NACIÓN
“No estoy buscando revancha, solamente la verdad”: general Cabrera sobre la muerte de su hija
El general retirado Fabricio Cabrera recuerda el último día que compartió con su hija Andrea, cuenta cómo se enteró de su muerte y qué lo lleva a pensar que quienes fueron los acompañantes de rumba la drogaron para doblegar su voluntad.
SEMANA: ¿Dónde estaba y cómo se enteró de que su hija había muerto?
General Fabricio Cabrera: Estaba en Nemocón en una competencia ciclística todo terreno. Había dejado mi celular porque estaba lloviendo y no tenía protector. Estaba con un grupo de amigos, por intermedio de uno de ellos empezaron a localizarme después de casi dos horas y media de carrera. No me dijeron que la niña había fallecido. Ella murió muy temprano. Eran aproximadamente las diez y media de la mañana, a esa hora empezamos a regresar. Era una competencia muy dura, tuve que volver a subir mucha montaña.
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SEMANA: ¿Qué le dijeron en ese primer momento?
Gral. F.C.: Que la niña estaba hospitalizada. Que no sabían más. Que tenía que devolverme. Yo le preguntaba a mi amigo ‘pero qué dijeron‘, y él me decía ‘no sé, no sé, pero vámonos ya‘. Nos devolvimos a Nemocón, ahí nos estaba esperando el carro en el que íbamos y arrancamos para la clínica, llegamos casi a las 12 del día.
SEMANA: ¿A quién encontró allí?
Gral. F.C.: Cuando llegué estaba la madre de mi hija, mi hijo, y personas allegadas como la esposa de mi gran amigo. Me dijeron que Andreíta se había ido…
De ahí entré a hablar con sus amigas. Allí estaba hospitalizada una de sus amigas porque también le suministraron esa droga. Eran tres muy buenas amigas, una no tomó ningún trago porque estaba enferma. Ella también estaba. Traté de hablar con ellas pero no era un momento muy oportuno. Luego salí a buscar el cuerpo de mi hija pero ya Medicina Legal se lo había llevado. A partir de ahí me empecé a enterar de cosas y cosas. Después me vine para la casa a avisarle a los abuelos. Vine con mi familia más cercana y unos amigos y los enteramos. Los abuelos siempre vivieron con la niña, se podrá imaginar su dolor. Fue un momento difícil.
SEMANA: ¿Cuándo fue la última vez que la vio?
Gral. F.C.: Yo estuve con ella desde el viernes a las 8 p.m. Ella llegó cansada de su trabajo en la Universidad La Sabana. Soy separado, los fines de semana normalmente siempre Andrea se quedaba conmigo. Salía a sus comidas o reuniones y regresaba a la casa. Ese viernes se quedó conmigo, dormimos juntos y al día siguiente se levantó y se fue a arreglar las uñas porque tenía planeado salir con sus amigas, eso era normal en ella. Le encantaba salir a departir con sus dos grandes amigas y otros amigos. Era una persona muy querida. Subió nuevamente y estuvimos juntos, almorzamos. Luego fuimos a Unicentro. Estuvimos en cine y de ahí salimos. Fuimos a un almacén de ciclas, estábamos con mi hijo Andresito. Ella me dejó acá en la casa, la abuela le preguntó qué quería de almuerzo para el domingo y ella le dijo que ajiaco. Y ya, se fue.
SEMANA: ¿Se fue a reunirse con las amigas?
Gral. F.C.: A las siete de la noche le escribí preguntándole si al fin se quedaba acá. Me dijo ‘sí, déjame abierto‘. Luego me escribió ‘Papi apenas voy llegando a mi casa a cambiarme porque hay un taco tremendo‘, era como las siete de la noche. Le dije ‘Amor, ten paciencia, te amo y te espero‘. Eso fue lo último que supe. Varias veces me desperté y había solo cojines, pero era normal porque ella salía con sus amigas regularmente y nunca había sucedido nada. Me levanté como a las 4:30 a.m., no la vi, entré al otro cuarto donde estaba su hermanito, le pregunté y me dijo ‘No, Papi, no sé‘. Supuse que se fue para donde su mamá o para donde una de sus dos grandes amigas. Salí pero preocupado. Siempre estábamos muy ligados de corazón, era mi alma gemela en todo.
SEMANA: ¿En qué momento se dio cuenta que necesitaba un abogado penalista?
Gral. F.C.: Soy un hombre de fe y todas las cosas se fueron dando. Andreíta está en el cielo descansando, ella está tranquila. Desde el comienzo supe que los hechos eran confusos. La policía de Bogotá emitió un comunicado –yo amo a la Policía, trabajé con ellos durante 36 años, me refiero es a este caso puntual–, informaron que la niña murió de muerte natural dejando entrever que se habían ido a un apartamento a seguir la guachafita. Los medios de comunicación se prendieron de eso para decir que las muchachas eran bandidas. Yo me concentré en darle fuerza a mi familia pero desde ese momento supe que esto iba a ser complejo. No estoy buscando una revancha, solamente la verdad. No quiero que esto le vaya a ocurrir a otra persona.
SEMANA: Usted y su abogado, el penalista Jaime Granados, se ven muy convencidos de que hay responsables...
Gral. F.C.: Hay muchos detalles que no puedo contar, pero los hechos tienen que quedar muy claros: ellas son víctimas, Andreíta con sus dos amigas. Que queden sus nombres en alto. A ella nadie me la va a devolver pero que pare esta práctica recurrente, de depredadores sexuales. La juventud está incurriendo en eso, no sé si por falta de valores o de qué, es parte de la descomposición social. Mi llamado a la sociedad es que evitemos que esto se siga presentando.
SEMANA: ¿A qué se refiere con que es una práctica recurrente?
Gral. F.C.: Mucha gente se ha acercado a contarme que han vivido situaciones como esta, lo que pasa es que afortunadamente no desencadenaron en tragedias como esta. Se dieron cuenta a tiempo, o las alcanzaron a llevar a las clínicas oportunamente para poder desintoxicar, en este asunto además hay un subfacturación. A muchas jóvenes les puede dar pena denunciar o les puede significar un problema con sus padres. Todo eso alimenta mi tesis. Tengo la claridad de saber quién es Andreíta y sé que nunca tuvo problemas de drogas ni tenía ningún interés ya siendo una mujer de 25 años. El mal está por todos lados. Y la mujer se ha vuelto un objeto sexual. Entonces gente que es conocida, hombres que son conocidos realizan esas prácticas y es algo recurrente. Este momento se debe aprovechar para visibilizar ese problema. Ellos, esos jóvenes, no tienen interés en matar a una persona, pero sí de conquistarla sexualmente en contra de su voluntad, suprimiéndole su voluntad con esas drogas. Moral y éticamente eso va contra todo principio. Que valga la oportunidad para que la sociedad reflexione, la mujer no puede ser tomada como un objeto sexual.
SEMANA: ¿Usted conoció a alguno de los jóvenes con que ella departió esa noche?
Gral. F.C.: Eso es lo peor, que fue gente conocida. Usted sale con alguien conocido y no va a pensar que le va a robar la billetera o le va a asestar una puñalada por la espalda. Eso es lo más triste: allá había gente conocida. No eran los grandes amigos pero sí gente conocida de Andreíta y de sus amigas. No puedo profundizar en eso, le corresponde a las autoridades.
SEMANA: ¿Cree que el punto de fondo es que querían acceder sexualmente a su hija?
Gral. F.C.: Claro, ese es todo el argumento de fondo de esta situación. Y no quiero que bajo ninguna circunstancia eso se vuelva a presentar. Contamos con los elementos probatorios que evidencian que ella no accedió a esa droga voluntariamente. El reporte de Medicina Legal es contundente, dice que tenía solo un 0.8 por ciento de alcohol, esto es un nivel aceptado para interactuar socialmente. Además le hicieron todos los exámenes tóxicos y ninguno dio positivo. Cuando una persona trata con las drogas quedan trazas y demás. No fue este el caso. Lo único que apareció fue ese éxtasis. Es la ciencia la que dice quién era mi hija.
SEMANA: Sabiendo que tiene limitaciones sobre los hechos, cuénteme qué le contó sobre la rumba Carolina, la mejor amiga de su hija.
Gral. F.C.: Las niñas fueron a comer, estaban las tres amigas y otra señora que no es muy amiga de ellas sino de los cuatro hombres que estaban en otra mesa. Fueron a dejar el carro en el que andaba Andreíta en la casa de esa señora y de ahí se fueron para su fiesta juntos. La niña mandó videos, estaba feliz cantando. Llamó a su hermanito Andrés, a la 1 a.m. para decirle que fuera para allá. Andrea también había invitado a su mejor amiga que iba a viajar para Nueva York la semana siguiente, ella llegó al restaurante pero ya se habían ido y le dio pereza ir. Todo el entorno era normal de lo que Andrea hacía con sus amigas frecuentemente.
SEMANA: Entiendo que su hija se empezó a sentir mal a las 2:30 a.m.
Gral. F.C.: Sí, Andrea se empezó a sentir mal y la llevaron al baño, posteriormente vomitó. Ella le manifestó a sus amigas que le habían echado algo. Después la llevaron en un carro con su amiga que también se empezó a sentir enferma, la tercera amiga no tomó nada en la fiesta porque estaba enferma. Fueron a la casa de una amiga, allá estaba la mamá de esa amiguita, pero se siguió sintiendo mal, se deterioró muy rápido. Los forenses nos explicaron que la mezcla del alcohol con esa droga en todos los organismos no reacciona de la misma manera, en Andrea hubo una reacción muy violenta. El organismo de la otra niña reaccionó de forma diferente, sin embargo la tuvieron casi hasta las 10 de la noche desintoxicándola, y tratándola con suero por su situación. Pero retomo, cuando estaban en la casa de la amiga llamaron a un muy buen amigo, a él le mandaron una foto de la niña, él la vio muy mal y fue a recogerla. Salieron para la clínica Santa Fe pero cuando llegaron Andreíta ya estaba muerta. A su amiga enseguida le hicieron un examen y la hospitalizaron en urgencias. En el examen salió que tenía también éxtasis.
SEMANA: Entonces resultó un infortunio fatal no haber acudido directamente a la clínica.
Gral. F.C.: Es algo que no se sabe. Yo hablé con varios médicos y me explicaron que la reacción que tuvo Andrea fue muy violenta. Y todas las veces que hubiera consumido le habría pasado lo mismo, la reacción de su organismo fue muy violento, cosa que no le pasó a la otra niña, afortunadamente. Sus amigas no percibieron la alarma, creyeron que le había caído mal la comida o que de pronto se había pasado de tragos. Pero no fue así, registró apenas 0,8 de alcoholemia, lo que que pasó fue que el metabolismo reaccionó muy violentamente.
SEMANA: ¿Le faltó decirle algo a su hija Andrea?
Gral. F.C.: No. Le agradezco muchísimo a Dios ese último fin de semana que estuve con ella hasta el último momento. Nos pudimos despedir, ella nos manifestó su amor y nosotros a ella… No tengo más que decir.