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Santrich dice que reuniones con cartel de Sinaloa eran para proyectos agroindustriales
En una entrevista a la W, el exguerrillero defiende su inocencia y se despacha contra Néstor Humberto Martínez. “Es más probable que haya pasado cocaína por la nariz del fiscal que por mis manos”, dice. Agrega que no va a dejarse extraditar.
En su primera entrevista después de ser capturado con fines de extradición, Jesús Santrich se defendió de las acusaciones que pesan contra él y acusó al gobierno y al fiscal de traicionar el acuerdo de paz. El exnegociador de las Farc cayó en una acción de película coordinada por el ente investigador y la DEA que recopilaron un conjunto de evidencias para sostener que Santrich participó en una conspiración para enviar diez toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Santrich negó cualquier evidencia que lo compromete con este hecho delictivo. Aseguró que "de mi boca jamás escucharán la palabra cocaína” y dijo que “esto es como una película de Indiana Jones. Cada quien va poniendo sus efectos especiales”. El exnegociador de las Farc respondió a algunas de las pruebas que lo incriminan, por ejemplo, su relación con Rafael Caro Quintero, uno de los miembros del cartel de Sinaloa.
Comenzó por aclarar el episodio del cuadro que le regaló. “Es posible”, dice. Agregó que también le dio una de sus obras al general Naranjo y al ministro Rafael Pardo. Según él, para ese momento él creía que Caro era un empresario y no conocía la información delictiva que reposaba sobre él. Según su versión, conoció a Caro como un próspero empresario interesado en invertir en proyectos del posconflicto.
En sus declaraciones a la cadena radial, Santrich calificó la acción de la justicia contra él como una traición más a los acuerdos de paz. “El proceso de paz ya no depende de la Farc ni del gobierno. Depende de la disposición del pueblo. En lo que respecta a la Farc el acuerdo está incumplido", dijo. Para él, existe una traición frente a todos los elementos centrales que se derivaban del acuerdo. En especial habló de dos: la reforma rural integral y la sustitución de cultivos.
Santrich explica su situación en una conspiración de los más poderosos contra el proceso de paz. Asegura que mientras los miembros de las Farc se acogieron a la jurisdiccíón Especial para la paz, existen decenas de personajes oscuros vinculados a masacres como El Aro y al paramilitarismo que no están dispuestos a ir a un tribunal para decir la verdad del conflicto. "Yo no voy a debatir patrañas judiciales", agregó.
Frente a su posible envío a los Estados Unidos para responder por los delitos de narcotráfico, su respuesta fue muy clara. "Con absoluta certeza yo no voy a dejarme extraditar. Voy a dar mi última batalla aquí en mi país”. Para Santrich, la forma de dar esa última batalla es la huelga de hambre en la que lleva varios días. Explicó que el destino de esta no será otra que la inanición, pero que prefiere esto que terminar en una cárcel de ese país. “Estados Unidos no tiene dignidad ni moral para acusar a nadie”, agregó.
Sobre el papel que en este entramado habría tenido Marlon Marín, el sobrino de Iván Márquez, Santrich no quiso dar ningún detalle. Aseguró, sin embargo, que no podía meter las manos al fuego por él, como no lo haría por nadie en estos momentos. Agregó que no tiene idea de si él se presentaba como familiar de Márquez o si actuaba en su nombre, pero dijo que en todo caso él "tiene la costumbre de no recomendar a nadie”.
Lo que tiene la justicia sobre él
La debacle de Santrich empezó en junio pasado. En rigor, fue un efecto colateral de las pesquisas que la Fiscalía adelantaba contra Marlon Marín. El sobrino de Iván Márquez también estaba dedicado a sacarles coimas a los contratos de la paz. Las interceptaciones dieron cuenta de los acercamientos de Marín con narcos del cartel de Sinaloa a fin de venderles 10 toneladas de cocaína. Ante la expectativa de un encuentro con emisarios mexicanos en Colombia, la fiscal del caso ordenó seguir a Marín. La gran sorpresa vino cuando los miembros del CTI encargados advirtieron que, a su vez, otros agentes encubiertos monitoreaban a los mexicanos en Bogotá.
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El fiscal general cruzó información y así determinó que la DEA venía pisándoles los talones a los emisarios desde México. Estos empezaron a exigirle a Marín un encuentro directo con quien era su jefe a la sombra. Y, entonces, hacia octubre pasado, el sobrino de Iván Márquez empezó a comunicarse con Jesús Santrich.
Poco a poco la Fiscalía y la DEA, trabajando de manera coordinada, documentaron los nexos del veterano exguerrillero y exnegociador de paz con los narcos de Sinaloa. Muestra de ello es un cuadro que este mismo pintó y dedicó al jefe de ese cartel el 2 de noviembre: “Para Don Rafa Caro con aprecio y esperanza de paz. Santrich”.
En el expediente hay también decenas de interceptaciones. Varias de estas muestran conversaciones entre Marín y el asistente personal de Santrich, pero en unas cuantas se oye la voz del propio exguerrillero. Una de estas llamadas tuvo lugar el 8 de febrero: Marín se comunica y el asistente le dice que la reunión planeada con los mexicanos no se podrá realizar porque surgió un imprevisto. Pero luego Santrich toma el teléfono y acepta hacerla en la madrugada “pero si vienes tú también, yo solo no me reúno con nadie”, le dice.
Las autoridades además documentaron la entrega de 5 kilogramos de droga en un hotel de Bogotá. Los involucrados llevaron la sustancia a los laboratorios de los mexicanos para analizar su pureza y así definir el precio por 10 toneladas. Pero el encuentro clave tuvo lugar después, en la propia casa de Santrich del barrio Modelia, al occidente de Bogotá. El exguerrillero no sabía que entre los comensales había un colaborador de la DEA que grabó con una cámara oculta toda la reunión (ver foto). Allí definieron que pagarían en Miami, a un emisario que se identificaría con un billete marcado, los 15 millones de dólares que recibiría “la familia” (el grupo de Santrich) por la droga entregada en Colombia.
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El círculo contra el exguerrillero se cerró justamente en Florida. Tal como definieron en la reunión previa, allá concretaron el pago de 5 millones de dólares, la suma acordada como desembolso inicial del negocio. La DEA también filmó esa operación. Luego, otro audio dio cuenta de que a Santrich le advirtieron lo que se le venía encima: “Recibí una llamada… dicen que hay una vaina rara, un operativo de detención para ti, que tiene que ver con extradición”, le dice alguien que se identifica como Fabio. Santrich le pregunta qué tan seguro es, para cuándo y cuál es su fuente de información, a lo que este responde: “Un man de la Policía, pero espérame me pongo al día”.
Esa advertencia alertó a las autoridades y precipitó la captura del exguerrillero. Este ya completa más de una semana en los calabozos del búnker, donde se declaró en huelga de hambre mientras insiste –contra la evidencia– que su caso es un montaje. El torbellino político que genera su captura y probable extradición apenas comienza.