PAZ
“El país necesita con urgencia una Comisión de la Verdad”
El historiador Mauricio Archila, es uno de los más de 200 colombianos y extranjeros postulados a la Comisión de la Verdad. SEMANA habló con él sobre la importancia para el país de este órgano que deberá conformarse en noviembre.
Reconocido como uno de los historiadores que más sabe en el país sobre movimientos sociales, Mauricio Archila, profesor de la Universidad Nacional e investigador del Grupo de Movimientos Sociales del Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep, fue postulado a pertenecer a la Comisión de la Verdad. En diálogo con SEMANA, explicó de qué se trata esta comisión, los retos que tiene y cuál sería su aporte como historiador si es elegido.
SEMANA: ¿Cómo resultó postulado para la Comisión de la Verdad?
Mauricio Archila: Corrió por parte de la academia y de las organizaciones sociales. Por un lado la Universidad Nacional y la Asociación Colombiana de Historiadores me nominaron. Por el otro, el Cinep me postuló por petición de muchas organizaciones sociales de diverso tipo como las centrales obreras CUT, CTC, CGT, Hijos e Hijas por la Memoria, Viva la Ciudadanía, Foro por Colombia, Corporación Región, la Escuela Nacional Sindical…
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SEMANA: ¿Cuál será el mecanismo para escoger los 11 miembros de la Comisión?
M.A.: La selección la hará el mismo Comité de los cinco que acabó de elegir a los jueces de la JEP. Es importante señalar que ni las Farc ni el gobierno intervienen en este proceso. Hay que salirle al paso a los críticos del proceso de paz que andan diciendo que en el Comité de Escogencia hay componendas, cuando el mecanismo creado para la selección es uno de los más transparentes, incluso en el ámbito internacional. Aquí el Comité es totalmente independiente de las partes firmantes del acuedo.
SEMANA: En términos generales ¿Qué importancia tiene una Comisión de la Verdad?
M.A.: La Comisión de Verdad, más que publicar un informe sobre la verdad del conflicto armado, que como historiadores sabemos que no va a ser única y causará disputas, es un mecanismo de memoria que jalona procesos de reconciliación y de participación de las víctimas para entender qué fue lo que pasó en un momento dado de nuestra historia. Un país como Colombia, que lleva mucho tiempo en medio de conflicto armado, necesita con urgencia una Comisión de Verdad, independientemente de que se hubiera pactado en La Habana. El país las ha tenido pero de manera puntual como en el caso del Palacio de Justicia.
SEMANA: Independientemente de resultar elegido o no, ¿en qué se debería enfocar la Comisión y en qué se diferenciaría del Centro de Memoria que se ha dedicado a buscar esa verdad del conflicto armado?
M.A.: El mandato de la Comisión de Verdad establece una búsqueda de patrones de comportamiento violento, más que casos aislados o emblemáticos; aquí habría un énfasis distinto al del Centro de Memoria. Se buscarían tendencias o constantes de violencia, teniendo en cuenta la voz de las víctimas, para entender qué fue lo que pasó en un conflicto que ha dejado más de 200.000 muertos y cerca de 8 millones de desplazados. Es una tarea compleja de cumplir en los tres años que tendrá de existencia la Comisión y que difícilmente dejará satisfechos a todos, pero que se deberá hacer con el mayor rigor posible.
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SEMANA: ¿Qué año o hito se debe escoger para comenzar esta tarea?
M.A.: La ley no lo señaló y la Comisión tendrá que establecer en su fuero interno cuál es el periodo de análisis. Se supone que debe apoyarse en los trabajos de los 14 intelectuales de la Comisión Histórica del Conflicto que entregaron en 2014 sus versiones a la mesa de negociación en La Habana. El problema radica en que ellos no se pusieron de acuerdo en la fecha de inicio; entonces esa tarea inconclusa es parte de la construcción colectiva que tendría que hacer la Comisión.
SEMANA: Para usted ¿cuál sería esa fecha o momento?
M.A.: El punto de partida podrían ser los años sesenta cuando surgen las llamadas guerrillas revolucionarias o marxistas, pero habrá que ir a décadas anteriores para estudiar los procesos estructurales de la violencia que vivimos.
SEMANA: ¿Qué diferencia tendrá la Comisión colombiana con otras que han existido en el mundo?
M.A.: La mayoría que se han creado en el mundo han tenido fundamentalmente funciones de esclarecimiento, de búsqueda de la verdad sin implicaciones judiciales. En ese sentido, la comisión colombiana se parecerá mucho a las paradigmáticas de Perú, Sudáfrica, Argentina o Chile. En la nuestra se habla novedosamente de convivencia y se insiste en el reconocimiento de las víctimas. Pero creo que la gran diferencia radica en la larga duración de este conflicto, en su magnitud y sobre todo en la abrumadora cantidad de víctimas, lo que significará un reto mayor que en otros países.
SEMANA: Cuando en 2015 salió el informe realizado por la Comisión Histórica del Conflicto, una de sus particularidades fue que sus miembros nunca se pusieron de acuerdo en un único relato ¿Habrá riesgo de que esto suceda en la Comisión de la Verdad?
M.A.: Es posible que ese riesgo exista; claro que a los historiadores solo se les dieron seis meses para producir el informe y no hubo mayor esfuerzo para un trabajo conjunto. Hasta donde tengo entendido en la Comisión de la Verdad habrá seis para ponerse de acuerdo en el funcionamiento y la metodología antes de iniciar el trabajo de tres años. Aunque, como historiador temo que de la Comisión no saldrá un relato único de la violencia, sí creo que por lo menos se podrán encontrar patrones comunes y líneas de convergencia entre los distintos relatos. Se tratará de un ejercicio de diálogo entre diferentes posturas que ojalá sean serias y abiertas a la convergencia.
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SEMANA: ¿Cómo debe conformarse la comisión para evitar que los opositores a los acuerdos de paz y la derecha digan que fueron excluidos?
M.A.: El mandato pide que en los 11 integrantes haya diversidad de géneros, de etnias, de regiones, que sea interdisciplinar y que se incluya hasta tres extranjeros. Yo espero que se conforme lo más plural posible entre quienes estén dispuestos a escuchar al otro, sin importar el color político. Es importante tener una opción ética por la verdad y buscar elementos comunes y convergencias con sectores que ideológica y políticamente podrían estar en desacuerdo con uno.
SEMANA: Si resulta elegido, ¿cuál sería su aporte a la comisión?
M.A.: Además de ofrecer mi mirada de historiador, entregaría mi experiencia de años de trabajo con los movimientos sociales que han dejado una historia desde abajo muy rica. Pero también me gustaría mostrar las prácticas de resistencia a la violencia que han tenido estos movimientos sociales, una dimensión que habría que resaltar. Si bien la Comisión de Verdad se centra en la violencia, debe también mirar las prácticas de resistencia y de convivencia que el pueblo colombiano ha llevado a cabo durante el largo conflicto armado, para tener un relato completo de lo que sucedió y para tratar de evitar que se repita.