz fue siempre un viejo anhelo de las Farc, desde su mismo nacimiento. Como decía Alfonso Cano, es de la esencia de nuestra organización. El país conoce de tantos frustrados procesos por llegar a un acuerdo que pusiera fin al conflicto. En La Habana acordamos poner fin a este y comenzar la construcción de una paz estable y duradera. Esto último significaba un esfuerzo de largo aliento, un reto, enormes dificultades a vencer. La claridad en este aspecto suministra tranquilidad y mucho optimismo. No somos de los que salen corriendo al menor tropiezo.

SEMANA: ¿Después de varios días, cómo interpreta lo que pasó?

R.L.: Se ha hablado mucho de las contradicciones que existieron desde el mismo comienzo de los diálogos al interior nuestro. Algunos jamás comprendieron la necesidad de adaptarse a nuevas condiciones históricas, de superar viejos marcos políticos y militares que se fueron convirtiendo en trabas para nuestros objetivos. Digamos que a regañadientes aceptaban la decisión de la mayoría y que la defendían de dientes para afuera. Pero tan pronto como comenzaron a presentarse dificultades en la implementación, empezaron a tejer el argumento que justificara su decisión de apartarse. Que van a matarnos o extraditarnos a todos, que no van a cumplir nada, que fue un error la dejación de armas. Algunos hechos no aclarados hasta hoy reforzaron su trama, la detención de Santrich, algunos movimientos militares que el Paisa consideró amenazantes, el alto número de exguerrilleros asesinados. Entonces decidieron esfumarse.

SEMANA: ¿Después de la segunda intervención de Santrich, del domingo, en la que responsabilizan al Estado de no cumplir los acuerdos, cree en todo caso que la motivación de ellos dos venía de atrás?

R.L.: Si quieren mi opinión, les diré que en ellos confluyen intereses de distinta naturaleza, allá no hay un planteamiento ideológico y político serio, ni una fuerza cohesionada. Unos están por una causa y otros por otra, no todas muy santas. Unos padecen graves deformaciones ideológicas y políticas, practican incluso espiritismo, otros repiten de memoria un discurso del pasado, algunos fueron incapaces de adaptarse a una vida que no fuera la guerra, otros persiguen intereses personales. Ni siquiera cuentan con una estructura. Si hoy por hoy, un grupo con elaboraciones ideológicas bien acabadas, encuentra dificultades para consolidarse y prosperar con el planteamiento de la lucha armada, puede imaginarse el futuro que pueda tener una acuarela de intereses como la que integran esos desertores. La propaganda por las redes puede generar la impresión de realidades que están muy lejanas a la verdad, que no son ciertas. a diferencia de quienes fueron incapaces de apartarse da guerra, nuestro partido ratifica su compromiso con la paz.

Ver: Los secretos de Iván y su banda: así se rearmaron varios exjefes de las Farc

SEMANA: ¿Cuáles son los puntos críticos de la implementación?

R.L.: La Reforma Rural Integral está en pañales, la participación política sigue siendo muy limitada sin las reformas política y electoral acordadas, no se han implementado las 16 curules para las víctimas, la sustitución voluntaria y en general el acuerdo para poner fin al problema de las drogas se han echado a un lado en favor de la erradicación forzada y la fumigación. La reincorporación económica sigue siendo una simple aspiración. Hay muchas dudas sobre las reales garantías para la vida y el ejercicio de la política. No quiere decir que no se haya implementado nada, que se haya tratado de una completa traición, que nos encontramos frente a un fracaso. No. Hay enormes dificultades. Pero confiamos en que con lucha, con movilización, con apoyo popular creciente, se pueden ir superando. La lucha nunca terminó, simplemente cambió de forma y de frente. Un gobierno que decida optar por la reconciliación definitiva de la nación, puede mejorar muchísimo las cosas.

Ver: Así fueron los últimos días de la guerra en las Farc

SEMANA: ¿Cómo están las bases del partido?  ¿Cuál es el Estado de Ánimo?

R.L.: No vamos a decir que están dichosos. Hay molestias e inconformidad, pero también convicción total de que el regreso a las armas nunca será el camino para lograr las aspiraciones que nacieron de los Acuerdos de Paz. No habrá movimiento de retorno a la guerra. Nos mantenemos firmes con la paz: nuestra gente ha aprendido a amar su nueva vida, lo que ha conseguido, sabe que hay que trabajar mucho para conquistar todo, y tiene la disposición de hacerlo.

 SEMANA: ¿Cómo garantizar que este episodio de Márquez no mine el compromiso de las bases con la paz?

R.L.: Desde luego que el cumplimiento de sus compromisos por parte del Estado sería un refuerzo de consideración para desterrar cualquier pensamiento negativo. Por otro lado, no somos simplemente una guerrilla que dejó las armas y se reincorporó a la vida civil, somos un partido político, una organización con ideas y propósitos claros, con mecanismos de educación y discusión, con direcciones y orientaciones reconocidas. Esto también juega un papel de consideración en la firmeza de nuestras bases.

Ver: Los Judas de la paz

SEMANA: ¿Qué le dice usted a los colombianos y qué le dice al gobierno en este momento?

R.L.: Lo dijimos en nuestra declaración. Llamamos al pueblo colombiano, al gobierno del presidente Duque, a la comunidad internacional, a los gremios y demás sectores de la producción, a los movimientos sociales y populares, a todo el mundo, a rodear el proceso de implementación de los Acuerdos, a defender estos últimos, a expresarse y unirse en contra de la guerra y de quienes la aúpan desde cualquier flanco. Hay un sector poderoso que quiere aprovechar esta coyuntura para deshacer lo andado, para acabar con los acuerdos, para sacarlos de la Constitución y volver a los tiempos de la persecución y la venganza. Estamos seguros de que entre todos los colombianos y colombianas de buena fe, que sueñan con una patria mejor para sus hijos, en paz y con justicia social, vamos a lograr aplacarlos y aislarlos.