Denuncia
Así operan las mafias de los certificados de soporte emocional para viajar con mascotas en avión: los venden por redes y sin cumplir requisitos. Un negocio de solo mentiras
SEMANA deja en evidencia el mercado negro que existe para vender certificados de soporte emocional que permiten viajar con mascotas en la cabina de un avión y sin pagar costos adicionales. ¿El fin justifica los medios?
Caminar entre el agite de los viajeros que circulan en los aeropuertos de Colombia suele ser estresante. Se ve gente correr de un lado para el otro, hay miedo a perder el vuelo. Alistan sus pasabordos y se paran frente a las pantallas que anuncian la sala de espera de cada avión. Pocas veces se identifica quién es su vecino, a no ser que esté acompañado de un peludo.
Sí, gatos y perros que logran robar suspiros y sonrisas a quienes sienten empatía por las mascotas. Aunque también uno que otro estornudo producido por alergias. Igual se ven caras de inconformismo, no a todo el mundo le gusta tener cerca a animales. Y es válido, lo que nutre a una sociedad es la diversidad.
Pero el transportar mascotas en las cabinas de los aviones se ha convertido en motivo de discusiones. El 15 de diciembre de 2022 fue noticia que Avianca permitió volar a 25 perros en una sola aeronave. Mientras algunos pasajeros celebraron lo ocurrido, a otros les pareció desproporcionado, pues, más allá de los gustos, argumentaban que en caso de una emergencia no habría cómo evacuar.
Las cifras de mascotas que viajan en cabina, solo en Avianca, aumentaron significativamente en los últimos años. Hay que tener en cuenta que la mayoría son de soporte emocional, es decir, que su dueño tiene algún diagnóstico de salud mental, que con la presencia de su perro o gato es aliviado. En 2022 viajaron más de 62.000 perros de soporte emocional en esta aerolínea, un aumento de 264 por ciento desde 2019 hasta el 31 de diciembre pasado. Para muchos, la pandemia es gran responsable por el impacto que generaron la covid-19 y el aislamiento social.
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Sin embargo, SEMANA probó que detrás del aumento de pasajeros que requieren soporte emocional de sus mascotas hay una red de psicólogos y psiquiatras que ferian su tarjeta profesional sin escrúpulos, respaldando la firma de certificados en los que diagnostican enfermedades mentales a diestra y siniestra para complacer intereses personales. Los pasajeros logran llevar a sus peludos junto a ellos sin pagar tarifas adicionales durante un año. A su vez, los psicólogos que se prestan para el fraude reciben por cada certificado entre 200.000 y 500.000 pesos.
Basta con escribir en Google: “Quiero comprar un certificado de soporte emocional y viajar con mi mascota en la cabina del avión”, y salen decenas de opciones. Incluso hay anuncios promocionales que inundan las redes sociales. Lo que sorprende al psicólogo clínico Mario Fernando Velásquez, magíster en análisis funcional del comportamiento con experiencia en caninos, y vocero del Colegio Colombiano de Psicólogos, es que entreguen un certificado el mismo día y sin hacer los estudios pertinentes.
Asegura que para certificar un soporte emocional se requieren al menos cinco sesiones de una hora cada una. En la primera y en la segunda se realizan cuestionarios y se rompe el hielo; en la tercera y cuarta, el paciente empieza a ser más sincero, y en la quinta, la mascota tiene que asistir a la cita para ver la relación con el paciente y si es necesario para disminuir los síntomas.
SEMANA hizo un ejercicio periodístico para verificar cómo funciona el negocio. En el primer panorama de investigación, se les decía directamente a los psicólogos –como si fuera un viajero presuroso de un certificado– que no se padecía de ninguna patología que afectara la salud mental, pero que no quería que su mascota fuera enviada por bodega y que necesitaba ayuda de él.
Muy pocos se negaron a hacer trampa, la mayoría aseguró que no había problema y que se podía diagnosticar fobias a las alturas o a los encierros. Eso, más otros rasgos, demostrarían que se tiene una condición especial. Se requería hacer una entrevista de 30 minutos que serviría de soporte para la historia clínica. Luego de consignar el dinero enviaban el certificado, la lista de espera para las citas en ciertos lugares puede ser de dos días, lo que demostraría una alta demanda del servicio.
En otros escenarios es aún más frívola la expedición del certificado. En internet hay un hombre que se presenta como el psicólogo Andrés Felipe Gómez, atiende por WhatsApp, envía dos fotos de un test llamado LSB-50, que consiste en 50 afirmaciones sobre molestias o problemas que pueden afectar en mayor o menor medida a las personas, hay que enumerar de 0 a 4 (siendo 0 nada y 4 mucho). Las respuestas se mandan por el chat. Se puede mentir sin problema. A todo se contestó con picos altos: “Me siento triste (3); me da miedo estar solo (4); tengo el presentimiento de que va a pasar algo malo (4)”, y se dieron un nombre y un número de cédula errados.
La demora fue transferir 193.000 pesos a la cuenta del psicólogo y al chat llegó de inmediato el documento que dice: “Certifico que asistió a una sesión de evaluación psicológica (…) se determina la necesidad de poseer su mascota –datos del perro– de apoyo emocional durante sus viajes aéreos, terrestres e ingreso a hoteles, supermercados, restaurantes, etc., ya que presenta un diagnóstico psicológico de ansiedad generalizada”, adjuntó además su tarjeta profesional para cumplir con los requisitos que exige la aerolínea. Todo el trámite duró menos de diez minutos.
Para Martha*, una joven que siempre se mostró en desacuerdo con actos irregulares, fue fácil caer en la doble moral. Ella requirió viajar con urgencia a Medellín y no tenía con quién dejar a su perro, un lobo siberiano de cuatro meses. “No iba a dejar a mi hijo perruno solo, o mandarlo por bodega como si fuera una maleta más. ¿Acaso no ha visto cuántas mascotas llegan muertas? De solo pensarlo me da terror”.
Dice que con ese argumento le pidió a un amigo psicólogo que le emitiera un certificado y le pagó 200.000 pesos. Lo mismo hizo María*, quien le pagó 90.000 pesos a la prima de una amiga para que su mamá pudiera viajar con Dante, su mascota desde hace año y medio. Hay quienes justifican en un duelo reciente la necesidad del soporte emocional.
Cientos de viajeros dicen que la culpa de todo la tiene Avianca, que sabiendo la importancia que hoy tienen las mascotas para las familias, no vende puestos para ellos y los obligan a tratos crueles al encerrarlos en una bodega, sin estar acostumbrados, como si se tratara de objetos. “Yo no mentí por plata. Pagaría lo que fuera si Avianca permitiera esa opción. Siento a mi mascota en la silla de la ventana. Yo me hago en la del medio y así no molestamos a nadie”, dice Martha, molesta, según ella, por la falta de buenas políticas de la aerolínea.
SEMANA contactó a Avianca e indicaron que siempre ha existido la posibilidad de llevar a la mascota, sin ser de soporte emocional, en cabina, pero en guacal, pagando desde 76.000 pesos en adelante, si es menor de diez kilos. Si supera ese peso tiene que ir a la bodega. Ahora, con las restricciones que han tomado, tras el auge de los certificados exprés, las mascotas de soporte emocional viajarán en las mismas condiciones, pero sin costo. Y además habrá un límite de seis por vuelo.
“Ya no voy a volver a viajar por Avianca, prefiero buscar otra aerolínea que no tenga esas restricciones” dice Julieta Gutiérrez, una mujer que sí necesita a París, una doodle, como soporte emocional. Asegura que todos los que se las dan de ‘aviones’ le terminaron haciendo un daño muy grande, porque ella cada vez que escucha las turbinas del avión o las puertas del portaequipaje, revive hechos de violencia de los que fue víctima, y la única manera de controlar la ansiedad que le produce es acariciando a su mascota, pero ahora como la tiene que llevar en un guacal debajo de la silla de nada le sirve.
José Manuel Santacruz, médico psiquiatra, confirma que es necesario el contacto y que no debería haber restricción de peso de la mascota en la cabina porque es un tema de salud. “Esos certificados son una burla a tantos años de estudio y a los pacientes reales”, dijo, recordando que el tratamiento requiere no solo de la mascota, sino de otras medidas, incluso medicamentos.
Mientras el psicólogo Andrés Felipe Gómez prefirió no dar explicaciones a SEMANA sobre el caso del certificado exprés que expidió a una persona que ni siquiera existe, Alejandro Jiménez, directivo del Tribunal de Ética de Psicólogos, ya tiene bajo la lupa este caso para revisar si se cometieron irregularidades que den motivo a sanciones. “No vamos a permitir que esto se convierta en un mercado persa”, concluyó.