ENTREVISTA

Esteban Santos, confesiones de un tercio de vida en la Casa de Nariño

El hijo menor del presidente Santos llegó a Palacio con 16 años y se va con 24. Siempre ha visto a su padre en la vida pública, y no perdió detalle de sus ocho años de gobierno.

3 de agosto de 2018
Esteban Santos Rodrígurz, hijo menor de Juan Manuel Santos | Foto: SEMANA

El primer día que tuvo un betún en sus manos fue en la base militar de Tolemaida. Esteban Santos no pudo dormir. Fueron tantas las capas que le había puesto a sus botas de recluta que no pudo sacarles brillo.  Su superior no lo dejó ir al camarote hasta que parecieran un espejo. El soldado Santos tuvo que echar cepillo cuando sus lanzas ya descansaban.

Eran las mismas botas que sus compañeros de cuartel le escondieron varias veces. Los primeros días lo miraban con desconfianza, nunca en la historia de Colombia el hijo de un presidente en ejercicio había prestado servicio militar, nadie sabía cómo manejarlo. Era más que un hijo de “papi y mami”.

 Foto: Instagram @EstebanSantos10 

“Sabe qué Santos, usted es todo bien” le dijo uno de ellos, nacido en Palmira, y que con el tiempo se convertiría en su amigo,  luego de verlo pagar los castigos con “volteo”, como todos los demás. Esteban dejó de ser el hijo del presidente, y allí era uno más. Un sentimiento extraño para el menor de los Santos Rodríguez. 

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Porque desde pequeño se acostumbró a que no le dijeran Esteban, sino “el hijo de Juan Manuel Santos”. Desde que se acuerda, su padre ha estado en la vida pública. Nació cuando Juan Manuel fue ministro de Comercio Exterior, en su niñez era el hijo del ministro de Hacienda más impopular que se recuerde, no solo por los impuestos con que gravaba al país, sino porque interrumpía Betty la fea para explicarle al país las reformas económicas del gobierno de Andrés Pastrana. Empezó el bachillerato como el hijo del ministro de Defensa y lo terminó como el hijo del presidente.

Foto: Instagram @tutina_desantos
Siempre que buscó a su padre para hablar de los reclamos que inevitablemente le hacían sus compañeros, recibió la misma respuesta: “Hay que tener piel de cocodrilo para que las críticas no te afecten”. Por años la estrategia fue exitosa, pero la reelección traería consigo las verdaderas pruebas, tanto para él como para su familia.


Cuando se le pregunta por los momentos más difíciles en estos ocho años, no lo piensa dos veces para responder. “En el año 2014, cuando mi papá lanzó su campaña a la reelección en Barranquilla tuvo un incidente que le pasa a los sobrevivientes de cáncer de próstata. Aunque despertó mucha solidaridad de un lado, hubo ataques despiadados del otro”- dice-.  “Es algo que realmente nos marcó porque uno ve lo que es capaz de hacer una persona para herir a otra por su condición o por su salud”.

El otro, el día que perdieron el plebiscito. “Para mis hermanos, para mi mamá, fue muy triste porque en cierta forma el país rechazó una tarea que se había puesto mi papá de acabar con 54 años de conflicto y en ese momento pensamos que todo se había acabado, que no había salida, que no había plan b”.

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Como muchos colombianos, Esteban había tenido dudas sobre el proceso. A comienzos de 2015, habló con su papá sobre el tema luego de que 11 soldados perdieran  la vida en un ataque de la columna Miller Perdomo de las Farc, en Buenos Aires, Cauca.

“Me acerqué a mi papá y le dije que tal vez era el momento de replantear lo que estábamos haciendo, lo que  él estaba haciendo, porque no había ninguna voluntad y que esto no iba a seguir adelante”, Santos le respondió con la tranquilidad que lo caracteriza. “Mi papá habló conmigo, me explicó que desafortunadamente esa era la guerra y que era precisamente por eso que él quería continuar y finalizar el proceso de paz, para que ese episodio y muchos otros que hemos vivido durante muchos años no se volvieran a repetir”.


Foto: Instagram @EstebanSantos10
Ese 2 de octubre, Esteban no pudo contener las lágrimas al ver los resultados del plebiscito. Su mamá y sus hermanos lo acompañaron en el llanto, pero su papá mantenía la calma. En ningún momento se puso bravo, ni triste. Simplemente, recuerda, “estaba pensando cuál iba a ser su siguiente paso, cómo iba a mantener esa lucha por la paz”.

“Estábamos realmente devastados esa semana, pero mi papá convirtió esa crisis en oportunidad, tendió puentes, se reunió con los líderes del No y comenzó a trabajar en un mejor acuerdo”. La semana apenas comenzaba.


Cinco días después, el viernes 7 de octubre, a las 4 de la mañana.  Esteban recibió una llamada que le devolvió la esperanza.

-Ganamos, ganamos-, gritaba su hermano Martín desde el otro lado de la línea.

-¿Qué ganamos?-, preguntó Esteban.

-El Nobel.

Dos meses después y luego de haber firmado un nuevo acuerdo con las Farc, la familia Santos viajó a Oslo (Noruega). El día que Esteban cumplió 23 años, 10 de diciembre, su papá recibió el Nobel de Paz. La ceremonia fue un momento especialmente emocionante para la familia que llevaba años cargando la paloma de la paz en la solapa como símbolo de un proyecto que finalmente comenzaba a volar solo.

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"El mejor regalo de cumpleaños: el premio Nobel de paz" comentó con esta foto el día que su papá recibió el galardon. Foto: Instagram @EstebanSantos10 
La soledad del poder

Una de las paradojas del poder es que a pesar de la cantidad de personas que se conocen en el día a día, los amigos comienzan a escasear. Mientras en eventos con su padre conocía a personajes como la reina Isabel II, Barack Obama o Mark Zuckerberg, en la vida real se iba “quedando sin amigos”.


Foto: Instagram @EstebanSantos10 

La “piel de cocodrilo” que le pedía su papá cuando pequeño ha crecido con él y lo ha ayudado a entender los desamores del poder. “Nos vamos tranquilos porque finalmente la gente que queda es la que es leal y la que siempre nos acompañó”.

Las críticas y reclamos que aparecen en sus redes sociales las entiende como parte del ejercicio democrático y político. Sin embargo, reconoce que “no deja de doler que personas que veíamos como parte de la familia, ahora nos critiquen permanentemente”.

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“Lo que la gente se le olvida es que finalmente el presidente es mi papá, y yo independientemente de lo que esté haciendo, lo  voy a apoyar siempre y siempre estaré ahí al lado de él. Por supuesto que a veces yo le digo que se está equivocando, le digo que tomó una mala decisión, pero siempre voy a defender a mi papá en las buenas y en las malas” dice con seriedad.

Foto: Instagram @EstebanSantos10

Ante las críticas de la oposición, Esteban prefiere defender a su papá y no atacar de vuelta. Cuando se enteró de la propuesta de José Obdulio Gaviria de despedirlos el 6 de agosto con un cacerolazo, comenzó una campaña en redes para invitar a los colombianos a prender una vela desde sus hogares por la paz del país. “No es una vela por Juan Manuel Santos, es una vela por la paz de los colombianos. Nosotros ya el 7 agosto nos vamos, ya cumplimos este ciclo, pasamos la página y lo que buscamos es que los colombianos se apropien de este proceso y que construyan sobre lo construido”.

Puede que la familia Santos haya perdido amigos durante los ocho años de gobierno, pero sale con una nueva integrante. La llegada de Celeste, la primera nieta del presidente y la primera dama, alegró los últimos meses de gobierno y le dio al mandatario un trabajo para el futuro: el de abuelo.

“Mi papá dice que se dedicará a ser abuelo, me parece muy bien, pues yo me dedicaré a ser tío” dice Esteban entre risas, pues por el momento, no se ve siguiendo los pasos de su padre, “no creo que otro Santos en política sea lo que el país necesita, yo creo que hay que renovar un poco”.